domingo, 30 de septiembre de 2007

Alubias

Blancas, rojas, pintas o negras. Fabes, judiones o pochas. Viudas o con chorizo y morcilla, o con berza. Las alubias son mi plato preferido. Podría comerlas hasta hartarme. En invierno o verano. En la comida o para cenar. Hasta en tortilla...

Y sin embargo, a las alubias les pasa que no están bien vistas. Ni siquiera con almejas. En cierto modo es comprensible. Dile tú a alguien que vigila cada gramo de su dieta que se meta un par de platos entre pecho y espalda. Entiendo que les de incluso asco. Son a tantos a los que les da asco la comida. A mi me parece completamente antinatural, porque sin comer te mueres, pero se lleva eso de no disfrutar en vida. Hay que ser frugal. Y las alubias no tienen nada de frugales. Son una oda a la plenitud. Uno se llena con tan sólo verlas.

Me podría pasar el día hablando de sus excelencias, pero disfruto aún más comiéndolas. Hasta la exageración. Las pondría hasta en un menú de boda. Que uno se harta de tanto canapé minúsculo servido en plato de dimensiones elefantiásicas. Tanto cubierto para especialista, cuando la boca está hecha para la cuchara. Tanto vino con bouquet para carnes sin grasa. La alubia en particular, la legumbre en general, hasta el champagne bien las acompaña.

Sé de un enfermo de cáncer que solamente podía comer habas. Y sin embargo en los hospitales, jamón de york y pescado hervido. Sanar así es un acto de heroicidad. Parece que quieran que no salgas de alli o que lo hagas corriendo. Sólo espero que no se conviertan en artículo de lujo, que no las desubra la nouvelle cuisine, que no las recluyan en los estantes de las delicatessen. La legumbre es la democracia hecha hidrato de carbono. Con aires de nostalgia a anarquía. Me importa un bledo pasar a la historia de los ignorantes en gastronomía. Mientras pueda disfrutar comiendo...

sábado, 29 de septiembre de 2007

Abuso de poder


Mi desconfianza hacia todas las instancias que representan a alguna de las parcelas de poder va más allá de una forma de ser. Creo que al ciudadano de a pie sólo le queda como única arma para defenderse de los abusos de dichas instancias, el permanecer vigilante y denunciar tales abusos. Porque a pesar que existe una división real de poderes, no es menos cierto que tienden a protegerse entre sí. Así pues, el poder político, judicial, económico, mediático o las fuerzas de seguridad, mantienen lazos entre sí que conforman una red invisible que constriñe al ciudadano para convertirlo en mero observador o peón al servicio de sus intereses.

En los últimos días se han producido un par de noticias en torno a la policía que pone bien a las claras como en el ejercicio de los derechos no prima en modo alguno la relación de equidad, tan necesaria para la sana convivencia entre todos, y que socavan la credibilidad de las instituciones.

El ministerio del interior ha tenido a bien recomendar a las fuerzas de seguridad lucir en lugar visible y claro el número de identificación por cada policía. Algo que tenía que ser de obligado cumplimiento, del mismo modo que todo ciudadano debe portar siempre su documentación y exhibirla ante la autoridad siempre que le sea requerida por esta, resulta que cuando se van a cumplir 30 años de la actual constitución todavía existe una indefensión de la gran mayoría y un abuso de poder por parte de quienes pagamos para protegernos. No hay justificación alguna que pueda sostener o amparar el mantenimiento de tal anomalía. El pueblo queda reducido a populacho.

La segunda noticia, tiene que ver con la forma de reivindicar sus derechos la policía nacional. Por muy justas que fueran, el agravio comparativo con todos aquellos que alguna vez han pretendido ejercer su derecho de manifestarse y se les ha denegado por la autoridad gubernativa es muy grande. No parece muy justo que los policías, sin haber obtenido permiso alguno, corten la Castellana en Madrid; y parece más injusto todavía que quienes tienen que restaurar el orden, esos antidisturbios incapaces de tener miramientos con nadie a la orden de "a por ellos", terminen abrazándose con sus compañeros manifestantes. Es una vergüenza. Han convertido el orden de garantías jurídico en una pantomima. Y nadie tomará cartas en el asunto. Siempre he defendido el derecho de sindicación incluso para los militares. Pero está visto que aquellos que reciben la responsabilidad de portar un arma para garantizar la seguridad del estado, no están preparados para defender con justicia el sistema de valores vigente. Reclamando del modo en que lo han hecho, han pisoteado los derechos de los demás. De este modo no consiguen sino más incomprensión por el resto de la sociedad.

Y es que aquellos que están integrados dentro de un poder fáctico, tienen la responsabilidad de ser absolutamente escrupulosos en todas sus acciones. De lo contrario, la credibilidad en as instituciones se desvanece, y el tejido social se va construyendo en base a relaciones de componendas. La corrupción es el fruto de todas esas actuaciones.

No se puede pedir que el ciudadano deposite su confianza en estas condiciones. Desde luego, la mía no la tienen. Son las convicciones personales y no los hechos del día a día quienes todavía sostienen este castillo de naipes. Más les valdría a quienes tienen algún poder de decisión ponerse al servicio de lo que dicen defender y proteger. A esto se le habría de llamar caos. No confundir con anarquía.

viernes, 28 de septiembre de 2007

Un día más no es un día menos

Uno no sabe muy bien cuando empieza a ser un anacronismo. No sé si tiene algo que ver el tan renombrado complejo de Peter Pan, pero no deja de ser cierto que esa resistencia a ver como la imagen que te devuelve el espejo es cada día diferente le crea a uno la falsa sensación de tiempo detenido. Supongo que cada edad tiene sus acontecimientos, pero nunca fui de los que tuvo prisas por nada. Tal vez sea por ese orden de prioridades cuyo caos me es imposible de descifrar. Aunque supongo que seguir soñando con ser astronauta es algo más que una quimera una vez que pasas de los treinta. El día que pretendes acceder a una de esas ayudas del estado para jóvenes y tu DNI te delata, debe ser como comer un bocata de polvorenes sin siquiera la ayuda de un vaso de agua.

