lunes, 31 de diciembre de 2007

De balances, deseos y otros despropósitos

El año se acaba. Es el día en que quien más quien menos repasa su dietario memorístico y empieza a echar cuentas. De lo que hizo y de lo que se dejó en el tintero. De lo que sobra y de lo que falta. En fin, que dado que nunca escarmentamos, pues llega de nuevo el día en que todos nos ponemos metas que cumplir, objetivos que conseguir, y toda suerte de planes llenos de buenos propósitos que hagan de nuestras vidas, unas vidas mejores...

Y digo yo, que si yo quisiera una vida mejor, pues lo primero que debiera hacer es ser otra persona diferente, y si he de ser sincero es algo que no me apetece ni tampoco me planteo. Así que lo llevo un poco crudo con eso de la vida mejor. Aunque tal vez, y sólo tal vez, no haya vidas mejores ni peores, pero no tengo más que esta vida, así que la comparación se me hace imposible, por un problema técnico que diría uno de esos que están a la derecha de la divinidad ad casum...

La verdad es que si hay un concepto que me resulta inaprensible es "el futuro". Y por más que siempre termino llegando, no acabo de hacerme a la idea de sus procesos y relaciones. No voy a engañarme diciendo que no tengo sueños, ni deseos, ni objetivos. Pero son un tanto difusos. Y a veces, me tomo tanto tiempo para asimilar algunas situaciones, que veo como el presente me adelanta por la derecha. Cualquier día de estos, nos multan a los dos...

Yo, he pensado que en vez de plantearme que voy a hacer a partir del día uno, hoy voy a tratar de hacer lo que tenía pensado para todo este año que va a terminar en breve. Así al menos me quedará el alivio de haberlo intentado. No pudimos ser mejores... Y el año que viene, lo empiezo sin nada a la vista, sin dictaduras de calendario, sin prisas, sin precio por mi autoestima. De hecho, voy a acabar el día tan fatigado, lo estoy acabando ya, que dudo que me de por pensar en nuevos despropósitos, ni siquiera voy escuchar sus barruntos, es más, ahora estoy viendo como vuela desde el cuarto piso hasta el suelo una agenda que me habían regalado para llenarla, voy a quemar ya mismo todos esos papeles de colores en los que me escribieron lo que tenía que desear...

Lo mejor de días como estos, son los brindis últimos. El reflejo de nuestras propias vidas en un farfulleo achispado, en una carcajada sinsentido, en los escorzos de los abrazos... Así que a llenar las copas, que traje de todo por si acaso.

domingo, 23 de diciembre de 2007

Cuento para adultos

Visitando una institución penitenciaria me encontré con una verdad desnuda, presa por escándalo público. Y en unos famosos carnavales, año tras año se aplauden mentiras disfrazadas. Los ecos de la sinrazón habitan rincones insospechados para los que trazan pausas o silencios en las líneas temporales.

Hay amores, amistades, cercanías, que producen migrañas; lo terrible es ser alérgico al ácido acetilsalicílico. En esta sala de espejos rotos, se hace complicado pararse a observar la belleza de lo insignificante. Y los fuegos de artificio, apenas si nos sacan de nuestro ensimismamiento.

Tras varios giros copernicanos, lo absurdamente frecuente es acabar por donde se empezó. La sensación de vacío ante mitos de eterno retorno se contrapone a la imposibilidad de dar marcha atrás. Es inviable ser siempre el mismo... Y sin embargo, me aferro a la coherencia para intentar encontrar soluciones factibles a esta ecuación necesariamente compleja.

domingo, 9 de diciembre de 2007

Una mancha en el Quijote

Abrir el ojo y ver que todo está en su sitio. El orden cabalístico de las cosas evita estados febriles. Una vez que se echa pie a tierra es posible contemplar el tiempo en toda su magnitud. La descripción del paraíso no puede servir de inspiración, tampoco los libros de caballerías, por mucho que nos resulte tentador.

Hay que disfrutar de esos momentos en que uno puede atusarse el bigote antes de enfangarse en la batalla. Nadie comienza guerras con la intención de perderlas, pero la posibilidad está más cerca de nosotros que del horizonte. Hay quien agita a lo lejos sus brazos asemejando molinos. Hoy no es probable que muera, pero no es menos cierto que la vida no es algo que se pueda resumir en un par de capítulos. Si alguien está interesado puedo explicarle donde se encuentra el brillo de una coraza de metal opaco.

Un terror súbito me invade en ocasiones. Entonces me echo en falta incluso a mí mismo. No es cobardía, pero tampoco puedo argüir ignorancia. Recorro con alguno de mis dedos un corto espacio de la lanza. La destreza no es una de mis virtudes. Entonces, me dispongo a soñar despierto; la naturaleza tiene estos prodigios. Invoco tres o cuatro palabras carentes de sentido. Supongo que es después de esto último cuando siento quebrados un par de huesos.

viernes, 7 de diciembre de 2007

Entre enciclopedias y diccionarios

Con lo rico que es el castellano, y no me sale una puñetera palabra... Tengo a la vista hasta el diccionario panhispánico de dudas, y estoy igual que estaba. No sé si pedirle ayuda a María Moliner, no vaya a ser que termine casándome con ella.

Hay soledades compartidas, que no son otra cosa que una especie de mal de muchos y consuelo para tontos. Tantos balbuceos no sé si serán los efectos colaterales del complejo de Peter Pan. La última vez que me sentí verdaderamente adulto me dolían huesos que ignoraba tener. Pertenezco a una generación a la que se les olvidó poner fecha de caducidad en un lugar visible. Sin embargo, casi todos habitan lugares comunes de los que salen a buscar fotografías con las que alimentar sus recuerdos. Con lo rico que es el castellano y a veces no me sabe a nada...

Esta manera de estar en el mundo que nada tiene de original, nos convoca a bailes por turnos, a amores de estraperlo, a miradas de soslayo, a incesantes estribillos, a cambiar el mundo a precio de saldo. Con lo rico que es el castellano, y me quita hasta lo prestado...

Ya no sé si es cuestión de palabras. O de redefinir conceptos. O la dictadura de la imagen. O es que tengo muchos malos días en los que nadie me habla de quimeras, que nadie grita revoluciones, que nadie susurra sus amores... Que el logopeda venga a corregirme la dislexia. Con lo rico que es el castellano, hay días en que no sé qué es pero algo echo en falta.

lunes, 3 de diciembre de 2007

Caminando por entre las piedras en medio del bosque

Ayer hizo un año. Y llevo días pensando qué decir. Sinceramente, no sabría añadir mucho más, salvo que os echo de menos. A tí y a nuestro padre. Una obviedad como otra cualquiera de las que el mundo está lleno. Todavía lloro cuando escribo. Me duelen estos muñones que me habéis dejado...

Os podría contar todo lo que ha pasado en este año largo, pero no creo que merezca la pena. Y de lo que significó estar a vuestro lado mientras el cáncer os devoraba, os podéis hacer una idea. Creo que nunca he sido tan feliz ni me he sentido tan útil a pesar que no había mucho qué hacer. Pero ahora mis ojos están asediados por las arrugas y a veces creo que mi corazón encoge por momentos. Siempre he sido consciente de mi fragilidad, pero eso no me ha hecho inmune al dolor. Afortunadamente, no puedo decir que sienta lástima de mí mismo, pero sí que es verdad que algo se quedo jodido en mí para siempre. No sé de cuántas veces es capaz un hombre en sufrir una catarsis, pues no todos los días en que te sientes un capullo intuyes que tu vida no es mucho más duradera que la de cualquier mariposa.

No sé si soy mejor o peor que antes, ni siquiera si soy el mismo. Creo que en cierto modo ocurre todo al mismo tiempo y por eso estoy confuso. Y algunas de mis certezas se fueron con vosotros. ¡Con las pocas que nunca tuve...! No las echo de menos, pero a vosotros os recuerdo cada día. No sé de dónde saco las fuerzas para cambiar la mueca de dolor por una sonrisa. Y eso, que hasta Basurto tuvo que irse.

Me cuesta terminar cada vez que empiezo a hablar de vosotros. Me cuesta dejaros marchar. No quiero que eso suceda. Pero es inevitable. Llegará el momento en que las imágenes sean demasiado difusas. El tiempo pasa para todos los que quedamos. Y la anacronía de vuestros rostros permanentemente jóvenes mientras los nuestros se vayan tornando distintos, no va a ser fácil de asimilar. Hay cosas terribles que son demasiado hermosas. Ojalá todas estas palabras evoquen algo más que un montón de imágenes distorsionadas. Os quiero.

domingo, 18 de noviembre de 2007

Sin título

Ignoro como se llega a tener un modo de vida estándar. Estoy rodeado de pequeñas cosas a las que no pienso renunciar. Los días no pueden ser una sucesión de lunes-martes-miércoles-jueves... La necesidad no es algo que pueda moldear como la arcilla. Hay momentos en que la felicidad es una especie de broma de mal gusto. Tengo llaves que no abren ninguna puerta. El azar se ha cansado de ser siempre el mismo...

La belleza tiene los colores del otoño y camina despacio. A veces me sonríe, pero son las menos. No me deja comer con las manos y me pide a cada instante: acaríciame, ahora no. Parecería imposible componer música sumido en el desconcierto, pero no puedo dejar de sentir el ritmo de su respiración contaminándolo todo. Alejarme de ella ha tenido como consecuencia lo que en medicina se conoce por efecto rebote. De nada me sirve cerrar los ojos; tengo tatuada su imagen en el interior de mis párpados.

Me llama la atención una noticia en la página de sucesos. Hallan a un tipo desnudo en la bañera. Estaba entre vivo y muerto, y eligió la opción segunda. Ningún signo aparente de violencia, salvo en sus recuerdos. Y la humillación de alcanzar la fama con sólo las iniciales de sus apellidos y un nombre corriente.

martes, 13 de noviembre de 2007

Luces, sombras y otros meteoros

Hoy el star system está en la calle y es de color verde fosforito. Quien más quien menos va ataviado con el dichoso chaleco de color chillón. Los empleados o visitantes de una obra, cualquier trabajador de los servicios públicos de emergencias, los empleados de la recogida de basuras, la policía, los bomberos, los que sufren un accidente. No debe ser casualidad que se haya puesto de moda llamar la atención. Incluso ya es una forma de vida. No hacen falta siquiera que te den tu minuto de gloria, sabemos que incluso siendo extravagantes pasaremos desapercibidos.

Sin embargo, el mundo sigue dividiendo los acontecimientos y las personas entre los que son normales y los que no. Pero cualquiera ha tenido la oportunidad de presenciar la aparición de ovnis o fantasmas. Todos tienen algo extraordinario que contar. Yo, he de reconocer que mis heridas en la cabeza, y probablemente la causa de mis desvaríos, son todas producto de golpes con lámparas y dinteles de puertas. Creo que lo más llamativo de esto es mi pertinaz despiste, porque el resto, es perfectamente explicable.

