martes, 31 de julio de 2007

Con una quijada de asno



La primera descripción que se hace de una muerte en el antiguo testamento, es la que hace mención al fratricidio de Abel a manos de Caín. Y el arma es una quijada de asno. Si hacemos caso de las sagradas escrituras, sólo el asesino dejó descendencia a considerar como propiamente humana. Dado el precedente de Adán y Eva, dudo mucho entonces que la humanidad tenga redención posible...

Hoy, que justamente hace un año que murió mi padre, sólo a él le reconozco como único precedente. Si yo soy una parte de su legado, este blog quiero que sea una parte de mi homenaje a él. Y poco me preocupa que la humanidad tenga o no salvación a vista de la mirada divina. Voy sabiendo que somos, no sólo lo que los demás ven en nosotros además de como nos reconocemos ante el espejo... No sólo somos huellas en memorias ajenas ni únicamente tomamos la forma de cuando nos soñamos despiertos... Somos el camino que vamos haciendo, pues es en el hacer cotidiano en donde nos vamos reconociendo como si nunca hubiera pasado el tiempo aún a sabiendas que no es posible en modo alguno detenerlo.

Parece que fue ayer y fue hace un año. ¿Que si duele del mismo modo? No, pero poco importa como toma forma el dolor. Nadie pensó que una quijada de asno podría servir para matar a un hermano. Hasta que apareció Caín. Y con él, el resto...