Pero bueno, uno todavía se ve con las facultades suficientes como para realizar unos estiramientos sin que le duela el cuerpo. Aunque ya estoy pensando en pasarme al taichi. Siempre puedo decir que es una manera muy cool de mantener la armonía entre mi cuerpo y mi mente. A los que todavía saben resolver una raíz cuadrada sin necesidad de calculadora puede resultarles frustrante saber que los planes de estudio tienen hoy nombres diferentes a los de su infancia. Aquellas matemáticas no sirven ni para resolver sudokus.

Y aunque he tenido que cambiar el café por el colacao, ya no soy capaz de desayunar más de cuatro galletas. Los hijos de mis amigos tararean las canciones de moda mejor que yo. Si trastabillo cuando bailo ya no es por culpa del par de cubatas de más. Casi no quedan jugadores de fútbol en activo con mi edad. Ya no sueño con tener un descapotable. A veces mis poemas riman.

En definitiva, me hago mayor aunque no me lo quiera creer. Y de hecho, ya no puedo decir que no tengo la edad que represento. A veces me dicen señor y ya no les corrijo. Pero bueno, supongo que tiene que ser así.

Pero creo que hay ciertas cosas que no se pierden si uno no quiere: la capacidad de rebelarse, la osadía del que espera algo mejor, la curiosidad del que no lo sabe todo, la franqueza de aquel que no analiza su vida en clave de éxitos o fracasos. Está visto que por mucho que salga el sol por el este, cada mañana da pie a un día distinto. A disfrutarlo toca...

domingo, 23 de septiembre de 2007

José Mourinho

En el mundo del fútbol tanto si eres entrenador como si eres árbitro, es seguro que siempre te vas a encontrar con individuos que nunca habrán entrenado o pitado siquiera un partido de infantiles, pero que creen saber mejor que tú como hacer tu trabajo. Pero mientras el árbitro permanece estable en su puesto por años y años, el entrenador se ve obligado a hacer las maletas a cada poco tiempo. Dicen que es cosa de los resultados, pero va mucho más allá...

En la actualidad hay unos pocos técnicos con el prestigio suficiente como para acaparar las portadas de los diarios deportivos. Quizás, el que más notoriedad ha alcanzado en los últimos años es un portugués de gesto arisco llamado José Mourinho. Su currículo es impresionante y su carrera está llena de peculiaridades que le hacen un entrenador especial. Por su estilo de juego pertenece al grupo de entrenadores llamados resultadistas, pero al igual que a Favio Capello, los hechos le avalan. Oporto y Chelsea le deben su gloria. Y Deco y Lampard su salto al estrellato.

Mourinho deja el Chelsea. Esa es lo noticia esta semana. Su relación con otro personaje peculiar, Abramovich, se ha roto definitivamente. No soy amigo de hacer pronósticos pero el Chelsea le va a echar de menos. El carisma de José le ha llevado a enfrentarse con todo aquel que se interousiera en su camino hacia la victoria. En el apogeo del Manchester United, llegó él y les arrebató dos títulos de la premier. Y en sus enfrentamientos con él probablemente mejor Barcelona de la historia, fue capaz de sacar de sus casillas al mismísimo hombre tranquilo: Frank Rijkaard, otro grande. Las eliminatorias en Champions League entre estos dos equipos han deparado probablemente los momentos más intensos de fútbol en los últimos tiempos.

Mourinho deja el Chelsea porque no admite injerencias en su trabajo. Nadie suele admitirlas de buen grado, pero para un entrenador es el pan nuestro de cada día. Presidentes, periodistas y jugadores suelen robarles el protagonismo cuando lo merecen, y suelen dárselo cuando no lo tienen. Así es el fútbol, mítica frase que lo resume y resuelve todo en este mundo. Pero Mourinho tiene en su haber haber sabido ver en jugadores como Costinha, Tiago, Carvalho, Deco, Maniche, Cech, Terry, Lampard, Essien o Drogba las características necesarias para hacer de sus equipos maquinarias perfectamente engranadas para conseguir victorias. Convirtió el hambre de gloria de los jugadores en voracidad. Porque en el fútbol no es suficiente con tener buenos jugadores, hay que querer ganar, hay que creer en la victoria más que el rival. Y en eso, Mourinho es como el mismo Cronos, se comería a sus hijos con tal de seguir reinando en el Olimpo.

La otra cara de la moneda es que ese mismo caracter le ha conseguido ir acumulando enemigos a cada partido, en cada declaración a los medios, casi casi en cada aparición pública. Pocos son los que le quieren. El respeto como profesional se ha visto oscurecido por los odios que despierta. Y la prensa ha aprovechado como nunca la carnaza que tenía delante. Han hecho de Mourinho un antihéroe antipático. Detestable. Sólo cuando el tiempo pase, su tiempo de triunfos constantes, sólo entonces se le empzará a recordar con cierta nostalgia. Sobre todo, aquellos que un día contaron con él como el general que comandaba sus tropas. Mientras tanto, su figura de dandy enfurruñado seguirá despertando inquinas. Pero si por alguna cosa le tendremos que recordar los que gustamos del fútbol en cualquier versión, es su demostración de que la gloria está al alcance del trabajo diario, del rigor, del orden. En un fútbol como el de hoy tan lleno de fuegos de artificio, tan predispuesto en convertir en dioses a quienes sólo tienen destellos, Mourinho se ha labrado su fama con un puñado de soldados, no exentos de calidad, expertos en la lucha cuerpo a cuerpo. Donde vaya se rodeará de los suyos, de los jugadores leales, de los que primero cumplen antes de pedir recompensa alguna. De los que hacen que el mundo del fútbol sea todavía un lugar digno.

sábado, 22 de septiembre de 2007

Hablando claro

La lengua es la principal herramienta para la comunicación que posee el ser humano. Dudo que los antropólogos sepan la verdadera razón del por qué de la multitud de idiomas. Resulta tan inverosímil por kafkiano que hasta apetece creer en la torre de Babel.

