viernes, 31 de agosto de 2007

No hay púlpitos en el ágora

Estamos en los tiempos en que concurren dos circunstancias que se oponen de manera tragicómica. Por un lado, están los expertos de todo, esos que no tienen empacho alguno de comentar cualquier tema y dar opiniones en las que sientan cátedra. No es que sea muy difícil diferenciar al que sabe del charlatán, pero la verborrea de este último tiene como fin poner a la misma altura el discurso ininteligible, de aquel mínimamente coherente y argumentado. En el otro extremo figura el erudito en un tema en el cual está especializado, su pan de cada día. Abrir la boca ante él, es para emitir sonidos de asombro o bostezos. Y es que hasta preguntar te pone ante el espejo de tu propia ignorancia.

Ambos extremos ponen de relevancia la escasa capacidad de escucha. No sólo nos creemos aquello que decimos, sino que nos encanta el sonido de nuestra propia voz. A mí me parece que no es necesario ser enólogo para disfrutar de un vaso de vino. Ni ser pedagogo para educar un hijo. Pero también tengo claro que si me paso la vida mezclando la velocidad con el tocino, difícilmente puedo decir nada acerca de la Teoría de cuerdas. Si acaso, saber que existe.

Creo que es una cuestión de ámbitos. Y así como en la barra de un bar puedo presumir de conocimientos sobre Australia aun sin saber que su capital se llama Canberra, no es aconsejable presumir de cinturón amarillo de judo en una pelea callejera. Hay que evitar a toda costa el ridículo de enseñarle a un pastor de llamas lo que es una antorcha. Aunque se sea Doctor Honoris Causa. Y por mucho que en Georgetown dejen dar conferencias a cualquiera, no es menos cierto que tener estudios puede llegar a facilitar las cosas. Aunque el destino te espere en forma de cola de paro. Y aunque la cronología venga a quitarme las calzas, antes de cualquier diálogo platónico hizo falta que cobrara vida el pensador.


jueves, 30 de agosto de 2007

Seguridad en los aeropuertos

La sensación de volar es una de las más extrañas para el ser humano. No es fácil perder el miedo, por mucho que el camino hacia el cielo sea si cabe un poco más corto. Díchosa costumbre esa de no querer morir. Y en los tiempos que corren, en los que loco puede ser considerado cualquiera que lleve una mochila o muestre temor ante la mirada escrutadora de un policía, sólo nos faltaba para completar el cuadro de la histeria colectiva el recordado 11-S. Como nunca se podrá dilucidar qué fue antes, si la gallina o el huevo, culparemos a gobernantes y a quienes los eligieron. Gracias a ellos, la entrada en vigor de leyes y reglamentos cada vez más restrictivos; y es en lo tocante al desplazamiento de seres humanos por el aire en donde se pone de manifiesto las fobias, precauciones y terrores nocturnos más frecuentes en el primer mundo.

Esto viene a colación de cierta noticia. Una de esas medidas que pretende garantizar la seguridad de los pasajeros buscando mantenener íntegro el avión que los acoge, impide llevar en el equipaje de mano recipientes con líquido mayores en su capacidad a los cien mililitros. Poco más de un trago de agua. El hecho curioso se produjo en un vuelo de peregrinación, Vaticano-Lourdes, Lourdes-Vaticano, en su trayecto de vuelta. Como es costumbre y sabido por todos los que hasta allí se desplazan, es costumbre traerse del santuario una garrafa de ese agua que dicen cura todos los males, llegando a hacer milagros. Ya adelanto que no se me dio el caso. Pero a lo que voy, tenemos la norma reguladora y a todo un pasaje llevando botellas y garrafas de agua suficientes como para sanar a todos los pacientes de un gran hospital. El choque de civilizaciones estaba servido. Por el momento, ganaron los servicios de seguridad del aeropuerto. De entre el pasaje, quien más quien menos prefirió beberse el preciado líquido antes que permitir se fuera por un desagüe. Se sabe que el avión llegó sano y salvo a Fiumicino. El vuelo parece que fue tranquilo y seguro. De seguro que alguno de los peregrinos lo considera un milagro.