No puedo, aunque quisiera, decir que soy despistado a propósito. Lo cierto es que tanto efecto deslumbrante me tiene la sensibilidad adormecida. No sé si a este paso mi radar dejará de advertir un par de piernas bonitas caminando como ya casi nadie hace. El día que esto pase, acudiré primero al endocrino para que revise mis niveles hormonales. Luego, pasaré consulta por oftalmólogo, siquiatra, cardiovascular... Así, hasta dejar como último al urólogo para que me revise la próstata. Que no están las cosas como para dejarse meter el dedo echando manos a los tobillos. Tal vez le sorprenda a alguien que a esto se le llame tener orgullo...

lunes, 12 de noviembre de 2007

Si no cierras círculos tienes espirales

Hay días en los que lo mejor de tomar una cerveza con los amigos, es la cerveza. Y no hace falta que sea Carlsberg. La honestidad de los creativos de publicidad se reduce a introducir en sus mensajes la palabra posiblemente. Y siempre hay tontos útiles dispuestos a creer en un mundo lleno de ofertas. Entre duros a cuatro pesetas y lleve tres y pague dos, no entiendo como se ha llegado a establecer que un 4x4 es un todo terreno. Supongo yo que este tipo de vehículos no deben conocer el barbecho. Por mucho que lleguen a cualquier lado...

Pero como decía, hay días obtusos y abstraídos en los que lo más inteligente es disfrutar de las pequeñas cosas sin empacho. La saturación no sólo viene descrita en los libros de química, también se da por falta de empatía, lo que son las cosas. No soy hosco ni huraño, pero no dudo que pueda parecerlo. A veces hasta yo lo pienso cuando me giro tras verme en el espejo. Menos mal que las imágenes especulares no son clones en potencia que diría Aristóteles. Acto seguido, apago la luz y desaparece mi gémelo.

Generalmente, esos días que no te llevan a nada y que no echarás de menos, suelen dejar cierto regusto amargo, aunque es muy probable que terminemos achacándoselo al lúpulo. Es más, el mejor remedio para una mala resaca suele ser compartir unas cervezas con los mismos amigos. Y es que por llevar siempre la contraria, cuento entre mis logros acabar bien lo que empezó en desastre. Eso, o soy un pobre infeliz optimista. ¡Qué cosas tengo...!

domingo, 11 de noviembre de 2007

Al hilo de Dylan Thomas


Desgraciadamente parece ser que la lectura de poesía ha quedado únicamente para aquellos que escriben poesía. Una de las razones tal vez sea que la poesía que se enseña en colegios e institutos nada tiene que ver con la que se hace en la actualidad, y que aquella resulta incomprensible para los que se inician. Los versos escritos por autores de siglos pasados pueden ser muy hermosos, pero apenas si dicen nada a quienes están aprendiendo incluso a expresarse. Hubo un tiempo no muy lejano en el que el poeta conectaba con su público con facilidad. Uno de esos ejemplos es Dylan Thomas.

El poeta galés llegó a tener un programa radiofónico que escuchaban cientos de miles de personas. Puede considerársele como el último bardo. Sus largos poemas llenos de figuras vistosas, llegaban a sus oyentes. Y como en los tiempos de Homero, incluso se recitaban de memoria. Heredero de una tradición en la que la poesía estaba muy ligada a la música, los ritmos de sus versos eran tan pegadizos como lo puede ser hoy un tema de Shakira. Incluso su muerte puede ser considerada un preludio de lo que luego sería el ideario de otros ídolos de masas como Jim Morrison o Sid Vicious. La fama de Thomas no se limitó al entorno del que extrajo la inspiración para sus poemas, sino que atravesó de un lado a otro ambos lados del Atlántico.

Pero la fama le vino dada por el contenido, la musicalidad y las imágenes que expresaban sus versos. Seguramente no fue el más moderno en las formas, ni el más audaz en los temas. Pero sirve muy bien para demostrar como su poesía, aun viniendo de la tradición que le precedía, la superaba y se mostraba acorde con las necesidades y los gustos de su tiempo. Dylan Thomas es probablemente uno de los poetas más grandes del s. XX y más admirados por todos. Y sigue todavía vigente...

Esto último, no puede considerarse un halago. Desdice de aquellos que hoy en día leen y escriben poesía. Y más aún de los que la ignoran. La eternidad de la obra literaria no puede venir dada por los tiempos de carestía intelectual y de almas incapaces de emocionarse demasiado. Hoy día hay grandísimos poetas, incluso dentro de los que escriben letras de canciones. El nivel medio de estudios es más elevado que nunca. El ocio es un valor de plena vigencia. La cultura es un valor en positivo; ya no es necesario morir de hambre para ser considerado un genio. Y sin embargo, la poesía, probablemente el arte que engloba el resto de las artes, el lugar donde primero encontró acomodo la filosofía, parece más en crisis que nunca.

Es probable que la solución venga de la mano de mejores poetas. De mejores versos. De mejores lectores. Si uno lee a Dylan Thomas, como a tantos otros genios, se da cuenta que la poesía no puede quedar recluida en formas, temas o estilos. Que las nuevas propuestas han de ir encaminadas a romper moldes. Que teniendo algo que decir y sabiendo como decirlo, es muy posible que aquel que esté a nuestro lado se emocione o nos comprenda. O simplemente, le de por pensar...

sábado, 10 de noviembre de 2007

Haciendo el paseíllo

En tiempos de crisis, es complicado incluso hablar del tiempo. Cualquier tema presenta demasiadas aristas como para conciliar a dos interlocutores cualesquiera. Incluso, basta con encender el televisor, leer el diario o montar en el autobús, para que uno se exalte.

Tal vez sea porque en tiempos de crisis, las costumbres que creemos inamovibles muestran síntomas de debilidad. Y si aquello que hemos tenido por cierto sin preguntarnos por qué, empieza a tambalearse, parece que todo se mueve. La sensación de vértigo no suele ser muy agradable por mucho que a uno le gusten los deportes extremos.

Uno de esos temas de conversación habituales que últimamente parece abrir heridas irreconciliables, son las corridas de toros. Opiniones las hay para todos los gustos. Se dan motivos irrefutables en un sentido y en otro. Eso sí, nadie convence a nadie. Incluso los más sensatos son vistos como radicales por los del bando contrario. Tengo la sensación que cuando alguien inicia una discusión, espera que el otro reconozca la superioridad de sus argumentos o quede puesto en entredicho. No voy a mitificar el mundo de la ciencia o la filosofía, pero si este hubiese el planteamiento inicial de los que se han dedicado a estos menesteres, no se habrían dado los avances que todos conocemos.

Y creo que este es un buen punto de partida para analizar las discusiones que versan sobre esas costumbres ancestrales a las que no se está dispuesto a renunciar. Creo que habría que entender cuales son los motivos que llevan a unos y a otros a ensalzar o denostar el mundo taurino. Porque lo que es más que cierto es que ninguna costumbre es eterna, pero que las cosas no cambian de hoy para mañana. De hecho, el abandono de ciertos usos que habían sido por inherentes a una determinada cultura o forma de vida, se producen porque esa cultura o forma de vida ha perdido su vigencia. Todas las culturas hasta el día de hoy tienen su punto de barbarismo. De hecho, esta que se supone tan desarrollada, tiene como uno de los paradigmas de diversión, poner en riesgo la propia vida haciendo no se qué deporte terminado en ing.

En mi opinión, creo que de la desafección de la mayoría devendrá el desuso y la perdida de la legitimidad para mantener como espectáculo público las corridas de toros. Son muchos españoles ya los que no se sienten en modo alguno representados por lo que significan como cultura. Son muchos los que lo entienden como parte de un pasado a superar. No es menos cierto que son muchos los que todavía ven en él la encarnación de valores a conservar. Y vistas así las cosas, por mucho que unos y otros no tengan toda la razón, no es menos cierto que se tienen que soportar. Ya veremos por cuanto tiempo...

domingo, 4 de noviembre de 2007

Mercado de divisas


De un modo u otro todos tenemos un cierto sentido de pertenencia. Eso parece. Bien sea a un país, a una generación o una cultura, por poner algunos ejemplos. En definitiva, se tiende a encuadrarse a unas referencias espacio-temporales determinadas en las que encontrar acomodo. Un modo de ser y de estar que resulte comprensible al resto.

Sin embargo, siempre hay díscolos que parecen no sentirse a gusto en los esquemas vigentes. Están los que todo su argumentario consiste en que cualquier tiempo pasado fue mejor, y que más tarde o temprano, cuando nos sentimos atropellados por la vida, muchos terminamos por encajar en ese modelo. Y también existe una especie extraña y casi siempre ininteligible a la que la vida parece no ir con ellos.

Este último tipo de individuos suele causar, además de extrañeza, una especie de admiración, mezcla de elucubraciones y envidia. Suele suceder por no se sabe qué circunstancias, que tal vez hubiésemos querido para nosotros una vida muy distinta, incluso la vida de uno de esos sujetos extravagantes... sólo que dudo mucho que nadie acepte como si nada las consecuencias que conlleva. Si bien es cierto que no hay vidas fáciles o difíciles, no es menos cierto que la soledad que lleva aparejada el hecho de ser diferente pueda ser asumida por todos. De hecho, la mayoría de un modo u otro buscamos la aceptación y la compañía del resto.

Yo no sé si quisiera ser otro. No creo tener las respuestas adecuadas para las viscisitudes ajenas. Me basta y me sobra con mis tejemanejes y embrollos. Mi capacidad de empatía no lleva aparejada posibles intercambios de papeles. Tal vez pueda interpretar más de un papel en el teatro de la vida, pero prefiero ser dueño de mis propios monólogos. Y el público, ¿qué dice? Para variar, división de opiniones hasta en los silencios.

viernes, 2 de noviembre de 2007

Enola Gay


Soy un tipo permanentemente perpeplejo. De tal modo es así que finalmente dejará de ser metáfora lo de tener cara de haba. Se me escapan los mecanismos que rigen el mundo de la información. Y lo que más me preocupa, es que los titulares de hoy en los noticieros, mañana figurarán en los libros de historia. Y abunda la propaganda. Se da barniz de héroe a auténticos villanos. Y se desprestigia sin rubor alguno a quien tan sólo se limita a existir.

Hoy ha fallecido el tipo que puso el nombre de su madre al avión que tiró la primera bomba atómica. Uno pensaría que tal sujeto únicamente se limitaba a cumplir órdenes. Todos sabemos como funciona cualquier estamento militar del mundo, así que nada sorprende. Convertir en sinónimos obediencia y borreguismo nunca fue una buena cosa, pero así es desde el primer conato bélico. Pero sucede que en este caso, parece que hubo un arrepentimiento por parte del piloto, nos dijeron que abrumado por los efectos de la acción que él llevó a cabo, tomo rumbo al lugar que arrasó para ayudar a levantarlo. Así fue contado.