La realidad nos muestra que la lengua ha sido utlizada sobre todo como un instrumento para ejercer la dominación, como símbolo de poder. No es mucho mejor el actual estado de cosas. El elogio de la diferencia ha provocado que las diferencias se impongan a los rasgos comunes, con lo que seguimos en ese empeño de no querer entender al otro. Es probable que el mundo sea mucho más rico gracias a la variedad de lenguas, idiomas, dialectos, dejes y acentos. Gracias a la jerga incluso. Pero el fin último de la comunicación es algo tan simple como comprender o ser comprendido. A veces ambas cosas... Es por eso que tiene que haber una cohabitación que nazca no sólo de la propia sensatez sino del respeto por la otredad, ese respeto cuyo camino es de ida y vuelta, pues tanto sirve para establecer lazos de cercanía gracias a los rasgos compartidos como a no ver como agresión u ofensa en la diferencia.

Es un derecho el poder expresarse en lengua en que uno crea conveniente. Y en el ejercicio de ese derecho nadie puede ser objeto de menoscabo tanto en su integridad como en el resto de deerechos. Pero coexiste a su vez un deber que consiste en conocer el idioma del lugar donde se reside. Esgrimir el derecho sin la asunción de los deberes intrínsecos supone un agravio a el resto de sujetos, una perversión del derecho pues se hace de él un uso al modo de privilegio. Y la legitimidad entonces desaparece. Usar los derechos en contra de los otros, de aquellos que también los detentan en el mismo grado e igual responsabilidad conlleva un menosprecio de ese principio que sostiene todos estamos provistos de los mismos derechos y deberes, en definitiva, que todos somos iguales, que no hay distingos por condición, que un ser humano equivale a cualquier otro ser humano...

La responsabilidad de cada uno de nosotros con respecto a nuestro idioma nos ha de llevar a defenderlo con su uso correcto, con su conocimiento preciso, entendiendo que su difusión es un pacto entre dos partes, hay que ser consciente de que el idioma se caracteriza por su capacidad de adaptación a las nuevas circunstancias, que su riqueza deviene de la constante admisión de vocablos nuevos. Su defensa de ningún modo se ejerce reprimiendo el uso de otras lenguas; de la imposición allá donde no corresponde, bien sea con el abuso de los nuevos medios de expresión y conocimiento o con el reclamo de una posición heredada de modo injusto, se le hace un flaco servicio al respeto necesario para la libre coexistencia.

Así pues, bienvenidos sean todos los que tengan algo que decir, no importando en modo alguno en que idioma lo hagan. Ante todo, coherencia.


viernes, 21 de septiembre de 2007

El sabelotodo

Encima de la mesa tenía un montón de papeles, todos con datos muy dispares. Iba más allá de las churras y merinas, de la velocidad y el tocino. Se podría decir que había sucumbido a la tentación de ir má s allá de lo casual. O que su capacidad de abstracción le permitía ir de la mano del azar. Es como si el orden y el caos no tuvieran misterio para él.

Se movía entre lo plausible y lo probable con la cadencia de la costumbre. Donde había un misterio enunciaba una ley. Cada indicio o sombra de duda eran susceptibles de ser un principio. Una premisa podía darse a cualquier hora de la mañana. Sus certezas eran los verbos irregulares. Su verdad, no le permitía salir de casa.

miércoles, 19 de septiembre de 2007

Quiénes somos, de dónde venimos, a dónde vamos...

Si hay algo difícil de medir es el modo en que los demás nos valoran, lo que significamos para aquellos que nos rodean, qué tenemos o nos falta para que los otros nos tomen en cuenta de la manera en que lo hacen. Y supongo que para un hijo, saberlo sobre sus padres es más complicado si cabe. Uno determina finalmente que estos le quieren porque sí, porque no les queda otro remedio, porque está en la naturaleza misma de las cosas. Tal vez sea así y quizás sea cierto que hay algo parecido a lo que llamamos destino.

Hoy, hace un año que nació mi sobrino. Las circunstancias familiares hicieron de aquel acontecimiento algo que para todos los que lo vivimos de cerca concitaba todo un cúmulo de sentimientos y emociones entremezclados. La vida y la muerte, ambas presentes, nos llevaban de un extremo a otro en una especie de carrera sin fin. Se han ido sucediendo los momentos de tal modo que nuestras vidas parecían una montaña rusa. Incluso aquellos que sufrimos de vértigo decidimos no bajarnos. Hoy, la vida es muy distinta a la que teníamos hace un año; muy diferente de la que teníamos hace dos; insospechada de la que teníamos hace tres.