miércoles, 29 de agosto de 2007

Leyes de atracción universal

Un descubrimiento revolucionario sería asumir por parte de todos que la empatía es algo más que decidir quien me cae bien y quien no. Y aunque muchos no lo sepan, ponerse en la piel del otro no significa cazar moscas como los camaleones. Yo, he de reconocer que entre mis taras figura la de no poder sumarme al sentir general. No se trata de rebeldía pues nunca tuve un Kalasnikov, y por mucho que admire al Che su cara en una camiseta de algodón es una paradoja demasiado ridícula para mi gusto, incluso después de haber desayunado. El hecho es que las grandes manifestaciones de dolor o alegría me dejan bastante frío. De nada me sirve conocer nombre y apellidos si no estreché jamás su mano. No creo en el héroe muerto, pues a todos niego la condición de mito. Sin embargo, para no abandonar del todo la costumbre de contradecirme, reconozco que un lazo extraño me une con el paria anónimo, con aquel al que nada lo sacará del olvido, con ese que ni siquiera es anécdota.


No hay victoria ni derrota que lo explique todo. Y casi siempre es preferible salir huyendo. El riesgo de pasar al imaginario colectivo no es una premisa interesante. ¿Acaso sube el nivel del mar cuando llueve? Si hay noches en que todo lo veo negro, de seguro que es luna nueva. Y no hay noticias que auguren que el mundo esté aprendiendo, por mucho que no se repita la historia... No sé si emigrar es un cambio de paradigma, pero puede ser un comienzo. Afortunados quienes pueden elegir no tener nada que les impida meter sus manos en los bolsillos. ¿Alguien me puede explicar para qué sirve una sala de trofeos?

martes, 28 de agosto de 2007

La vida es una góndola

No sé si aquello de "polvo eres y en polvo te convertirás" fue una especie de formulación divina de la entropía: "La materia ni se crea ni se destruye, sólo se transforma". Ya se sabe que a los científicos se les acusa de jugar a querer ser dioses, pero les falta un poco de poesía. A mí, de todas las figuras divinas, la que más me gusta es la de Caronte; es lo más parecido a un gondolero. Tal vez estos canten para evitar la competencia de Orfeo. Supongo yo que todos aquellos que no militemos en la fe verdadera necesitaremos de los servicios del barquero que guía a las almas perdidas. Aunque dudo que las religiones que hoy se profesan cuenten con los servicios de un personaje así ni siquiera para sus acólitos extraviados. No sé si los griegos sabían de filosofía pero el mundo de los muertos lo tenían bien organizado. Hoy, lo único seguro al morir es que tu despedida la organizará una funeraria. Entiéndaseme bien, no quiero menspreciar las creencias de nadie, pero no se sostiene dudar de la molécula y poner todas tus esperanzas en 21 gramos. Puestos a creer en azares, reivindico mi fe en el anagrama. ¿Puede ser mera casualidad que tengan las mismas letras: mala, alma y lama?


lunes, 27 de agosto de 2007

Reírse de un cuadro

Siempre he pensado que todo puede ser objeto de chiste. Uno puede reirse de todo. Lo creo de veras y ejerzo. Primeramente conmigo mismo y con aquello que más me duele. Creo que es sano desacralizar las cosas, quitarles importancia, relativizarlas. Y si lo hago es con la intención de entenderlas mejor. Todo nace de la necesidad de comprender mejor a los demás y contextualizar lo más adecuadamente mis decisiones.
Sin embargo, las motivaciones de aquellos que nos reímos incluso de lo más sagrado, no son las mismas. De hecho, se puede observar que muchos buscan el amparo del chiste para justificar la burla. Mientras que el chiste necesita de la exageración, salir de la realidad, en suma es un ejercicio en el que la imaginación intenta romper los esquemas habituales, buscar el asombro general, la burla tan sólo pretende poner al objeto de ella frente al espejo y avergonzarlo. El chiste es lo absurdo y lo imposible, la burla es la ridiculización de lo cotidiano. Son dos formas de humor muy distintas, y de hecho, en muchos momentos, dudo que la burla sea una forma de humor, y en todo caso, un tanto onanista.
Creo que es muy distinto no tomarse en serio las cosas a no tomarse en serio a las personas. No me cabe duda ninguna que el universo es una broma que se nos ha gastado a todos: Y aunque muchas veces es para echarse a llorar, algunos inconscientes no podemos sino reirnos sin parar. Y yo, misántropo como soy, siento al prójimo demasiado cerca como para enejenarle su estima faltándole el respeto.