Hoy que a muerto, nos volvemos a enterar que en dicho sujeto jamás hubo el más mínimo atisbo de remordimiento, que en verdad, daba conferencias en los que defendía aquella actuación, de la que incluso decía sentirse orgulloso porque estaba convencido de haber evitado un mal mayor. ¿Cual es la verdad? Intuyendo, pues ya no puedo decir que sé, como son quienes pergeñan las noticias y del mundo que provienen, la última versión tiene más visos de ser cierta, por mucho que yo quisiera que fuese la primera.

Obviamente desconozco los motivos ocultos para fabricar las noticias de tal modo. Conozco sus efectos. Todo el mundo duda de todo, no al modo cartesiano, ni siguiendo el modelo del relativismo. Se duda por pura desconfianza. Se duda de hasta lo legítimo. Confusos todos, la mayoría se aferra a quien ofrece la seguridad de lo malo conocido. En el caos, los que gritan pidiendo orden se imponen.

Ante lo irremediable, sólo cabe la resistencia y el trabajo silencioso. No cabe convencer a nadie...

martes, 30 de octubre de 2007

Cesc Fábregas

En el fútbol de hoy abundan los grandes nombres. Jugadores de una única temporada. Peloteros con tan sólo prestigio. Estrellas de minúsculos sistemas solares. La decadencia que se observa en el fútbol mundial desde los años noventa tiene su mejor representación en la fugacidad de sus principales valedores. No sé si el dinero lo corrompe todo, pero sí que es verdad que ha deformado absolutamente la manera de entender este deporte que amo. Aunque cada vez menos...

A día de hoy, las grandes esperanzas de este deporte están depositadas en una serie de jóvenes que en el último mundial no dieron del todo la talla. Probablemente no esté siendo muy justo, pero es un mal síntoma. Messi, Cristiano Ronaldo, Rooney o Cesc Fábregas son esos nombres. Cada uno representa una manera de entender el fútbol muy particular. A ellos podríamos unirle Alves, y ya tendríamos el repóker de ases. Si atendemos a la prensa, Messi lleva ventaja sobre todos ellos, pero la pregunta correcta es: ¿marcará alguno de ellos una época?

Personalmente soy muy escéptico, pues aunque todos tienen condiciones para ello, la dinámica en que el fútbol se mueve a día de hoy, sólo me lleva a pensar que todos serán fagocitados por el mercado. Las leyes de este, llevan a los deportistas a equipos en los que difícilmente pueden desarrollar todo su potencial. La estructura de los equipos y la escasa personalidad de los futbolistas (sometidos a los intereses de sus representantes) son el antídoto para la forja de una leyenda.

De todos modos, si alguno de ellos me merece todavía algún crédito, es el joven español del Arsenal. Las razones son las siguientes: el equipo donde milita es un equipo joven y con mucho talento en todos sus miembros; Arsene Wenger es el entrenador de ese equipo y lo ha hecho a su medida, juega tal y como él entiende el fútbol y su crédito en todos los estamentos del club es superlativo; aun habiendo salido muy joven de su ciudad y equipo natal, Cesc ha manifestado por el momento una total fidelidad al proyecto londinense; y además, Cesc no sólo es el eje sobre el cual gira todo el fútbol del Arsenal, sino que además es su capitán.

Todas esas condiciones, que no premisas pues no aseguran nada, unidas al enorme talento que atesora, a su maravillosa visión del juego, a su inteligencia para controlar el tempo de partido y encontrar la mejor de las soluciones al juego, hacen de Cesc ese jugador capaz de marcar una época. Pero no se puede olvidar que la historia suele reservar sus lugares más privilegiados a los vencedores, y que el Arsenal o la selección española cambien la dinámica de segundones en las competiciones donde participan es algo complicado. En el caso de España, dada su trayectoria no se vislumbra siquiera mejoría en el medio plazo.

Aun así, si ninguno de estos cracks último modelo consigue satisfacer los paladares de aquellos que le pedimos honestidad al juego en vez de fuegos artificiales, seguro que será reemplazada con celeridad por una nueva hornada de jugadores que llenen las portadas de la prensa deportiva. Y si Cesc representa a esa generación de españoles que ya no temen salir al exterior para triunfar, que no se conforman con ser cabeza de ratón, la actual realidad sociopolítica hispana ya tiene su estandarte: Bojan Krkic...

lunes, 29 de octubre de 2007

Cantos de sirena para cayucos

Las historias que surgen en torno a una patera no sé si han dejado ya de conmover a los oídos occidentales. Es posible que dentro de un par de decadas se cuenten en torno al fuego en los lugares de origen de los protagonistas. Tienen todos los ingredientes. Héroes y villanos se entremezclan conformando un mundo que apenas si resulta comprensible para quienes estamos habituados a una forma de vida radicalmente distinta. Y la repetición morbosa de las imágenes en los medios de comunicación termina por distorsionar nuestra percepción, insensibilizándonos al mismo tiempo.

Sin embargo, aquellos que tienen la ocasión de entrar en contacto con los supervivientes de una epopeya que supera en mucho nuestra imaginación homérica, esos que en algún momento se encuentran participando en dicha situación, quedan marcados para siempre, con la memoria comprometida y un conjunto de preguntas ante las cuales jamás nadie supo dar respuesta.

La vida nos lleva y nos trae por caminos insospechados, y quizás la biología pueda explicar mejor ciertas cosas que la filosofía. Porque los motivos por los cuales un hombre deja todo lo que ha sido hasta entonces su existencia, para embarcarse en una nave que no merece tal nombre con la que cruzar el mar que lo separa de una vida mejor (y aquí, mejor debería ir entrecomillada siempre) difícilmente pueden resumirse en una serie de conceptos elaborados en circunstancias absolutamente diferentes. Cuando nada se tiene, uno no arriesga la vida porque sí.

Me resulta imposible valorar, medir, mensurar. No puedo decirle a nadie que semejante viaje no merece la pena. No puedo decirle a uno de esos argonautas con hambre de hambre, que aquí se dan las condiciones para sustituirla por hambre de gloria. De hecho, su aventura sólo servirá para ser comentada durante un par de días en los informativos, su nombre será tan anónimo como siempre. Y si muere, es más que probable que no haya nadie para llorarle. Y, ¿qué homenaje puede hacérsele en justicia?

Ni siquiera sé a ciencia cierta los adjetivos que habría de utilizar para describir el regusto que me dejan noticias como la última de la que he tenido conocimiento. Un único superviviente ha quedado del viaje que iniciaron, se dice que más de cincuenta. Según morían de inanición, los supervivientes los abandonaban en mitad de la nada. Y al final sólo quedó el que patroneaba la embarcación. Al único que se pudo rescatar con vida. Describirlo como un conjunto de sueños que terminaron en pesadilla, no puede en modo alguno aproximarnos a la verdad. De hecho no sé qué pensar. He perdido la referencia sobre lo que es soñar, desear, querer, anhelar. No sé si he tenido un mal día, o los tenido todos... Y ahora, ¿cómo puedo pasar a publicidad?

jueves, 25 de octubre de 2007

¿Increíble?

Tenía el don de la credulidad. Tan era así que profesaba tres o cuatro religiones y al menos el doble de herejías. No se puede decir que fuera por inocencia, sino más bien por un particular espíritu crítico. Como en la mayoría de las ocasiones carecía de datos suficientes para decidir si lo que le contaban era verdadero o falso, tendía a pensar que no había motivo alguno para que le mintieran.

Con sus relaciones amorosas le pasaba tres cuartos de lo mismo. Así las cosas, ante las infidelidades solía llevar los cuernos con desenvoltura, como si nada. No sufría de desengaños ni de traiciones, simplemente aumentaba su nivel de conocimiento. Reaccionaba con la naturalidad del que siempre está aprendiendo.

Era el perfecto alumno aventajado, el preferido de los maestros. El más útil de los empleados en una empresa de atención al cliente: siempre escuchando para no resolver nada. Sus aficiones iban de los cuentacuentos a los programas nocturnos de la radio. Visitar auditorios y colaborar en el teléfono de la esperanza.

Nunca buscó una verdad última, ya vendría ella a su encuentro. Cuando le pronosticaron que le quedaban tres meses de vida, hizo todo lo posible porque fueran exactos...

miércoles, 24 de octubre de 2007

Liberando el móvil

Hoy he tropezado con mi agenda de teléfonos. Un montón de recuerdos que apenas si ocupaban unos bytes en la tarjeta simm. Tal vez la memoria no tiene fecha de caducidad y liberar espacio del móvil no arregla los desaguisados de una vida azarosa. Pero se me hacía incómodo que el orden alfabético fuera el que dictara cuando debía recordar si tan sólo buscaba el número de alguien a quien quería llamar.

Supongo yo que hay cosas que no se pueden evitar, como por ejemplo enamorarse. El tiempo pasa, pero las huellas de los momentos vividos están incluso donde menos te lo esperas. Tal vez debiera ser educado y debiera avisar a las personas de las que he decidido prescindir como opción a llamarlas nuevamente. Tal vez debiera ser ese tipo honesto que se supone soy y reconocer que quizás me sigue doliendo también lo que no es pasado reciente. Pero hay batallas que ya no me apetece emprender, aun a sabiendas que seguiré acumulando derrotas. Hay versos que ya no me apetece escribir por muy bien que suenen.

Dicen de aquellos que no saben lo que quieren que se pasan la vida buscando en vano. Creo que es una interpretación no del todo acertada. Hay cosas que a pesar que no existan es necesario empeñarse en esbozar la geografía de su desencuentro. Y de otras hay que escapar pues hacen de uno un deseo cumplido e insuficiente. Las relaciones humanas no son biyectivas ni saben de equidistancias. Tal vez por eso me parezca paradójico hablar de ciencias sociales; aunque este es otro tema.

Si me comparo con aquellos a quien conozco, mi punto de vista sobre la practicidad es cuanto menos extravagante. Así que no me sorprendería que mi número de teléfono hace mucho tiempo haya dejado de figurar en muchas agendas de teléfono. Tal vez sea más sencillo de lo que creo dejar de echar de menos a la gente. Es una obviedad decir aquello de "nadie es imprescindible". Pero ignoro cuales son los mecanismos que hacen que uno decida dejar de contar con alguien. ¿Se es libre para asumir la tortura como masoquismo? Si la memoria selectiva es propia de la condición de ser humano, tendré que plantearme nuevos modos de indexar mi agenda que me eviten retrospectivas innecesarias.

lunes, 22 de octubre de 2007

Repasando el manual de instrucciones

Voy a tener que dejar de escuchar, ver y leer noticias en los medios de comunicación. Hay veces que a uno le dan material para hablar de lo que sea. Dan la oportunidad a despotricar contra todo y todos, de admirarse por las cosas que ocurren, de saber qué ocurre más allá del entorno de uno, de poder hablar durante las comidas sobre cualquier cosa, de...