Pedro, tal vez alguna vez te preguntes por qué concitas el amor de tus padres, por qué tus abuelos y tus tíos te quieren del modo en que lo hacen, por qué significas eso que te resulta incomprensible. Supongo que resumiéndolo todo un poco, es porque sí, porque las circunstancias, las tuyas y las nuestras, lo propiciaron así. Supongo que nadie sabe aún la relevancia de todo lo que vivimos, ni de qué modo te afecta a tí. Tú, sólo tienes todavía un año y lo que ahora te toca es otra cosa muy diferente que pensar en ello. Pero es indudable, que por el modo en que nos ha afectado a los que hoy te rodeamos, va a determinar en cierta forma quién serás y cómo en el futuro. Ojalá, que sepamos darte lo que nos diste a todos sólo con tu nacimento. Ojalá esa alegría y esa capacidad de sentir se traduzca en tí en las sonrisas y las lágrimas que te ayuden a ser un motivo de orgullo para todos nosotros. Nada necesitamos de tí salvo que seas quien quieras ser. Ya nos has dado más de lo que nadie está obligado. Crece como cualquier otro de tu edad. Las respuestas irán llegando. Aunque algunas, como cuando te preguntes que significas para los tuyos, tenga como solución inconclusa palabras similares a estas...

domingo, 16 de septiembre de 2007

Pon un calvo en tu vida

Los hay para reafirmar los rizos, para eliminar la grasa, los que combaten la caspa, especiales para recien teñidos, para prevenir la caída.. Camomilla, zyritione o aloe vera, cualquier sustancia o fórmula química puede tener aplicación en la industria del champú. Todo es poco para la industria del pelo. Pero, ¿y el champú para calvos? Acaso se nos vaya a negar el derecho a tener un jabón adecuado a nuestras necesidades. Acaso, ese aura de malditismo infausto sea la causa que nos impida disfrutar de las friegas de espuma en la cabeza...

Pero, ahora que ser calvo ya no es ese destino inevitable al que te aboca la dichosa genética, o un ataque de estrés, o el exceso de testosterona; ahora que uno no es, sino que está calvo, porque la calvicie está de moda; ahora que uno se rapa del todo la testa por solidadaridad o por exhibicionismo; ahora es llegado el momento de reclamar un gel para la falta de cabello. No se nos puede negar ese placer de la ducha. Ya es suficiente con tener que renunciar a una tarde en la peluquería.

Ya no es exigir respeto, ni reclamar tolerancia. Es nuestro derecho a participar en la industria del consumo. Es una petición justa a participar en condiciones similares de la exaltación de la banalidad. Basta de la discriminación a los que carecemos de cabellera. Que no se nos recluya en la ignominia de la peluca. En el calvario de los implantes. El mundo también es nuestro.

Las dos caras de la misma moneda

Hace un par de días que Iosu Ion Imaz ha anunciado que renuncia a presentarse de nuevo para la reelección como presidente de su partido. Acto seguido, muchos de los que le han puesto en circunstancias difíciles, muchos de los que le han cuestionado, muchos de los que decían que era un lobo con piel de cordero, muchos de todos ellos se han lamentado y proclaman que le va a echar de menos. Ahora se dice que era el rostro amable del PNV... Y se dice no por enaltecerle sino por rebajar a la mínima expresión a sus opositores dentron sl partido, por menospreciar al actual Lehendakari, como aviso a navegantes que se le lanza a quien le suceda.

La forma en que están constituidos los partidos políticos no hablan muy en favor de su democracia interna, de la capacidad de discrepancia de sus miembros sobre las tesis oficiales, de la pluralidad de puntos de vista; en suma, los partidos políticos son estructuras en las que todos piensan y dicen básicamente lo mismo. Es por eso, que si alguien piensa que Imaz era muy diferente de su oponente Joseba Egibar, se equivoca o pretende confundir al resto. Hasta donde puedo saber, en lo que difieren principalmente ambos, es en las condiciones en las que se habría de proponer una consulta al pueblo vasco en lo tocante a su autodeterminación. El día que eso ocurra, ambos muy posiblemente votasen lo mismo. Para Imaz, es condición necesaria la desaparición de la violencia terrorista para que eso se lleve a cabo. Egibar sin embargo, cree que hay que hacerlo de todos modos, que los que empuñan las armas en modo alguno deben condicionar el debate político, que no se puede renunciar a aquello en lo que se cree porque un asesino pida lo mismo. Ambas posturas tienen su parte de razón, lo que desconozco es cual decir que es más justa. Empero la posición de Egibar no difiere mucho de la que sostienen aquellos que no se puede nunca ceder ante el chantaje terrorista. Y el chantaje de ETA, lo es para toda la sociedad vasca, incluso para los que sólo votan a los que se erigen como sus "representantes políticos"... Pedirle al PNV que renuncie a su credo político a causa de la existencia de la banda terrorista es un chantaje, se plantee del modo que se quiera. Identificar a aquellos que comparten objetivos pero no el modo de conseguirlos, es una burda manipulación por muy políticamente correcto que nos parezca. ¿Acaso los que gobernaban durante los días del secuestro de M.A. Blanco debieron acceder a las demandas de sus captores para así salvarle la vida? Mayoritariamente todos pensaron que no. Y muchos de esas voces claman ante el ejercicio de su labor política por los vasconacionalistas. Imaz era la voz del voluntarismo moral que ahora todos alaban. La voz que convenía para apartar del debate político la cuestión del referendum. Lástima que la honestidad y coherencia de Iosu Ion tenga semejante premio. Estoy seguro que devolverá tal regalo. Mi respeto por alguien que se volcó en buscar la paz mientras tantos otros se envolvían en banderas.

viernes, 14 de septiembre de 2007

Elogio de la escritura




La forma en que uno elige expresarse supongo que viene dada por la forma de asimilar las situaciones. Quiero decir que no es lo mismo reflejar lo que se siente o piensa escribiendo, que hacerlo hablando o de cualquier otra forma de comunicación. Si hubiese de explicar porque muchas de las cosas las expreso sólo escribiendo, es porque haciéndolo así encuentro un espacio para la reflexión en el que consigo tiempo para la credibilidad. No soy más verdadero, pero hállome algo más convencido.