sábado, 25 de agosto de 2007

El derecho del autor

Desconozco si un artista puede ser considerado un trabajador. No percibiendo un salario por aquello que realiza, creo que no cabría tenerlo por tal, pero dado el estado de cosas, si no se obtiene un rendimiento económico de alguno de los quehaceres en los que matas el tiempo, o vives de las rentas, o simplemente eres un holgazán. Así que todo aquel que se dedica hoy por hoy al mundo del arte en cualquiera de sus vertientes, ha de obtener unos ingresos que le permitan declarar anualmente a hacienda. El problema es cómo y qué cobrar. En lo del cuánto, entre los que se tienen por consumidores existe una opinión casi unánime en que siempre es demasiado. El mismo parecer se extiende a todo aquel que se dedica a la creación. Así pues, el músico, el escritor, el arquitecto, el investigador, el filósofo, el inventor y otros etecés, ven como es vulnerado su derecho a cobrar por lo que hacen, ¿cómo? Lo que siempre fue falsificación, hoy se llama copia. Cualquiera se cree en el derecho de poseer un ejemplar de una obra o creación sin por ello pagar nada. De nada me valen argumentos como que son productos caros, que los intermediarios se llevan la mayor parte del pastel, o que la cultura y el saber han de estar para disposición de todos. Son argumentos comunistas para un mundo que no lo es. Admiro y respeto a quien voluntariamente accede a compartir lo que hace sin percibir nada a cambio. Pero qué aliciente hay en hacer nada, si aquel que te considera un zángano además se arroga el derecho a robarte en la cara. No hay legitimidad alguna en tener algo de lo que el autor no te ha dado su permiso. No existe un derecho tal que diga que cualquiera puede tener colgado en su salón un Picasso. El arte y cualquier fruto de la creación no son para el disfrute general. Esa es una falacia. Que existan museos o bibliotecas no avalan el atraco a mano armada. Que cientos de artistas se murieran de hambre en siglos pasados no convierten al creador de hoy en cualificado miserable.
Nadie regala su tiempo. Nadie dona el fruto de su trabajo. Si existe el salario, si existe el beneficio, ¿por qué negárselos al artista? Se asume sin asombro que no sé qué deportista gane cantidades ingentes de dinero. Se les admira. Que aquel que descubre cierta vacuna pretenda lucrarse es visto como un acto de sacrilegio. ¿Desde cuándo la solidaridad es un deber obligatorio únicamente para unos pocos?
Detesto el zafio cinismo de la mayoría bienpensante. Me aburren ciertas retahílas que pretenden ser argumentos. Cuando un derecho no es universal, ha de llamarse privilegio. Si no se quiere un cambio de sistema, todos habremos de jugar con las mismas reglas. Si el resultado es injusto, cambiad el sistema.
Hoy, podría haber escrito sobre cualquier otra cosa, pero está en mi potestad decir lo que me venga en gana. Cuando diga lo que queráis escuchar, probablemente os estaré mintiendo.