Pero noto a veces que la realidad me satura. Eso de "así son las cosas y así se las hemos contado" me deja una sensación de vacío en el estómago. También es culpa de la gastroenteritis por la que estoy pasando estos últimos días, pero entre el primperan y el fortasec voy encontrando el camino. El hecho es que me pierdo entre tanta verdad último modelo como en la feria del automóvil. Voy a tener que cambiar el mando a distancia por un GPS, y aún así no tengo muy claro, porque esta desorientación mía no es tanto física como de otro orden. Manda carajo que ahora que cambié de trabajo, ganándome el sustento con la topografía, tenga que recurrir al "más allá". ¡Qué ironía!

Ya sé que uno no se sumerge por la cotidianeidad informativa en búsqueda de respuestas, pero uno no tiene opinión para todo. De hecho, las únicas opiniones que alguna vez me merecieron la pena fueron las de un payaso. Que por cierto, ahora que tengo un segundo y lo pienso... hace tiempo que no leo un libro. Tanto escuchar historias, y quizás lo que necesite es que alguien se invente una para que yo me la crea. Sí, creo que es eso, que entre tanto revisitar a clásicos y leer a los imprescindibles, tanta poesía y tanto ensayo, tanta información de los medios que a ello se dedican... Una novela, necesito una novela, o amenazo con escribirla. Y ya sé que sucede cuando empiezo a emborronar las primeras páginas: no se me ocurre otra cosa que no tenga la forma de astracanada.

miércoles, 17 de octubre de 2007

La transición española

En la historia política española abundan los trajes a medida. Se ha legislado y gobernado mirando más al pasado reciente y al presente que con la vista puesta en el futuro que quisieramos tener. Y es por eso que siempre nos encontramos con deudas no saldadas e injusticias latentes que erosionan la vida pública del país y la confianza de los ciudadanos en el estado. En estos días se está intentando sacar adelante un proyecto de ley que al parecer de muchos reabre viejas heridas: la mal llamada memoria histórica. Los términos políticamente correctos no pueden acallar runrunes por mucho que nos empeñemos en disfrazar la realidad con palabras biensonantes.

Uno de esos momentos históricos que quizás más se tuvo en cuenta el pasado reciente para no mirar al futuro con el valor y el coraje necesarios fue la transición española. Ese modelo político para pasar de una dictadura hacia una democracia sin revanchismos, sólo sirvió para proteger a los usurpadores del poder legítimo popular de la acción de la justicia. Ese modelo político fue diseñado por los cómplices de aquellos y los cobardes representantes populares. Y los representados por estos, fueron asímismo igual de temerosos y tímidos en reivindicar sus derechos y una justicia digna de un nuevo orden que se decía basado en ella. Esa falacia sólo permitió que aquellos que detentaron el poder en los distintos ámbitos de la vida pública, siguieran disfrutando viejas prebendas y no perder el sitio ante las nuevas posibilidades que se abrían. Obviamente, así no se podía garantizar la igualdad de oportunidades.

Aquella generación de entonces legó para el futuro una constitución y un estado de derecho que la mayoría de la población que hoy podría decidir su futuro, no tuvo la oportunidad de hacerlo en 1978. No voy a ser generoso, porque ya ha habido suficientes exégetas de aquellos que participaron en aquel proceso constituyente. Sus virtudes y valores se conocen de sobra. Pero lo que se ha de poner ahora encima de la mesa para no perpetuar una verdad a medias, es que faltó coraje para oponerse a los herederos del anterior régimen y aplicar las medidas necesarias para restaurar la justicia. Había que reparar los daños del franquismo, no debieron conformarse con sustituir un modo de entender el estado por otro. Esto, en cierto modo suponía legitimar lo anterior, con lo que eso conllevaba. Admitir que algunas de las acciones del franquismo fueron positivas suponía y supone decir que el fin justificaba los medios. Esa herencia cultural es un lastre para cualquier democracia naciente, pues precisamente ese viejo principio maquiavélico no tiene cabida en el nuevo modelo político adoptado y aceptado por la ciudadanía de entonces. Y no cabe decir que hubo engaños o chantaje, pues quedaba la opción de negarse a participar de la pantomima, aunque eso supusiese retardar la llegada de la democracia. Tampoco cabe esgrimir un espíritu de reconciliación, pues nadie pidió perdón, las indemnizaciones no han llegado aún y todavía perviven larvadas situaciones de manifiesta injusticia y odios mal disimulados. Que los antiguos déspotas pasaran a ser los nuevos demócratas sin asunción de responsabilidades de ningún tipo es un sapo imposible de digerir para quien tiene conciencia. No sirve de argumento que hubiese una supuesta amnistía general pues aquellos que podían aspirar a ella no llegaban en las mismas condiciones. Hacer tabla rasa suponía mostrar una generosidad por parte de aquellos que habían sido maltratados por el franquismo, y que se asumió como exigencia. Esto fue y es un abuso que pervirtió los valores que se pretendían instaurar.

No me reconozco heredero de la transición. Renuncio a ella como parte de mi pasado. Quiero justicia para con las víctimas del franquismo, y la condena pública de aquellos que se beneficiaron de él. No soy quien para guardar rencor a nadie pues no soy víctima de los abusos de la dictadura. Pero no quiero como legado la transición por lo que supuso de cerrar los ojos, de tragar saliva, de encogerse de hombros, de cruzarse de brazos, de largos silencios... Si la generación involucrada no es consciente de sus errores y que estos han de ser reparados para poder afrontar con valentía el futuro, no voy a ser yo quien los condene por ello. Pero desde luego mostraré mi desafección siempre que tenga oportunidad. Si mi generación renuncia a la oportunidad de restablecer de algún modo la justicia, que en el futuro se olviden contar conmigo para cualquier otra iniciativa. Tuve la fortuna de conocer a mis abuelos, de disfrutar de su cariño y sus enseñanzas. Por todos aquellos que no tuvieron la oportunidad de hacerlo, por aquellos que fueron esquilmados de hasta el orgullo de tener unos apellidos, para todos ellos este artículo y mi más profundo respeto.

jueves, 11 de octubre de 2007

Serpenteos

Demasiadas veces empiezo a escribir y mis palabras parecen ligadas a una secuencia temporal que desconozco. Hay muchos modos de decir las cosas, pero no siempre se acierta. Busco en las miradas de los demás esa complicidad necesaria para no herir susceptibilidades. Ya no recuerdo cuando desistí de ser entendido. Es como si mis sentimientos tomaran la forma geográfica de un archipiélago cada vez que entran en contacto con los demás. No me siento incómodo por ello, pues hasta un libro abierto se interpreta como jeroglífico.

Nunca hasta hoy me había expuesto a la luz del sol y empiezo a sentir la fátiga. Por lo menos ahora sé que también mi sombra va por libre, aunque me resulta más familiar cuando la veo multiplicada por la luz de las farolas. Sumido entre el letargo y el desconcierto, doy pasos en la dirección del viento. Supongo que así es difícil dar con un destino, pero me despojaron de mi alma de sedentario y adaptarme a la condición de nómada requiere de nuevas paradojas y contradicciones. Supongo que no hay vida sin contraindicaciones, así que en vez de coleccionista de amantes voy cogiendo complejo de farmacia.

Si al menos supiera cumplir una promesa... Si los demás no lo vieran como una tara, seguro que me arriesgaría a cumplir alguna espectativa. Debajo del embozo tras el que me oculto, no hay sino un hombre desnudo. Si me barnizo es para seguir siendo. Supongo que el temor debe ser recíproco y quien más quien menos tiene pesadillas con espátulas. Tal vez porque nadie es del todo un boleto de rasca y gana. Pocos son los que se arriesgan a perderlo todo...

miércoles, 10 de octubre de 2007

La ínsula de Barataria existe

Parece ser que la idea que tenían los creadores de Youtube con este portal, era poner a disposición de sus usuarios de un lugar donde colgar vídeos y creaciones para compartir entre ellos. La motivación, divertirse, como todo en esta nuestra cultura del ocio. Bien es cierto, que cada uno lo entiende de modo diferente, pero siempre hay alguien dispuesto a abusar de las oportunidades que otros le conceden.

La noticia de los últimos días, ha sido la de un padre jubilado dispuesto a todo con tal de salvar el honor de su hijo: un enfermo mental, objeto de burlas por parte de unos desalmados, que no contentos con ello, colgaron su obra en el famoso portal. El buen señor, con tan sólo su sentido común intentó convencer a distintas entidades y personas para que esos vídeos fueran retirados. Todo resultó en vano, hasta que un medio de comunicación se hizo eco de la noticia y entonces saltó la espoleta de la indignación popular. A raíz de ahí, se han ido sucediendo las reacciones y todos aquellos que debieron actuar desde un principio se han dispuesto a hacer lo que corresponde. Para lavar su imagen, porque dudo tengan conciencia.

Al bautizado como nuevo "padre coraje", le han preguntado por supuestas exclusivas y los abogados gratis con posterior reparto de la indemnización se le presentaban a su puerta. Que hay gente mezquina no supone sorpresa alguna, pero uno no puede dejar de asombrarse de los sujetos que así actúan. Como no todos somos iguales, y hay gente decente y honesta por más que nos empeñemos en que pase inadvertida, este hombre que dignifica la condición de ser humano, se ha negado a sacar tajada del asunto, ha sido capaz de acordarse de quienes todavía están más indefensos que él o su hijo, y "tan sólo" aspira a que los culpables se avergüencen de sus "gestas".

Los señores de Youtube, después de mucho tiempo mirando hacia otro lado, en vez de hacer sincera autocrítica, acusan al que protesta de no seguir sus protocolos. Cuanto menos es paradójico, porque hasta donde tengo entendido, los derechos de cualquier ciudadano están unos cuantos peldaños por encima de cualquier decálogo o pauta de conducta empresarial. Probablemente, la noticia se agote en pocos días. Todo quedará olvidado. La tierra seguirá rotando sobre su eje y los de Youtube ganando dinero, así como aquellos que compren sus acciones. Hacerse rico no es censurable, el problema es el cómo. Y si así es como esa gran empresa trata a un individuo cualesquiera, sea usuario suyo o no, tenga por seguro que tarde o temprano perderá su credibilidad.

Pero lo importante de la noticia no son los desalmados ni los mezquinos. Tan sólo son decorado. Lo único digno de mención es este señor y sus principios. Personas así le reconcilian a uno con el mundo. No hace falta que le pongan tu nombre a una plaza o a una calle para ser alguien realmente importante.

lunes, 8 de octubre de 2007

El conseguidor


Tenía ese don que consiste en que nada más abres la boca, lo tienes todo. Se podría pensar que eso le abocaba a una vida resuelta. Sin necesidad de genios ni de lámparas tenía una capacidad ilimitada para alcanzar sus deseos. Era de esos tipos que se dice que nacen con el pie derecho. De facto, desconocía el significado de la palabra imposible. De tan lejos que pudo llegar se pensó en redefinir conceptos como plusmarca o infinito. Nunca necesitó dejar nada para el día siguiente...