Creo que establecer una distancia real con las palabras, verlas escritas, poder repasarlas como canturreando, hacen del encuentro entre el autor y la obra una especie de catarsis en la que unos lazos se rompen para siempre y otros aparecen casi sin darnos cuenta. Nace un compromiso con lo dicho, con lo pensado; porque esas palabras impresas han sido asumidas de algún modo, de seguro que han sido mínimamente maduradas en ese fuero íntimo e interno.

No creo que el estilo sea lo más relevante. No creo que la forma estética sea el principal condicionante. Creo que cualquier género cumple con la función. Con esa misión de canalizar y dar salida de un modo mínimamente ordenado de nuestras convicciones de andar por casa, de esas presuntas certezas que nos aportan seguridad, del caudal de sentimientos que nos confunde, hasta de nuestras quejas infundadas. Escribir permite comprender la naturaleza del dolor, admirar la belleza que no nos pertenece, reivindicarnos en nuestros errores, nos compromete en la palabra dada. Y es que seguramente, esa materialidad de la escritura, esa posibilidad que permite convertir en algo físico lo increado, es una extensión de como nos entendemos, de como nos vivimos, de aquello que más necesitamos. Tan es así, que escribimos incluso porque necesitamos a nuestros muertos más allá del recuerdo. Bendita forma de materialismo y concreción. ¿Sabe alguien de algo más hermoso que ir llenando páginas en blanco?

jueves, 13 de septiembre de 2007

Emil Cioran

No encuentro muchas razones para recomendarle a nadie la lectura de los libros de Emil Ciorán. Probablemente es uno de los filósofos que mejor ha escrito. Su dominio del lenguaje, su sentido del humor y su capacidad poética consiguen que se disfrute de los momentos en que se adentra uno en sus textos. Y el menosprecio que de parte del stablishment recibe de forma patente le hacen todavía más atractivo en el siglo en que lo contracultural está de moda...

En cada uno de sus escritos rezuma inteligencia, pero hay que estar preparado para recibir una brutal paliza. Ciorán no deja títere con cabeza, lo golpea todo y sin piedad. Sólo se permite ese fino sentido del humor tan suyo, esa mala leche que lacera la conciencia, para hacer algo más digerible el escarnio, el insulto, la burla. No es un bufón ni un payaso, que nadie se equivoque. Se semeja más a Yahvé en un ataque de cólera.

Por eso digo muy en serio, que a pesar de lo mucho que disfruto leyéndole, intentando seguir sus diatribas, por eso no le recomiendo a nadie que quiebre su equilibrio inestable, su paz temporal, su alegría pasajera para leer a este impresentable. Y mucho menos a aquel que sufre por todo, que duda siempre, que vive eternamente temeroso. No hay un momento ni propicio ni adecuado. Sólo se llega a él a través de un mal consejo de amigo. Por no tener no tuvo ni discípulos este Judas Iscariote de la filosofía. Lo traiciona todo con sus contradicciones y paradojas, destruye aquello en lo que incluso cree, le da todas las ventajas al enemigo.

No voy a decir lo evidente, eso de que queda todo el mundo advertido. Quien lo estime puede creerme. Yo seguiré disfrutando de sus libros convertido en el masoquista que ahora soy. Nada gano ni pierdo en este empeño de evitarle a nadie una innecesaria tortura. A los que vayan por libre una última recomendación: Si tienen miedo a volar léanle en los aviones...

miércoles, 12 de septiembre de 2007

Miedo con forma de mochila

En un día como el que acaba de terminar es complicado evitar la influencia de ciertas noticias. Un once de septiembre en los tiempos que corren ineludiblemente queda marcado por el terrorismo. Lo que ocurrió ha sido repetido hasta la saciedad. Y ponerse del lado de las víctimas no es lo más difícil. Lo que no es tan sencillo es explicar el porqué de las cosas y poner soluciones. Pero siempre ha ocurrido de tal modo.

Los conceptos que nacen en torno al terrorismo configuran una geografía difusa fruto de la perspectiva de quien los aplique. Así que si uno da unos cuantos pasos hacia atrás, reune todas las opiniones y decide no tomar partido, el resultado es que todos somos causa y efecto, premisa y conclusión, objetivo y francotirador. Demasiado desorden para empezar a poner las cosas en su sitio...

No hace mucho un tribunal, le ha reconocido a una mujer fallecida meses después del atentado a causa de la polución por la nube de polvo, no sólo su condición de víctima, sino su derecho a figurar en la placa que homenajea a los que fallecieron ipso facto. Además de llevar pareja la consabida indemnización. Si el único consuelo que podemos dar (y que nos reclaman) a los familiares de los fallecidos son un montón de billetes, nos alejamos de toda solución posible. Olvidar que el muerto es el principal afectado es la peor manera de honrar su memoria, de desagraviarlo. De ningún modo quiero decir que haya que abandonar a su suerte a sus más allegados, pero engordar su cuenta bancaria no es remedio alguno. Y si no lleva aparejada ninguna otra medida, más que resolver nada, lo pervertimos todo.

Suele afirmarse frecuentemente algo que no comparto de ningún modo y que un refrán muy castellano resume perfectamente: "Cuando seas padre, comerás huevos". Es la forma más egoísta que conozco de entender la empatía. Limitar el conocimiento y la cercanía, a sufrir las consecuencias o haber pasado por ello, nos aleja de comprender la naturaleza de los hechos. Nadie está más cerca que nadie de la verdad por el hecho de contar entre sus filas uno o mil muertos. De ninguna manera pueden ser los únicos portavoces. Dicen, que aquellos que se dedican a resolver crímenes, para hacerlo se ponen en el pellejo de quienes los cometen. Si se acepta que el terrorismo es algo que va más allá de cualquier otra forma de violencia, su solución no puede estar únicamente en la necesaria condena. Creo que las herramientas están dentro de lo que nos hemos dado como estado de derecho, del modo de entendernos como humanos.