viernes, 24 de agosto de 2007

Mil maneras de matar, una sola de morir

Que la imaginación del hombre es fuente inagotable a la hora de encontrar un motivo para matar a un congénere es algo de lo que no duda nadie. Y de esa imaginación participan también las mentes infántiles. Ha sido así siempre, pero en la sociedad de la información la violencia es otra forma de exhibicionismo. La última noticia en la que se da cuenta de un asesinato en los que crueldad y estupidez se reparten los méritos a partes iguales es la que así se resume: Dos adolescentes matan a un compañero de clase en un colegio de la India en el que es costumbre dar quince días festivos cuando fallece un alumno.
No sé puede hacer comentario alguno. Si acaso, maldisimular el estupor.
Sin embargo, si quiero añadir que me parece un error esconder violencia y muerte como conceptos en la educación del niño. Enajenar el conocimiento sobre dos aspectos inevitables de la vida de cualquier ser humano, creo que resta capacidad de empatía. El contacto con el dolor, propio y ajeno a un tiempo, posibilita entender que todos estamos hechos del mismo barro. Por eso, y dado que cuando nos vamos cociendo nuestra capacidad de amoldarnos se torna en frágil rigidez; es en ese tiempo en que dejamos que manos ajenas nos amasen el que es más propicio para comprender la dimensión que tiene nuestro potencial para hacer daño.
Y del mismo modo en que un padre se esfuerza por conseguir sonrisas, palabras, pasos, del hijo mientras crece, ha de familiarizarlo con la violencia de modo que no le resulte desconocida y temga las herramientas para no terminar siendo ni víctima ni agresor. Para escapar del peligro de entender el sufrimiento como ficción.

jueves, 23 de agosto de 2007

La cultura de reciclaje

Se ha convertido en un ejemplo clásico a la hora de diferenciar el primer mundo del tercero, que en este no existe la basura. El síndrome de Diógenes consiste en acumular objetos inservibles de manera compulsiva sin importar su procedencia, utilidad o valor. En las cocinas de las casas posmodernas se separa el plástico del vidrio, el papel de los residuos orgánicos. Todos respondemos a un patrón de consumo, el problema reside en lo que hoy se conoce por sostenibilidad.
Transmitir los valores no consiste tanto en perpetuar costumbres como en educarnos como presuntos clones. De esto saben mucho pedagogos, propagandistas y programadores de televisión. A base de repetir el mensaje, se pretende obviar los motivos que lo originan, las preguntas que pretende responder, los intereses que busca cubrir. De este modo, cualquier propósito bienintencionado es susceptible de malinterpretarse.
Vivo en una de las ciudades más sucias de España, que es como decir de la tierra, porque si algo alaba el turista español cuando viaja es lo limpios que están los lugares que visita; incluso cuando se trata del culo del mundo. Aquí, no hace falta que los barrenderos se pongan de huelga para verlo todo sucio. La porquería es visible en esta ciudad que cobra un impuesto que se llama ecotasa: la paradoja no es tanto el nombre como su cuantía. El hecho es que bajo el disfraz de una cultura cívica solidaria, demócrata y ecologista, se le impone al ciudadano la obligación de separar los residuos, o lo que equivale a decir: mano de obra gratis para una empresa privada que surge y se ampara de la iniciativa pública y ciudadana. Una burda estafa. Porque los beneficios no redundan en modo alguno en el conjunto de todos nosotros. De hecho, esa publicidad que más que sugerir, nos prescribe consumir, es el elemento imprescindible que sostiene a la industria del reciclaje. Si imperara la mesura y la moderación, ¿alguien cree que habría algo llamado vertedero?