Vistas así las cosas, sucedió que a su alrededor sólo había interés por lo que podía ofrecer. Dejó su trabajo de intermediario porque le auguraron un gran futuro como negociador. Sus amigos le decían que para él no habría día del juicio final. Su mujer le dejó por no poder llevar los pantalones en casa. Su hija cambió su nombre por el de Electra.

Falleció el día que se agotó su capacidad de sorpresa. Para los que sostienen que no hay victorias sin derrotas, alegrías sin tristezas, en una especie de balanza cósmica, ese día será recordado porque muerto el hombre más feliz, como una especie de paradoja, en vez de reordenarse el orden natural y ocupar aquel lugar privilegiado entre muchos de los que estaban en el platillo fatídico, ese día nacieron los que luego fueron recordados como toda una generación de desgraciados...

domingo, 7 de octubre de 2007

No existe la sangre azul

Europa está llena de anacronismos. Que una sociedad que se predica como la más avanzada siga manteniendo ciertos tics y arraigos sin apenas cuestionárselos no deja de sorprender a aquellos que creemos que lo único que le queda a esta civilización son sus valores. La lucha por la supremacía económica o militar está más que perdida aun con la incorporación de Rusia.

Personalmente, uno de los anacronismos que a mí más me deja fuera de sitio es esa institución llamada monarquía. Parece de todo punto incomprensible que una vez proclamada la igualdad de todos los ciudadanos, haya unos privilegiados que hereden un cargo tan relevante como es el de la jefatura del estado. ¿De veras que son ellos los que queremos que nos representen? Porque si es así, parece un absoluto contrasentido. Fuera ya del oportunismo político como transición hacia otro modelo de estado tratando de aunar todo tipo de sensibilidades, una vez logrado ese primer objetivo, la monarquía carece de sentido. ¿Qué clase de pacto político es ese en el que el poder popular cede en condiciones que van más allá incluso del usufructo, su representación e interlocución a quien su único mérito es pertenecer a una estirpe, llevar unos determinados apellidos?

No se puede hablar de derechos reales. Es un eufemismo de lo que en verdad son auténticos privilegios. ¿Acaso no entra esto en contradicción con la tan manoseada igualdad? De hecho, cuestionar su posición, se llega a considerar como un ataque al estado de derecho. Tal barbaridad no merece respuesta alguna de la opinión pública, hoy más domesticada que nunca. El europeo de hoy recurre a verdaderos actos de fe para transigir a las constantes agresiones contra su integridad de deberes y derechos. La monarquía no puede siquiera ser un símbolo que represente una sociedad moderna, ni su evolución. La monarquía jamás estuvo del lado del pueblo.

No creo que deba durar mucho más esta situación más que anómala. Y por encima de toda consideración, sobre todo injusta. Creo que el modo de resolverse más sencillo es que renuncien por propia voluntad. No sería extraño que algunos de ellos contemplaran tal posibilidad. Pero es esta sociedad europea la que debe cuestionarse si de verdad está dando los pasos en la adecuada dirección para que se tornen reales todo ese conjunto de derechos que nos reconocimos como tales. El silencio no es ninguna forma de autocrítica. Y no hacer nada en cierto modo es hacer algo en contra de nuestros propios principios. Sobre todo en este caso. A mí, un rey no me representa, y aunque nada tengo en contra de la persona que sustenta el cargo, no le reconozco ni me interesa. Si hay que tomar postura, prefiero la reoública.

miércoles, 3 de octubre de 2007

Raymond Carver


Si hay un género literario que ha alcanzado cotas de brillantez en el s. XX, es el del cuento. La lista de autores se haría interminable y, por ende, la de relatos. Pero de todos los narradores, del que me siento más cercano es de ese diseccionador de lo que se conoce por americano medio, uno de esos yankees vestido con tejanos y camisa a cuadros al cual le suceden cosas corrientes en un mundo monótono y pequeño. Raymond Carver es ese escritor que fue capaz de dotar de poesía a la pesca del salmón, a los paseos por entre aserraderos, a las cafeterías donde sólo sirven pastel de manzana, a los que beben whisky para poder ir al tajo.

Carver modela un mundo que conoce a la perfección, da voz a la cotidianeidad, a todo un elenco de personajes comunes que siempre habían pasado despaercibidos, vidas sin ningún interés nos cuentan sus pequeñas epopeyas... Por fin el coro cobra protagonismo. Lo ordinario se despoja de sus mejores galas y muestra la hermosura de su sencillez. A diferencia de Quevedo o Chejov, como ejemplos de escritores que rescatan lugares y personajes comunes, Carver no pone énfasis alguno en lo extrardinario, en aquello que podría llamar la atención por no ser el pan nuestro de cada día. Tal vez, lo que Ray consigue es rescatar a los sentimientos de sus corsés. Nos revela que no hay esquemas, que ante situaciones similares, la peculiaridad de cada cual le hace reaccionar de modo distinto, que nadie es dueño absoluto de la alegría o la tristeza, que no hay patrones ni arquetipos... Consigue el milagro de mostrar la complejidad del ser humano, de las circunstancias de cada cual, poniendo en el centro de la acción a tipos anónimos sin sacarlos de su anonimato. Carver le niega al hombre corriente el minuto de gloria de Warhol. Por eso nos resulta creíble, por eso se le califica de auténtico, por eso se le incluye en el realismo sucio...

Una cosa más. En la escritura de Carver está la clave de por qué es inimitable: No hay modelos de vida a seguir, los caminos están por hacerse, todo futuro por muy previsible que sea es impredecible... Todo yo sale de un ellos cualesquiera.

lunes, 1 de octubre de 2007

Pasados lejanos, futuros inciertos


Hay amaneceres que parecen anunciar apocalipsis. De las nubes cuelgan jirones naranjas y la mañana se intuye pálida. Sería un buen momento para hacer con los recuerdos una especie de efecto túnel. Siempre será más fácil que salir de un supermercado sin pasar por caja. La miseria de la memoria apenas si permite recoger las llaves de casa. Cuando uno se encuentra perdido siempre termina por acordarse de Ítaca. Todos a mi alrededor tienen mi mismo rostro confuso. Extraño éxodo este en el que cada cual tiene un camino diferente...

Cada día tengo un proyecto nuevo que por la noche olvido a propósito en el desván. Antes de acostarme miro por la claraboya de este, pero apenas sí sé distinguir una estrella de un cometa. Supongo que es una manera excéntrica más de perder el tiempo, sobre todo porque dejo al hombre que todos imaginan en mí en un extremo de la habitación. Pienso en todos aquellos que echo de menos mientras me enciendo un cigarro. Las volutas de humo a veces simulan figuras fantasmagóricas, pero el azar jamás devuelve los pasos perdidos.

A veces quisiera poder dar respuesta a mi dolor en forma de lágrimas, pero las cosas que nadie ve dicen que no existen. Ojalá la vida fuera como un problema de álgebra. Ojalá el amor fuera cosa de la estadística. Hoy, como siempre, los cantos de las sirenas anuncian una tragedia, sólo que ahora suele hacerse un atestado. En esta tela de araña no faltan las moscas suicidas. El tiempo se debate entre el génesis y el hastío. Se podría decir que he tenido días mejores...

domingo, 30 de septiembre de 2007

Alubias

Blancas, rojas, pintas o negras. Fabes, judiones o pochas. Viudas o con chorizo y morcilla, o con berza. Las alubias son mi plato preferido. Podría comerlas hasta hartarme. En invierno o verano. En la comida o para cenar. Hasta en tortilla...

Y sin embargo, a las alubias les pasa que no están bien vistas. Ni siquiera con almejas. En cierto modo es comprensible. Dile tú a alguien que vigila cada gramo de su dieta que se meta un par de platos entre pecho y espalda. Entiendo que les de incluso asco. Son a tantos a los que les da asco la comida. A mi me parece completamente antinatural, porque sin comer te mueres, pero se lleva eso de no disfrutar en vida. Hay que ser frugal. Y las alubias no tienen nada de frugales. Son una oda a la plenitud. Uno se llena con tan sólo verlas.

Me podría pasar el día hablando de sus excelencias, pero disfruto aún más comiéndolas. Hasta la exageración. Las pondría hasta en un menú de boda. Que uno se harta de tanto canapé minúsculo servido en plato de dimensiones elefantiásicas. Tanto cubierto para especialista, cuando la boca está hecha para la cuchara. Tanto vino con bouquet para carnes sin grasa. La alubia en particular, la legumbre en general, hasta el champagne bien las acompaña.

Sé de un enfermo de cáncer que solamente podía comer habas. Y sin embargo en los hospitales, jamón de york y pescado hervido. Sanar así es un acto de heroicidad. Parece que quieran que no salgas de alli o que lo hagas corriendo. Sólo espero que no se conviertan en artículo de lujo, que no las desubra la nouvelle cuisine, que no las recluyan en los estantes de las delicatessen. La legumbre es la democracia hecha hidrato de carbono. Con aires de nostalgia a anarquía. Me importa un bledo pasar a la historia de los ignorantes en gastronomía. Mientras pueda disfrutar comiendo...

sábado, 29 de septiembre de 2007

Abuso de poder


Mi desconfianza hacia todas las instancias que representan a alguna de las parcelas de poder va más allá de una forma de ser. Creo que al ciudadano de a pie sólo le queda como única arma para defenderse de los abusos de dichas instancias, el permanecer vigilante y denunciar tales abusos. Porque a pesar que existe una división real de poderes, no es menos cierto que tienden a protegerse entre sí. Así pues, el poder político, judicial, económico, mediático o las fuerzas de seguridad, mantienen lazos entre sí que conforman una red invisible que constriñe al ciudadano para convertirlo en mero observador o peón al servicio de sus intereses.

En los últimos días se han producido un par de noticias en torno a la policía que pone bien a las claras como en el ejercicio de los derechos no prima en modo alguno la relación de equidad, tan necesaria para la sana convivencia entre todos, y que socavan la credibilidad de las instituciones.

El ministerio del interior ha tenido a bien recomendar a las fuerzas de seguridad lucir en lugar visible y claro el número de identificación por cada policía. Algo que tenía que ser de obligado cumplimiento, del mismo modo que todo ciudadano debe portar siempre su documentación y exhibirla ante la autoridad siempre que le sea requerida por esta, resulta que cuando se van a cumplir 30 años de la actual constitución todavía existe una indefensión de la gran mayoría y un abuso de poder por parte de quienes pagamos para protegernos. No hay justificación alguna que pueda sostener o amparar el mantenimiento de tal anomalía. El pueblo queda reducido a populacho.