Son muchas las caras del por problema y por ende, como bien saben los matemáticos, muchas más las aristas. Cortarse y sangrar, es tan sólo una parte más del proceso...

martes, 11 de septiembre de 2007

De llegadas sin fin; de mitos sin retorno

Cuando a uno le explican la diferencia entre contingente y necesario empieza a tener argumentos para convertirse en escéptico. Se pasa de imaginar que cualquier cosa es posible, a que las cosas son así pero podrían ser de otro modo. Hay una especie de fatalismo en lo que las cosas son. De hecho, si el destino es algo inevitable el único mérito del héroe reside en no salirse del guión. Pienso en todo ello y no dejo de ver la imagen del pez que se muerde la cola. Comportamiento este curioso del que no se conoce estudio alguno por parte de ningún etólogo.

Otra diferenciación impertinente es la que existe entre descubrir e inventar. Aplicada a los fundamentos de la relación entre dios y el hombre, supone algo más que una contradicción o una paradoja: herejía, herejía, herejía. No es tampoco muy grave, pues hubo quien negó tres veces y pasó a la historia como el primer papa de Roma. No hay como creer en lo creado... Las dudas nacen de lo posible; hay quienes piensan cuando todo está hecho. Del encuentro del hombre con las cosas a veces salen leyes universales, a veces resoluciones de naciones unidas.

Tiene algo de hermoso toda paradoja... Tiene algo de doloroso toda contradicción... No siempre lo confuso está contraindicado, aunque bien es cierto que apenas sirve de mucho, nunca lo tuve muy claro. Y aunque hablar así me emparenta con iluminados, escapo de toda tentación a cerrar los ojos y pronunciar otro "hágase la luz". No vayamos a empezar de nuevo...

domingo, 9 de septiembre de 2007

GH: Yo te castigo a ser famoso

The Big Brother fue el recurso literario que empleó George Orwell para denunciar el uso de la propaganda en las sociedades comunistas y fascistas. Eso se dice. El control absoluto de sus ciudadanos por parte de sus gobiernos era una característica claramente identificable y que socialdemócratas y liberales se empeñaban en denunciar para dejar patentes las diferencias entre sistemas. Hoy, que la discusión ha desaparecido porque todos coinciden en las bondades económicas del capitalismo, tenemos programas en todas las televisiones del mundo con el nombre que creó el autor de "1984".

El programa en cuestión consiste en la grabación de todos los movimientos de los habitantes de una casa, y su emisión por una canal de televisión. Una especie de zoológico humano que viene a inaugurar la era de los realitys shows. La vida del hombre entendida como espectáculo. Hay quien incluso afirma que puede llegar a ser un banco de pruebas de modelos que sirvan para sustentar las últimas teorías de antropólogos, etólogos, psicólogos y otros logos que se mueven en el alambre del conocimiento.

Se olvida con facilidad las implicaciones éticas y morales de toda acción humana. El modo de hacer televisión tiene mucho que ver en la manera de ejercer los derechos, deberes y libertades de los que la ven. Y en el caso de los realitys, más en concreto todos aquellos con la estructura de "Gran Hermano", se pone en juego un derecho que se tiene por fundamental en las sociedades modernas: El derecho a la intimidad. Algo que caracteriza a los derechos es que son irrenunciables. De ese modo se protege al hombre de sí mismo. Tiene sentido pues si se entiende que algo es constitutivo y propio de alguien, no es posible que ese alguien renuncie a ello pues obviamente dejaría de ser quien es. Y de ese modo se pondría en cuestión ese principio que dice que todos somos iguales en lo que atañe, entre otras cosas, a derechos.

De este modo, resulta que no ha hecho falta un poder absoluto y opresor para que el hombre renuncie a ser ese ideal que todas las constituciones democráticas describen en su articulado en consonancia con la declaración universal de los derechos humanos. Ha sido suficiente con la promesa del minuto de fama que reclamaba Andy Warhol. Es posible que con un derecho menos seamos todos más iguales, sólo que también un poco menos hombres. Está visto que hasta las sociedades capitalistas y liberales necesitan de esclavos. Aunque muchos se crean actores...

Isaac Bashevis Singer


En demasiadas ocasiones se suele decir que el literato, de un modo u otro, escribe desde la experiencia personal. Si así fuera, supongo que hay muchos ejemplos de obras que despertarían la curiosidad sobre la vida del autor. Personalmente, a mí el universo de I.B. Singer me llenaría de inquietud si doy por cierta la frase inicial.

El judío aleman que escribía en yiddish, incluso el periódico que fundó en Nueva York, hizo de sus cuentos y novelas una suerte de reinterpretación de la mitología hebrea, de las relaciones de los hombres, creyentes o no, con dios. No sé si un agnóstico puede ejercer el realismo mágico. Ignoro el grado de compatibilidad del ateo con el surrealismo. Desconozco si el creyente puede encontrar acomodo en el costumbrismo. Para Singer, todo era posible. El azar como cantidad no mensurable de posibilidades, brinda la oportunidad a un cierto "aquí vale todo" de andar por casa. Ese mismo azar y la poética del caos nos lleva a ese ideal del "todo es posible" si puedo soñarlo.