martes, 21 de agosto de 2007

Raúl

En unos días comenzará una nueva temporada de la liga de fútbol español. Una más. Y el debate, como desde hace dos temporadas, tiene nombre propio: Raúl. Con los números en la mano, Raúl ya no es ese delantero efectivo que año tras año le daba gloria y títulos al Real Madrid. Pero el fútbol es algo más que un montón de estadísticas. Los intangibles tienen mucho peso en este deporte. Y Raúl tiene cualidades que no abundan entre sus compañeros de profesión. Tiene el espíritu de lucha del guerrero indómito, la fe del visionario, y una sed de victoria inversamente proporcional a su compasión por el rival. Morirá de pie y en una cancha de fútbol. Con el siete a la espalda y celebrando cada gol como una revancha. Porque Raúl lleva peleado con el mundo desde que su amigo Hierro fue despedido de su equipo de casi siempre; antes fue del atleti, de ese Atlético de Madrid al que tortura y humilla, quién sabe si por haber hecho desaparecer las categorías inferiores cuando él se dejaba el pellejo por la camiseta rojiblanca, por el escudo del oso y el madroño.
Pero a Raúl se le acaba el tiempo. Como a todos. Cuando se pasan los 30 en este fútbol nuestro no se perdona ni una. Te jubilan y adiós muy buenas. Sin partido de despedida. Es evidente que él no va a dejar el Real Madrid. O eso creo. Pero mientras eso sucede, sólo le queda una alternativa: hacerse invisible y seguir sumando, dejar que sean los otros quienes ganen, volverse contingente. Sólo así podrá mantener su status, ese en el que los intangibles cobran tanto peso que nadie quiere desprenderse de ellos. Pasar desapercibido mientras reparte consejos entre los nuevos, mientras contagia su hambre a los suyos. El papel de Raúl ya no es llevar a los suyos a la victoria, es evitar en los momentos difíciles la desbandada, reunir a los suyos en torno suya y hacerles comprender que la rendición no es una posibilidad: De aquí salen las victorias inolvidables, la épica. Pero mientras, ha de ser el volcán dormido, sumando minutos incluso en el banquillo.
Como a todo jugador grande, el fútbol le debe mucho. Como todo jugador grande, le debe mucho al fútbol. Y pocos son los que han sabido marcharse. Raúl, que siempre fue un superviviente, ¿habrá aprendido la lección?

lunes, 20 de agosto de 2007

Los misántropos no son seres detestables

La letra de una canción de Kortatu describía lo que entendemos todos por la descripción clásica de un misántropo. Los versos decían más o menos así: "Odio a todo el mundo y estoy lleno de mezquindad y rezo para que llegue una guerra nuclear". Dicho esto a ritmo de música ska le daba al asunto un toque entre trivial y divertido. Y ciertamente lo es...
Es perfectamente comprensible que la capacidad de empatía de un individuo cualquiera tiene un límite. De hecho, es tremendamente sencillo pasar del estado de tolerancia absoluta al de misántropo total. Y de sentirse incómodo y molesto ante determinadas situaciones a odiar a quienes las propician, no hay ningún obstáculo insalvable. Más bien al contrario. Así pues, en cada uno de nosotros habita un potencial Caín y no sólo por causa genética. Sin embargo, como se puede comprobar por el índice de suicidios, bien sea por una elevada autoestima o por una cierta condescendencia narcisista, la visión de nosotros mismos es el anuncio salvífico para el resto. La humanidad resiste.
Y así, se añade una paradoja más al universo de los contrasentidos. Cada uno de nosotros cual planeta señalando hacia lo desconocido, con la noble esperanza de ser diferente de lo hasta ahora conocido, de ser un hito en la historia, no importa si como hijo o profeta. Estimamos como justo, no sabríamos calificarlo de exacto, que los objetos de nuestras pasiones no son fruto de equívocos, si acaso de errores. No todos valemos lo mismo. No sé si está claro...

sábado, 18 de agosto de 2007

Money money

A raíz de los desequilibrios en el mercado inmobilario estadounidense y su incidencia en los mercados bursátiles de todo el mundo, los principales bancos centrales se han apresurado a inyectar grandes cantidades de dinero para que no cunda el pánico entre aquellos que se dedican a hacer de profetas en el mundo de las acciones. Se podría pensar que el dinero se genera con la sola voz de uno de esos gurús encorbatados maniático del equilibrio macroeconómico.
Nada más lejos de la realidad. El dinero no es una cuestión de cajeros automáticos, ni de gasto público, no es la balanza de ingresos/pagos, ni la inflación interanual, ni el euribor. El dinero, únicamente está en relación directa con el trabajo. Todo lo demás son juegos de manos de esos predistigitadores llamados economistas. Y que los bancos centrales pongan más dinero encima de la mesa de los mercados, para que sigan jugando los corredores de bolsa y otros comisionistas a ver qué toca hoy señalar con su mágico dedo como generador de beneficios, no significa otra cosa que más horas de trabajo y consecuentemente salarios más baratos. Porque todo eso de la productividad no es sino la herramienta con la que someter a los que trabajan a horarios maratonianos por sueldos más reducidos y con la condición de acabar con la lengua fuera. El dinero no es la ecuación que pone en relación el valor de las cosas. El dinero es la suma de todo el tiempo de trabajo. Y que cada vez los ricos y poderosos lo sean anualmente un 3 ó 4 por ciento más, significa que el concepto de obrero no es más que un eufemismo de esclavo.