La segunda noticia, tiene que ver con la forma de reivindicar sus derechos la policía nacional. Por muy justas que fueran, el agravio comparativo con todos aquellos que alguna vez han pretendido ejercer su derecho de manifestarse y se les ha denegado por la autoridad gubernativa es muy grande. No parece muy justo que los policías, sin haber obtenido permiso alguno, corten la Castellana en Madrid; y parece más injusto todavía que quienes tienen que restaurar el orden, esos antidisturbios incapaces de tener miramientos con nadie a la orden de "a por ellos", terminen abrazándose con sus compañeros manifestantes. Es una vergüenza. Han convertido el orden de garantías jurídico en una pantomima. Y nadie tomará cartas en el asunto. Siempre he defendido el derecho de sindicación incluso para los militares. Pero está visto que aquellos que reciben la responsabilidad de portar un arma para garantizar la seguridad del estado, no están preparados para defender con justicia el sistema de valores vigente. Reclamando del modo en que lo han hecho, han pisoteado los derechos de los demás. De este modo no consiguen sino más incomprensión por el resto de la sociedad.

Y es que aquellos que están integrados dentro de un poder fáctico, tienen la responsabilidad de ser absolutamente escrupulosos en todas sus acciones. De lo contrario, la credibilidad en as instituciones se desvanece, y el tejido social se va construyendo en base a relaciones de componendas. La corrupción es el fruto de todas esas actuaciones.

No se puede pedir que el ciudadano deposite su confianza en estas condiciones. Desde luego, la mía no la tienen. Son las convicciones personales y no los hechos del día a día quienes todavía sostienen este castillo de naipes. Más les valdría a quienes tienen algún poder de decisión ponerse al servicio de lo que dicen defender y proteger. A esto se le habría de llamar caos. No confundir con anarquía.

viernes, 28 de septiembre de 2007

Un día más no es un día menos

Uno no sabe muy bien cuando empieza a ser un anacronismo. No sé si tiene algo que ver el tan renombrado complejo de Peter Pan, pero no deja de ser cierto que esa resistencia a ver como la imagen que te devuelve el espejo es cada día diferente le crea a uno la falsa sensación de tiempo detenido. Supongo que cada edad tiene sus acontecimientos, pero nunca fui de los que tuvo prisas por nada. Tal vez sea por ese orden de prioridades cuyo caos me es imposible de descifrar. Aunque supongo que seguir soñando con ser astronauta es algo más que una quimera una vez que pasas de los treinta. El día que pretendes acceder a una de esas ayudas del estado para jóvenes y tu DNI te delata, debe ser como comer un bocata de polvorenes sin siquiera la ayuda de un vaso de agua.

Pero bueno, uno todavía se ve con las facultades suficientes como para realizar unos estiramientos sin que le duela el cuerpo. Aunque ya estoy pensando en pasarme al taichi. Siempre puedo decir que es una manera muy cool de mantener la armonía entre mi cuerpo y mi mente. A los que todavía saben resolver una raíz cuadrada sin necesidad de calculadora puede resultarles frustrante saber que los planes de estudio tienen hoy nombres diferentes a los de su infancia. Aquellas matemáticas no sirven ni para resolver sudokus.

Y aunque he tenido que cambiar el café por el colacao, ya no soy capaz de desayunar más de cuatro galletas. Los hijos de mis amigos tararean las canciones de moda mejor que yo. Si trastabillo cuando bailo ya no es por culpa del par de cubatas de más. Casi no quedan jugadores de fútbol en activo con mi edad. Ya no sueño con tener un descapotable. A veces mis poemas riman.

En definitiva, me hago mayor aunque no me lo quiera creer. Y de hecho, ya no puedo decir que no tengo la edad que represento. A veces me dicen señor y ya no les corrijo. Pero bueno, supongo que tiene que ser así.

Pero creo que hay ciertas cosas que no se pierden si uno no quiere: la capacidad de rebelarse, la osadía del que espera algo mejor, la curiosidad del que no lo sabe todo, la franqueza de aquel que no analiza su vida en clave de éxitos o fracasos. Está visto que por mucho que salga el sol por el este, cada mañana da pie a un día distinto. A disfrutarlo toca...

domingo, 23 de septiembre de 2007

José Mourinho

En el mundo del fútbol tanto si eres entrenador como si eres árbitro, es seguro que siempre te vas a encontrar con individuos que nunca habrán entrenado o pitado siquiera un partido de infantiles, pero que creen saber mejor que tú como hacer tu trabajo. Pero mientras el árbitro permanece estable en su puesto por años y años, el entrenador se ve obligado a hacer las maletas a cada poco tiempo. Dicen que es cosa de los resultados, pero va mucho más allá...

En la actualidad hay unos pocos técnicos con el prestigio suficiente como para acaparar las portadas de los diarios deportivos. Quizás, el que más notoriedad ha alcanzado en los últimos años es un portugués de gesto arisco llamado José Mourinho. Su currículo es impresionante y su carrera está llena de peculiaridades que le hacen un entrenador especial. Por su estilo de juego pertenece al grupo de entrenadores llamados resultadistas, pero al igual que a Favio Capello, los hechos le avalan. Oporto y Chelsea le deben su gloria. Y Deco y Lampard su salto al estrellato.

Mourinho deja el Chelsea. Esa es lo noticia esta semana. Su relación con otro personaje peculiar, Abramovich, se ha roto definitivamente. No soy amigo de hacer pronósticos pero el Chelsea le va a echar de menos. El carisma de José le ha llevado a enfrentarse con todo aquel que se interousiera en su camino hacia la victoria. En el apogeo del Manchester United, llegó él y les arrebató dos títulos de la premier. Y en sus enfrentamientos con él probablemente mejor Barcelona de la historia, fue capaz de sacar de sus casillas al mismísimo hombre tranquilo: Frank Rijkaard, otro grande. Las eliminatorias en Champions League entre estos dos equipos han deparado probablemente los momentos más intensos de fútbol en los últimos tiempos.

Mourinho deja el Chelsea porque no admite injerencias en su trabajo. Nadie suele admitirlas de buen grado, pero para un entrenador es el pan nuestro de cada día. Presidentes, periodistas y jugadores suelen robarles el protagonismo cuando lo merecen, y suelen dárselo cuando no lo tienen. Así es el fútbol, mítica frase que lo resume y resuelve todo en este mundo. Pero Mourinho tiene en su haber haber sabido ver en jugadores como Costinha, Tiago, Carvalho, Deco, Maniche, Cech, Terry, Lampard, Essien o Drogba las características necesarias para hacer de sus equipos maquinarias perfectamente engranadas para conseguir victorias. Convirtió el hambre de gloria de los jugadores en voracidad. Porque en el fútbol no es suficiente con tener buenos jugadores, hay que querer ganar, hay que creer en la victoria más que el rival. Y en eso, Mourinho es como el mismo Cronos, se comería a sus hijos con tal de seguir reinando en el Olimpo.

La otra cara de la moneda es que ese mismo caracter le ha conseguido ir acumulando enemigos a cada partido, en cada declaración a los medios, casi casi en cada aparición pública. Pocos son los que le quieren. El respeto como profesional se ha visto oscurecido por los odios que despierta. Y la prensa ha aprovechado como nunca la carnaza que tenía delante. Han hecho de Mourinho un antihéroe antipático. Detestable. Sólo cuando el tiempo pase, su tiempo de triunfos constantes, sólo entonces se le empzará a recordar con cierta nostalgia. Sobre todo, aquellos que un día contaron con él como el general que comandaba sus tropas. Mientras tanto, su figura de dandy enfurruñado seguirá despertando inquinas. Pero si por alguna cosa le tendremos que recordar los que gustamos del fútbol en cualquier versión, es su demostración de que la gloria está al alcance del trabajo diario, del rigor, del orden. En un fútbol como el de hoy tan lleno de fuegos de artificio, tan predispuesto en convertir en dioses a quienes sólo tienen destellos, Mourinho se ha labrado su fama con un puñado de soldados, no exentos de calidad, expertos en la lucha cuerpo a cuerpo. Donde vaya se rodeará de los suyos, de los jugadores leales, de los que primero cumplen antes de pedir recompensa alguna. De los que hacen que el mundo del fútbol sea todavía un lugar digno.

sábado, 22 de septiembre de 2007

Hablando claro

La lengua es la principal herramienta para la comunicación que posee el ser humano. Dudo que los antropólogos sepan la verdadera razón del por qué de la multitud de idiomas. Resulta tan inverosímil por kafkiano que hasta apetece creer en la torre de Babel.

La realidad nos muestra que la lengua ha sido utlizada sobre todo como un instrumento para ejercer la dominación, como símbolo de poder. No es mucho mejor el actual estado de cosas. El elogio de la diferencia ha provocado que las diferencias se impongan a los rasgos comunes, con lo que seguimos en ese empeño de no querer entender al otro. Es probable que el mundo sea mucho más rico gracias a la variedad de lenguas, idiomas, dialectos, dejes y acentos. Gracias a la jerga incluso. Pero el fin último de la comunicación es algo tan simple como comprender o ser comprendido. A veces ambas cosas... Es por eso que tiene que haber una cohabitación que nazca no sólo de la propia sensatez sino del respeto por la otredad, ese respeto cuyo camino es de ida y vuelta, pues tanto sirve para establecer lazos de cercanía gracias a los rasgos compartidos como a no ver como agresión u ofensa en la diferencia.

Es un derecho el poder expresarse en lengua en que uno crea conveniente. Y en el ejercicio de ese derecho nadie puede ser objeto de menoscabo tanto en su integridad como en el resto de deerechos. Pero coexiste a su vez un deber que consiste en conocer el idioma del lugar donde se reside. Esgrimir el derecho sin la asunción de los deberes intrínsecos supone un agravio a el resto de sujetos, una perversión del derecho pues se hace de él un uso al modo de privilegio. Y la legitimidad entonces desaparece. Usar los derechos en contra de los otros, de aquellos que también los detentan en el mismo grado e igual responsabilidad conlleva un menosprecio de ese principio que sostiene todos estamos provistos de los mismos derechos y deberes, en definitiva, que todos somos iguales, que no hay distingos por condición, que un ser humano equivale a cualquier otro ser humano...

La responsabilidad de cada uno de nosotros con respecto a nuestro idioma nos ha de llevar a defenderlo con su uso correcto, con su conocimiento preciso, entendiendo que su difusión es un pacto entre dos partes, hay que ser consciente de que el idioma se caracteriza por su capacidad de adaptación a las nuevas circunstancias, que su riqueza deviene de la constante admisión de vocablos nuevos. Su defensa de ningún modo se ejerce reprimiendo el uso de otras lenguas; de la imposición allá donde no corresponde, bien sea con el abuso de los nuevos medios de expresión y conocimiento o con el reclamo de una posición heredada de modo injusto, se le hace un flaco servicio al respeto necesario para la libre coexistencia.