Leer al que fuera venerable y respetado premio nobel, le lleva a uno a cuestionarse su relación con dios. No en la certidmbre de este ni en sus fundamentos, sino para matizar la frase más conocida de Guillermo de Ockham que venía a decir aproximadamente que aquello de lo que nada se puede saber es mejor no decir nada. Singer no aporta ningún dato, fidedigno o no, sobre la existencia de dios. Expone a sus personajes en su relación con él para no resolver nada. Y a base de probar posibilidades inciertas consigue la demostración de su universo. ¿Cómo consigue llenarlo de poesía? La solución está en la vida, no en su forma de contarla.

viernes, 7 de septiembre de 2007

Yo gano; tú pierdes

La solidaridad es un concepto maltratado en el deporte. De hecho, se habla de deportes de equipo, y uno se pregunta si no habrían de denominarse como corporaciones con intereses comunes. El ciclismo, por citarlo el primero, es un claro ejemplo de subordinación de los esfuerzos de los más débiles del grupo en favor de la gloria del líder. Esa forma de colaboración tiene que ver más con la explotación que con la solidaridad. Ese derroche generoso de energía les ha dado como premio el sobrenombre de gregarios. Queda más que claro...

En la sociedad del espectáculo, fútbol y balonmano y todos aquellos deportes en los que los conceptos de defensa y ataque conllevan un reparto de roles, en los que unos sacrifican renombre, reconocimiento y dinero en su recorrido hacia la victoria, para que finalmente esta otorgue esos excedentes a aquellos que culminan el trabajo. Y aunque los defensas lleguen a alcanzar el status de héroe, ¿acaso Ulises terminó ganándole a los dioses?

Hay deportes como el baloncesto, en que los rangos son más difusos, en que parece que todas las funciones, además de ser necesarias, se valoran desde una cierta equidistancia. Indicios de solidaridad. Pues hasta el valor que alcanzan los suplentes no sólo es relevante sino notorio. Huellas y sólo huellas...

Los deportes de equipo, no puede olvidarse que al menos necesitan de dos oponentes. Cuando todo se reduce a ganar o perder, el ser solidario es un recurso para la supervivencia. Y con demasiada frecuencia se olvida, que la grandeza del que vence está en relación directa con la del que nada obtiene. La solidaridad bien entendida en el deporte, sería compartir honores. Pero esto, tiene que ver más con la filososía que con la televisión...

jueves, 6 de septiembre de 2007

Expulsión del Paraíso


Tenía la costumbre de madrugar desde que dijo aquello de "hágase la luz". Eso de la creación tenía un mucho de espontáneo, pero para antes del mediodía solía tenerlo todo terminado. Las tardes las dedicaba para la contemplación. Una especie de goce onanista. Se sucedía el tiempo aunque no hubiese relojes para dar constancia. Tras siete días inventó el calendario. La armonía no era una idea sino un estado de cosas. En esas estaba pensando cuando la calma se convirtió en tedio. Si se le hubiese ocurrido poner en práctica por vez primera la siesta nada de esto habría pasado. Poniendo en orden las palabras le salió un refrán. Y el primero que se le ocurrió fue ese que anuncia siempre la calma tras la tempestad. El correlato de los hechos exigía tomar una decisión, y entre tanto ir y venir lo vió claro: orden y caos debían ser sucesivos, no era posible darles la condición de perpetuos. La medida fue drástica y lo llamó castigo. ¿Hay alguien que no se sepa el resto?



Variación.


Si lo de Adán fue doble amarilla, lo de Eva era roja directa.

miércoles, 5 de septiembre de 2007

Crisis, ¿qué crisis?

Hoy han dado los datos de creación de empleo en el mes de agosto, y resulta que el paro ha aumentado. Puede parecer una broma de mal gusto, pero una de las causas esgrimidas es que no ha hecho buen tiempo. Aunque bien pensado, economistas y metereólogos viven de hacer previsiones. Y hay un mercado de emisiones de CO2, a causa del cambio climático.

Yo supongo que para aquellos que piensan que España es una unidad de destino, no debe ser difícil hacer un mejor cálculo de lo que necesitan aquellos que la habitan. Pero no sé por qué me da que sin carnet de partido o bula ad hoc, no se reciben participaciones del negocio.

No voy a decir aquello de Martin Luther King de ayer tuve un sueño... Con los ojos bien abiertos y sin ganas de ser agorero, se puede predecir que dadas ciertas premisas es muy posible el desastre; del mismo modo que dadas ciertas condiciones se sabía que llegaríamos donde estamos. Resuelvo el jeroglífico: Tenemos a la especulación como herramienta principal de ganar dinero, un mercado hipotecario en condiciones precarias, competitividad del empleo a la baja, mercados emergentes que producen más que consumen, no hay países locomotora desde la reunificación alemana, y un notable desequilibrio entre dolar y euro. El cóctel no se llama Molotov, pero si se cae al suelo explota. Si no perdemos de vista lo que ocurrió en los mercados tras el 11-S, ya sabemos que Al-Qaeda es la mecha. Si no fuera por las consecuencias, hasta pondría una página de apuestas.

Creo que uno de los errores es poner en manos ajenas las herramientas que nos someten al azar. No creo en el liberalismo económico del mismo modo que no creen en él quienes lo formularon. Poner en relación directa la competencia con el beneficio es dar por real lo ficticio. La paradoja de un balance contable es que en la búsqueda permanente del empate, nunca nos quedamos tal cual empezamos. El día que alguien lo consiga todo, habremos perdido todos.

martes, 4 de septiembre de 2007

Cuentacuentos a tiempo parcial

Supongo que ya es tarde para corregir ciertos usos y costumbres del periodismo. De todos modos, los temas sobre los que se tratará en el futuro más próximo se harán en formatos diferentes a los hasta ahora conocidos. Sin embargo, sí que sería conveniente señalarlos, no porque crea que resuelva nada, sino para dejar constancia del engaño.