jueves, 16 de agosto de 2007

Lentes mal graduadas

Hay mañanas en que uno se levanta y lo primero que hace es ponerse esas gafas que diez, quince años atrás le hacían las veces de ventana al mundo. Pasados los primeros segundos de leve mareo, uno se acostumbra a ver las cosas de tal modo que parece nada haya cambiado. Esa distorsión que cuando fuiste al oftalmólogo la última vez te convenció a corregir, no parece muy significativa a la hora de mirar lo que se sitúa alrededor nuestra. Lo peor que puede hacer uno en momentos así es participar en una tertulia. El motivo es evidente: en momentos así nuestra verdad queda fuera de juego por cuestión de dioptrías.
Algo parecido le sucede al intelectual primermundista y al que vuelve de vacaciones de no sé qué lugar exótico. Existe una incorregible tendencia a ver las cosas que ocurren en los países que sostienen nuestras ficticias economías, como si dispusieran de los medios o podrían hacerlo si nos lo pidieran para solucionar las situaciones de emergencia de esa manera tan solvente que hace que nuestras vidas nos lleven a escapar treinta días al año a esos mismos lugares... Me irrita de tal modo esa soberbia tan de la calle, de la rue, de la street. Si es que está claro, asientan sus poblados a las faldas de los volcanes porque su ignorancia no tiene remedio ni aun leyendo a Socrates. Y emigran a nuestros maravillosos países de las mil y una oportunidades porque es aquí donde está lo bueno. A ver por qué sino hay cines en Bangkok o supermercados en el Amazonas... Sus países sólo quedan bien en nuestras fotografías.
Hoy frente a las costas del Perú, por una de esas cosas de las placas tectónicas, se ha producido un terremoto de grado 8 en la escala de Richter. Obviamente, las construcciones más frágiles se han venido abajo, y han muerto demasiados, porque siempre mueren demasiados. Podría decir que un sismo de semejante envergadura equivale a unos cuantos cientos de miles de bombas atómicas convencionales (de esas de andar por la casa de cualquier general del Pentágono). O podría rememorar las diligentes medidas que se pusieron en marcha para proteger a Nueva Orleans de un huracán que se paseó por todo el Caribe. O cómo olvidar, que en esta nuestra civilización que nos pone a salvo de todo mal, se estima que en menos de quince años, dos de cada tres habremos tenido cáncer, que podemos agradecer a cosas como el amianto de nuestras edificaciones, las redes eléctricas de alta tensión, el tabaco, las ondas electromagnéticas, los alimentos transgénicos, la contaminación ambiental, el estrés, y no sé cuántos etecés a los que les debemos ese ritmo de vida que nos permite mirar por encima del hombro al que no lo tiene y del que tan orgullosos estamos.
Así pues, el día que al levantarme me equivoco de gafas y me pongo esas que me dan un aire retro, prefiero no hablar mucho y ver las cosas de otro modo.