Así pues, bienvenidos sean todos los que tengan algo que decir, no importando en modo alguno en que idioma lo hagan. Ante todo, coherencia.


viernes, 21 de septiembre de 2007

El sabelotodo

Encima de la mesa tenía un montón de papeles, todos con datos muy dispares. Iba más allá de las churras y merinas, de la velocidad y el tocino. Se podría decir que había sucumbido a la tentación de ir má s allá de lo casual. O que su capacidad de abstracción le permitía ir de la mano del azar. Es como si el orden y el caos no tuvieran misterio para él.

Se movía entre lo plausible y lo probable con la cadencia de la costumbre. Donde había un misterio enunciaba una ley. Cada indicio o sombra de duda eran susceptibles de ser un principio. Una premisa podía darse a cualquier hora de la mañana. Sus certezas eran los verbos irregulares. Su verdad, no le permitía salir de casa.

miércoles, 19 de septiembre de 2007

Quiénes somos, de dónde venimos, a dónde vamos...

Si hay algo difícil de medir es el modo en que los demás nos valoran, lo que significamos para aquellos que nos rodean, qué tenemos o nos falta para que los otros nos tomen en cuenta de la manera en que lo hacen. Y supongo que para un hijo, saberlo sobre sus padres es más complicado si cabe. Uno determina finalmente que estos le quieren porque sí, porque no les queda otro remedio, porque está en la naturaleza misma de las cosas. Tal vez sea así y quizás sea cierto que hay algo parecido a lo que llamamos destino.

Hoy, hace un año que nació mi sobrino. Las circunstancias familiares hicieron de aquel acontecimiento algo que para todos los que lo vivimos de cerca concitaba todo un cúmulo de sentimientos y emociones entremezclados. La vida y la muerte, ambas presentes, nos llevaban de un extremo a otro en una especie de carrera sin fin. Se han ido sucediendo los momentos de tal modo que nuestras vidas parecían una montaña rusa. Incluso aquellos que sufrimos de vértigo decidimos no bajarnos. Hoy, la vida es muy distinta a la que teníamos hace un año; muy diferente de la que teníamos hace dos; insospechada de la que teníamos hace tres.

Pedro, tal vez alguna vez te preguntes por qué concitas el amor de tus padres, por qué tus abuelos y tus tíos te quieren del modo en que lo hacen, por qué significas eso que te resulta incomprensible. Supongo que resumiéndolo todo un poco, es porque sí, porque las circunstancias, las tuyas y las nuestras, lo propiciaron así. Supongo que nadie sabe aún la relevancia de todo lo que vivimos, ni de qué modo te afecta a tí. Tú, sólo tienes todavía un año y lo que ahora te toca es otra cosa muy diferente que pensar en ello. Pero es indudable, que por el modo en que nos ha afectado a los que hoy te rodeamos, va a determinar en cierta forma quién serás y cómo en el futuro. Ojalá, que sepamos darte lo que nos diste a todos sólo con tu nacimento. Ojalá esa alegría y esa capacidad de sentir se traduzca en tí en las sonrisas y las lágrimas que te ayuden a ser un motivo de orgullo para todos nosotros. Nada necesitamos de tí salvo que seas quien quieras ser. Ya nos has dado más de lo que nadie está obligado. Crece como cualquier otro de tu edad. Las respuestas irán llegando. Aunque algunas, como cuando te preguntes que significas para los tuyos, tenga como solución inconclusa palabras similares a estas...

domingo, 16 de septiembre de 2007

Pon un calvo en tu vida

Los hay para reafirmar los rizos, para eliminar la grasa, los que combaten la caspa, especiales para recien teñidos, para prevenir la caída.. Camomilla, zyritione o aloe vera, cualquier sustancia o fórmula química puede tener aplicación en la industria del champú. Todo es poco para la industria del pelo. Pero, ¿y el champú para calvos? Acaso se nos vaya a negar el derecho a tener un jabón adecuado a nuestras necesidades. Acaso, ese aura de malditismo infausto sea la causa que nos impida disfrutar de las friegas de espuma en la cabeza...

Pero, ahora que ser calvo ya no es ese destino inevitable al que te aboca la dichosa genética, o un ataque de estrés, o el exceso de testosterona; ahora que uno no es, sino que está calvo, porque la calvicie está de moda; ahora que uno se rapa del todo la testa por solidadaridad o por exhibicionismo; ahora es llegado el momento de reclamar un gel para la falta de cabello. No se nos puede negar ese placer de la ducha. Ya es suficiente con tener que renunciar a una tarde en la peluquería.

Ya no es exigir respeto, ni reclamar tolerancia. Es nuestro derecho a participar en la industria del consumo. Es una petición justa a participar en condiciones similares de la exaltación de la banalidad. Basta de la discriminación a los que carecemos de cabellera. Que no se nos recluya en la ignominia de la peluca. En el calvario de los implantes. El mundo también es nuestro.

Las dos caras de la misma moneda

Hace un par de días que Iosu Ion Imaz ha anunciado que renuncia a presentarse de nuevo para la reelección como presidente de su partido. Acto seguido, muchos de los que le han puesto en circunstancias difíciles, muchos de los que le han cuestionado, muchos de los que decían que era un lobo con piel de cordero, muchos de todos ellos se han lamentado y proclaman que le va a echar de menos. Ahora se dice que era el rostro amable del PNV... Y se dice no por enaltecerle sino por rebajar a la mínima expresión a sus opositores dentron sl partido, por menospreciar al actual Lehendakari, como aviso a navegantes que se le lanza a quien le suceda.

La forma en que están constituidos los partidos políticos no hablan muy en favor de su democracia interna, de la capacidad de discrepancia de sus miembros sobre las tesis oficiales, de la pluralidad de puntos de vista; en suma, los partidos políticos son estructuras en las que todos piensan y dicen básicamente lo mismo. Es por eso, que si alguien piensa que Imaz era muy diferente de su oponente Joseba Egibar, se equivoca o pretende confundir al resto. Hasta donde puedo saber, en lo que difieren principalmente ambos, es en las condiciones en las que se habría de proponer una consulta al pueblo vasco en lo tocante a su autodeterminación. El día que eso ocurra, ambos muy posiblemente votasen lo mismo. Para Imaz, es condición necesaria la desaparición de la violencia terrorista para que eso se lleve a cabo. Egibar sin embargo, cree que hay que hacerlo de todos modos, que los que empuñan las armas en modo alguno deben condicionar el debate político, que no se puede renunciar a aquello en lo que se cree porque un asesino pida lo mismo. Ambas posturas tienen su parte de razón, lo que desconozco es cual decir que es más justa. Empero la posición de Egibar no difiere mucho de la que sostienen aquellos que no se puede nunca ceder ante el chantaje terrorista. Y el chantaje de ETA, lo es para toda la sociedad vasca, incluso para los que sólo votan a los que se erigen como sus "representantes políticos"... Pedirle al PNV que renuncie a su credo político a causa de la existencia de la banda terrorista es un chantaje, se plantee del modo que se quiera. Identificar a aquellos que comparten objetivos pero no el modo de conseguirlos, es una burda manipulación por muy políticamente correcto que nos parezca. ¿Acaso los que gobernaban durante los días del secuestro de M.A. Blanco debieron acceder a las demandas de sus captores para así salvarle la vida? Mayoritariamente todos pensaron que no. Y muchos de esas voces claman ante el ejercicio de su labor política por los vasconacionalistas. Imaz era la voz del voluntarismo moral que ahora todos alaban. La voz que convenía para apartar del debate político la cuestión del referendum. Lástima que la honestidad y coherencia de Iosu Ion tenga semejante premio. Estoy seguro que devolverá tal regalo. Mi respeto por alguien que se volcó en buscar la paz mientras tantos otros se envolvían en banderas.

viernes, 14 de septiembre de 2007

Elogio de la escritura




La forma en que uno elige expresarse supongo que viene dada por la forma de asimilar las situaciones. Quiero decir que no es lo mismo reflejar lo que se siente o piensa escribiendo, que hacerlo hablando o de cualquier otra forma de comunicación. Si hubiese de explicar porque muchas de las cosas las expreso sólo escribiendo, es porque haciéndolo así encuentro un espacio para la reflexión en el que consigo tiempo para la credibilidad. No soy más verdadero, pero hállome algo más convencido.

Creo que establecer una distancia real con las palabras, verlas escritas, poder repasarlas como canturreando, hacen del encuentro entre el autor y la obra una especie de catarsis en la que unos lazos se rompen para siempre y otros aparecen casi sin darnos cuenta. Nace un compromiso con lo dicho, con lo pensado; porque esas palabras impresas han sido asumidas de algún modo, de seguro que han sido mínimamente maduradas en ese fuero íntimo e interno.

No creo que el estilo sea lo más relevante. No creo que la forma estética sea el principal condicionante. Creo que cualquier género cumple con la función. Con esa misión de canalizar y dar salida de un modo mínimamente ordenado de nuestras convicciones de andar por casa, de esas presuntas certezas que nos aportan seguridad, del caudal de sentimientos que nos confunde, hasta de nuestras quejas infundadas. Escribir permite comprender la naturaleza del dolor, admirar la belleza que no nos pertenece, reivindicarnos en nuestros errores, nos compromete en la palabra dada. Y es que seguramente, esa materialidad de la escritura, esa posibilidad que permite convertir en algo físico lo increado, es una extensión de como nos entendemos, de como nos vivimos, de aquello que más necesitamos. Tan es así, que escribimos incluso porque necesitamos a nuestros muertos más allá del recuerdo. Bendita forma de materialismo y concreción. ¿Sabe alguien de algo más hermoso que ir llenando páginas en blanco?

jueves, 13 de septiembre de 2007

Emil Cioran

No encuentro muchas razones para recomendarle a nadie la lectura de los libros de Emil Ciorán. Probablemente es uno de los filósofos que mejor ha escrito. Su dominio del lenguaje, su sentido del humor y su capacidad poética consiguen que se disfrute de los momentos en que se adentra uno en sus textos. Y el menosprecio que de parte del stablishment recibe de forma patente le hacen todavía más atractivo en el siglo en que lo contracultural está de moda...

En cada uno de sus escritos rezuma inteligencia, pero hay que estar preparado para recibir una brutal paliza. Ciorán no deja títere con cabeza, lo golpea todo y sin piedad. Sólo se permite ese fino sentido del humor tan suyo, esa mala leche que lacera la conciencia, para hacer algo más digerible el escarnio, el insulto, la burla. No es un bufón ni un payaso, que nadie se equivoque. Se semeja más a Yahvé en un ataque de cólera.