Porque en suma, es en eso en lo que se puede concluir: En un burdo intento de engaño al que pretende estar informado. La noticia, ahora se presenta con todo un aparataje, en que lo que menos importa es el hecho relatado. Este ya viene contaminado por la opinión del que nos lo ofrece. No niego a este su capacidad de interpretación, pero ha de estar subordinada a aquello sobre lo que nos quiere contar. Invertir esa relación, le convierte en otra cosa muy distinta del periodista. Otro de los envoltorios en el que se nos sirve la noticia, es la profusión de datos que de ningún modo pueden ser contrastados. O que nos llevan a esa disyuntiva en la que concluimos que "tiene que ser verdad porque lo cuenta todo con pelos y señales"; la información presentada así no deja de ser otro acto de fe. Pero quizás el argumento más perverso sea esa media verdad que dice que la imposibilidad de informar de todo, obliga a imponerse criterios sobre aquello que es noticiable. Esto se traduce en algo muy simple: el comunicador es quien decide la noticia. Esta es una forma de "educar" en valores a aquel que simplemente desea saber qué ocurre.

Pero, en estos tiempos en los que un falso relativismo nos ofrece una verdad fragmentaria, y algunas de las características, como la rapidez, el sincretismo y el anonimato, que presenta el mundo de internet, no son precisamente las premisas necesarias que coadyuven la objetividad. No son los mejores ingredientes para conseguir tal guiso. Se echa de menos la sencillez (que no es lo mismo que simplicidad), el discurso directo (que no es lo mismo que el slogan). Pero para que las cosas se mantengan más o menos como están, es necesaria una dieta rica en adoctrinimiento. Aquel que se atreve a pensar, sólo le queda clamar en el desierto.


domingo, 2 de septiembre de 2007

Para ganar al Trivial no hace falta ser ingeniero


Son demasiadas las causas perdidas como para que nadie decida hacer de quijote. Aquellos que dividen el mundo entre ricos y pobres ven más factible el advenimiento de una especie de Robin Hood que todo lo solucione. No sé cual podría ser el sitio para lo que se conoce por compromiso intelectual en un escenario como este. La realidad es que ante tanto ruido, el discurso deriva en monólogo, la opinión en creencia y la voz ora es murmullo, ora es grito.

El término de intelectual acoge cada vez un espectro más amplio de personalidades y profesiones. Es decir, cada es más difuso. Hasta no hace mucho (hasta el desarrollo de la propaganda), aquellos que merecían tal denominación eran aquellos sectores más avanzados y que principalmente desarrollaban su actividad en el mundo del arte, el magisterio o la filosofía, y con un profundo interés por todo lo que tiene que ver con el ser humano. Hoy, han sido sustituidos por el especialista, por el experto. Y ocurre como con el libro de los Guinnes en los que hay un record para todo. Curiosamente, lo que no aparecen son soluciones.

Vistas así las cosas, el único compromiso que cabe es con uno mismo. Obviamente, el diálogo se hace más confuso y se diluye hasta no acabar, para no llegar a ningún sitio. La honestidad está salvaguardada, pero se echa en falta algo más. No, no creo que se trate de enarbolar ninguna bandera con la que acaudillar a los que la sigan. No veo en unas cuantas frases geniales el modo de convencer a los indecisos o a esos que en las encuestas siempre responden "no sabe/no contesta", no se vaya a descubrir que su secreto reside en que precisamente no piensan. Si tuviera que apostar por una solución sería una que tuviera en cuenta que la belleza consiste en luchar por un mundo mejor, que la educación es la herramienta principal para aprender de los errores, que por mucho que se sepa nunca se sabe demasiado.

sábado, 1 de septiembre de 2007

Con la casa a cuestas

Hay que ver la cantidad de cosas que acumulamos. Así pasa, que el día que tienes que hacer mudanza, o tienes un colega que puede coger la furgoneta del trabajo, o te sale más económico ponerlo todo nuevo que pagar los portes. Todos tenemos en mayor o menor medida el síndrome de Diógenes. Da igual que vivas en una buhardilla sin ascensor, que si te da por la música, hasta piano de cola tienes. Y yo me pregunto por qué siempre resulta más fácil llegar que marcharse. Tal vez esa vocación tan posmoderna al sedentarismo, dificulte nuestra capacidad para hacer el petate. No hay más que vernos cuando nos vamos de vacaciones. Si hasta para pasar la noche fuera nos llevamos el cepillo de dientes...

De todos modos, lo mejor de hacer una mudanza son las cervezas de cuando terminas. Sin ducharse ni nada. (Que otra cosa que me pregunto es por qué casi siempre los cambios de domicilio son en verano). A lo que iba. Disfrutar de la compañía de los que te han ayudado a bajar el sofá y la lavadora mientras apuras un par de zumos de cebada, es un placer casi inigualable. La furgoneta del amigo ya está vacía, los recuerdos se apilan desordenados en el nuevo salón; sienta bien cambiar de aires, aunque sólo sea un par de cuadras más allá. Es como comenzar una vida distinta, y eso requiere un rito iniciático, así que lo pensamos mejor y para festejar el tránsito se añaden un par de rondas y unas raciones. Si el tiempo nos es benévolo, tal vez culminemos la noche con un cubata. Estos ejercicios de exaltación de la amistad se nos dan bien. Así que pedimos cubatas hasta que cierran el bar. Suponemos que cada cambio de era origina un festejo. Y aunque el era ahora es, y no muy diferente por cierto, el camino que se nos abre lo empezamos a recorrer con bríos renovados.

Que se lo pregunten a la furgoneta del amigo, al techo del garaje, al seguro y al que se gana la vida tirando dardos...