Por eso digo muy en serio, que a pesar de lo mucho que disfruto leyéndole, intentando seguir sus diatribas, por eso no le recomiendo a nadie que quiebre su equilibrio inestable, su paz temporal, su alegría pasajera para leer a este impresentable. Y mucho menos a aquel que sufre por todo, que duda siempre, que vive eternamente temeroso. No hay un momento ni propicio ni adecuado. Sólo se llega a él a través de un mal consejo de amigo. Por no tener no tuvo ni discípulos este Judas Iscariote de la filosofía. Lo traiciona todo con sus contradicciones y paradojas, destruye aquello en lo que incluso cree, le da todas las ventajas al enemigo.

No voy a decir lo evidente, eso de que queda todo el mundo advertido. Quien lo estime puede creerme. Yo seguiré disfrutando de sus libros convertido en el masoquista que ahora soy. Nada gano ni pierdo en este empeño de evitarle a nadie una innecesaria tortura. A los que vayan por libre una última recomendación: Si tienen miedo a volar léanle en los aviones...

miércoles, 12 de septiembre de 2007

Miedo con forma de mochila

En un día como el que acaba de terminar es complicado evitar la influencia de ciertas noticias. Un once de septiembre en los tiempos que corren ineludiblemente queda marcado por el terrorismo. Lo que ocurrió ha sido repetido hasta la saciedad. Y ponerse del lado de las víctimas no es lo más difícil. Lo que no es tan sencillo es explicar el porqué de las cosas y poner soluciones. Pero siempre ha ocurrido de tal modo.

Los conceptos que nacen en torno al terrorismo configuran una geografía difusa fruto de la perspectiva de quien los aplique. Así que si uno da unos cuantos pasos hacia atrás, reune todas las opiniones y decide no tomar partido, el resultado es que todos somos causa y efecto, premisa y conclusión, objetivo y francotirador. Demasiado desorden para empezar a poner las cosas en su sitio...

No hace mucho un tribunal, le ha reconocido a una mujer fallecida meses después del atentado a causa de la polución por la nube de polvo, no sólo su condición de víctima, sino su derecho a figurar en la placa que homenajea a los que fallecieron ipso facto. Además de llevar pareja la consabida indemnización. Si el único consuelo que podemos dar (y que nos reclaman) a los familiares de los fallecidos son un montón de billetes, nos alejamos de toda solución posible. Olvidar que el muerto es el principal afectado es la peor manera de honrar su memoria, de desagraviarlo. De ningún modo quiero decir que haya que abandonar a su suerte a sus más allegados, pero engordar su cuenta bancaria no es remedio alguno. Y si no lleva aparejada ninguna otra medida, más que resolver nada, lo pervertimos todo.

Suele afirmarse frecuentemente algo que no comparto de ningún modo y que un refrán muy castellano resume perfectamente: "Cuando seas padre, comerás huevos". Es la forma más egoísta que conozco de entender la empatía. Limitar el conocimiento y la cercanía, a sufrir las consecuencias o haber pasado por ello, nos aleja de comprender la naturaleza de los hechos. Nadie está más cerca que nadie de la verdad por el hecho de contar entre sus filas uno o mil muertos. De ninguna manera pueden ser los únicos portavoces. Dicen, que aquellos que se dedican a resolver crímenes, para hacerlo se ponen en el pellejo de quienes los cometen. Si se acepta que el terrorismo es algo que va más allá de cualquier otra forma de violencia, su solución no puede estar únicamente en la necesaria condena. Creo que las herramientas están dentro de lo que nos hemos dado como estado de derecho, del modo de entendernos como humanos.

Son muchas las caras del por problema y por ende, como bien saben los matemáticos, muchas más las aristas. Cortarse y sangrar, es tan sólo una parte más del proceso...

martes, 11 de septiembre de 2007

De llegadas sin fin; de mitos sin retorno

Cuando a uno le explican la diferencia entre contingente y necesario empieza a tener argumentos para convertirse en escéptico. Se pasa de imaginar que cualquier cosa es posible, a que las cosas son así pero podrían ser de otro modo. Hay una especie de fatalismo en lo que las cosas son. De hecho, si el destino es algo inevitable el único mérito del héroe reside en no salirse del guión. Pienso en todo ello y no dejo de ver la imagen del pez que se muerde la cola. Comportamiento este curioso del que no se conoce estudio alguno por parte de ningún etólogo.

Otra diferenciación impertinente es la que existe entre descubrir e inventar. Aplicada a los fundamentos de la relación entre dios y el hombre, supone algo más que una contradicción o una paradoja: herejía, herejía, herejía. No es tampoco muy grave, pues hubo quien negó tres veces y pasó a la historia como el primer papa de Roma. No hay como creer en lo creado... Las dudas nacen de lo posible; hay quienes piensan cuando todo está hecho. Del encuentro del hombre con las cosas a veces salen leyes universales, a veces resoluciones de naciones unidas.

Tiene algo de hermoso toda paradoja... Tiene algo de doloroso toda contradicción... No siempre lo confuso está contraindicado, aunque bien es cierto que apenas sirve de mucho, nunca lo tuve muy claro. Y aunque hablar así me emparenta con iluminados, escapo de toda tentación a cerrar los ojos y pronunciar otro "hágase la luz". No vayamos a empezar de nuevo...

domingo, 9 de septiembre de 2007

GH: Yo te castigo a ser famoso

The Big Brother fue el recurso literario que empleó George Orwell para denunciar el uso de la propaganda en las sociedades comunistas y fascistas. Eso se dice. El control absoluto de sus ciudadanos por parte de sus gobiernos era una característica claramente identificable y que socialdemócratas y liberales se empeñaban en denunciar para dejar patentes las diferencias entre sistemas. Hoy, que la discusión ha desaparecido porque todos coinciden en las bondades económicas del capitalismo, tenemos programas en todas las televisiones del mundo con el nombre que creó el autor de "1984".

El programa en cuestión consiste en la grabación de todos los movimientos de los habitantes de una casa, y su emisión por una canal de televisión. Una especie de zoológico humano que viene a inaugurar la era de los realitys shows. La vida del hombre entendida como espectáculo. Hay quien incluso afirma que puede llegar a ser un banco de pruebas de modelos que sirvan para sustentar las últimas teorías de antropólogos, etólogos, psicólogos y otros logos que se mueven en el alambre del conocimiento.

Se olvida con facilidad las implicaciones éticas y morales de toda acción humana. El modo de hacer televisión tiene mucho que ver en la manera de ejercer los derechos, deberes y libertades de los que la ven. Y en el caso de los realitys, más en concreto todos aquellos con la estructura de "Gran Hermano", se pone en juego un derecho que se tiene por fundamental en las sociedades modernas: El derecho a la intimidad. Algo que caracteriza a los derechos es que son irrenunciables. De ese modo se protege al hombre de sí mismo. Tiene sentido pues si se entiende que algo es constitutivo y propio de alguien, no es posible que ese alguien renuncie a ello pues obviamente dejaría de ser quien es. Y de ese modo se pondría en cuestión ese principio que dice que todos somos iguales en lo que atañe, entre otras cosas, a derechos.

De este modo, resulta que no ha hecho falta un poder absoluto y opresor para que el hombre renuncie a ser ese ideal que todas las constituciones democráticas describen en su articulado en consonancia con la declaración universal de los derechos humanos. Ha sido suficiente con la promesa del minuto de fama que reclamaba Andy Warhol. Es posible que con un derecho menos seamos todos más iguales, sólo que también un poco menos hombres. Está visto que hasta las sociedades capitalistas y liberales necesitan de esclavos. Aunque muchos se crean actores...

Isaac Bashevis Singer


En demasiadas ocasiones se suele decir que el literato, de un modo u otro, escribe desde la experiencia personal. Si así fuera, supongo que hay muchos ejemplos de obras que despertarían la curiosidad sobre la vida del autor. Personalmente, a mí el universo de I.B. Singer me llenaría de inquietud si doy por cierta la frase inicial.

El judío aleman que escribía en yiddish, incluso el periódico que fundó en Nueva York, hizo de sus cuentos y novelas una suerte de reinterpretación de la mitología hebrea, de las relaciones de los hombres, creyentes o no, con dios. No sé si un agnóstico puede ejercer el realismo mágico. Ignoro el grado de compatibilidad del ateo con el surrealismo. Desconozco si el creyente puede encontrar acomodo en el costumbrismo. Para Singer, todo era posible. El azar como cantidad no mensurable de posibilidades, brinda la oportunidad a un cierto "aquí vale todo" de andar por casa. Ese mismo azar y la poética del caos nos lleva a ese ideal del "todo es posible" si puedo soñarlo.

Leer al que fuera venerable y respetado premio nobel, le lleva a uno a cuestionarse su relación con dios. No en la certidmbre de este ni en sus fundamentos, sino para matizar la frase más conocida de Guillermo de Ockham que venía a decir aproximadamente que aquello de lo que nada se puede saber es mejor no decir nada. Singer no aporta ningún dato, fidedigno o no, sobre la existencia de dios. Expone a sus personajes en su relación con él para no resolver nada. Y a base de probar posibilidades inciertas consigue la demostración de su universo. ¿Cómo consigue llenarlo de poesía? La solución está en la vida, no en su forma de contarla.

viernes, 7 de septiembre de 2007

Yo gano; tú pierdes

La solidaridad es un concepto maltratado en el deporte. De hecho, se habla de deportes de equipo, y uno se pregunta si no habrían de denominarse como corporaciones con intereses comunes. El ciclismo, por citarlo el primero, es un claro ejemplo de subordinación de los esfuerzos de los más débiles del grupo en favor de la gloria del líder. Esa forma de colaboración tiene que ver más con la explotación que con la solidaridad. Ese derroche generoso de energía les ha dado como premio el sobrenombre de gregarios. Queda más que claro...

En la sociedad del espectáculo, fútbol y balonmano y todos aquellos deportes en los que los conceptos de defensa y ataque conllevan un reparto de roles, en los que unos sacrifican renombre, reconocimiento y dinero en su recorrido hacia la victoria, para que finalmente esta otorgue esos excedentes a aquellos que culminan el trabajo. Y aunque los defensas lleguen a alcanzar el status de héroe, ¿acaso Ulises terminó ganándole a los dioses?

Hay deportes como el baloncesto, en que los rangos son más difusos, en que parece que todas las funciones, además de ser necesarias, se valoran desde una cierta equidistancia. Indicios de solidaridad. Pues hasta el valor que alcanzan los suplentes no sólo es relevante sino notorio. Huellas y sólo huellas...

Los deportes de equipo, no puede olvidarse que al menos necesitan de dos oponentes. Cuando todo se reduce a ganar o perder, el ser solidario es un recurso para la supervivencia. Y con demasiada frecuencia se olvida, que la grandeza del que vence está en relación directa con la del que nada obtiene. La solidaridad bien entendida en el deporte, sería compartir honores. Pero esto, tiene que ver más con la filososía que con la televisión...