miércoles, 15 de agosto de 2007

Paralelismos asimétricos

He de reconocer que si la verdad se me presentara delante no sabría reconocerla a primera vista. Carezco de esa virtud. Poseo la torpeza del que se ve obligado a analizarlo todo en la medida de mis posibilidades. No, no es que sea uno de esos que se aferran a ese principio del seudorelativismo que afirma que si existo, yo también puedo tener una verdad. De aquí me nace el temor a empezar las frases con el tan manido "yo creo que..." o, en su defecto, "yo opino...".Tiendo de hecho a decir siempre que no a cualquier afirmación subjetiva que se me presente.
En cierto modo me admiran las certezas de los demás. Me admira como alguien puede asegurar tener un conocimiento seguro construido a partir de un adjetivo. De la verdad, nombre nada común, se llega a lo verdadero, pero es inversamente el camino cuando es de lo cierto que se llega a la certeza. Que del adjetivo se llegue al nombre, vuelve endeble al mismo, endeble y matizable. Así pues, una sola verdad tiene más consistencia que el conjunto de todas las certezas. Pero no deja de admirarme el hecho de no saber reconocer una tan sola y carecer de todas ellas.

martes, 14 de agosto de 2007

Todos a la carcel

Hace escasos días fue secuestrada la publicación de la revista "el jueves". Un juez muy diligente, advertido por un fiscal más diligente todavía, creyeron oportunos retirar de los lugares de venta ese número, pues en él se vejaba a la monarquía. Creían que la libertad de expresión no podía superponerse a los derechos que tiene la realeza en este país. El hecho real que motivó esa medida dictada, fue una caricatura en la que se ponía, de manera soez pero graciosa, a parir a la monarquía española y a una de las últimas medidas dispuestas por el gobierno para fomentar la natalidad. Durante unos cuantos días, la intelectualidad española se debatía en si se debía o no haber secuestrado la revista, a la que unánimente censuraron por aquel contenido que presentaron en su portada. Todos estaban de acuerdo en que la libertad de expresión no podía ser el vehículo desde el que se atropeyaran otros derechos tanta individuales como colectivos. Me extrañaba a mí que no hicieran piña todos en torno al derecho a la libertad de expresión, pero quién sabe, lo mismo el periodismo español se adentraba en un periodo de autocrítica. Aunque estando la monarquía de por medio, no debía yo de tener muchas esperanzas...
Y hete aquí que el tiempo no tardando nada nos dispone a todos ante una situación, cuanto menos controvertida. Una revista conocida por todos y de amplia difusión, decide publicar las fotos y la ficha de detención de una cantante famosa. Yo no sé si en una viñeta paródica se puede conculcar algún derecho de nadie, pues soy de los que cree que uno se puede reir de todo. Lo que sí sé es que en la actuación de esta revista no sólo se conculcan derechos, indviduales y colectivos, sino que además hay claros indicios de delito cometidos tanto por la revista como por el ministerio del interior, que es de quien depende la policía.
¿Cree alguien que algún fiscal puso sobre aviso a algún juez para que la dilegencia, fuera algo más que una película de John Ford? ¿Cree alguien que los medios de comunicación restantes censuraron la actuación de la revista? ¿Cree alguien que la intelectualidad española salió a defender la dignidad del ofendido?
La respuesta siempre es no. En este jodido país, cuando uno pregunta por la cordura, la sensatez o el sentido común, siempre acaba visitando algún cementerio. Hace mucho tiempo ya que cuando uno trata de abrir la boca para decir algo distinto, se encuentra con el buche lleno de mierda. El español abre la boca para tragar.
No tiene importancia alguna, pero decir que la persona menospreciada por todas las instancias públicas del país, es la otrora admirada cantante Isabel Pantoja. Yo le deseo que pase mucho tiempo en la carcel si se le demuestran los delitos de los que se le acusa. Pero la infamia cometida con ella publicando su ficha policial y las fotos de su paso por comisaría, nos deja a todos a la altura de... No diré que este país no puede caer más bajo, pues siempre lo hace y nunca me sorprende.

sábado, 11 de agosto de 2007

Mala hierba

Cuenta una leyenda de esas que rodean a tantos artistas, que estaban en cierta ocasión Enrique Urquijo y Joaquín Sabina retándose a componer una canción en donde las mujeres y la música dieran veracidad a su merecida fama de crápulas. Todo esto, se dice, estando hasta las trancas, no precisamente de cerveza sin alcohol. Una canción con la misma melodía y letra parecida, pero que en la voz de cada uno de ellos reconocería la autoría hasta la madre que la parió. Y así, mientras la que escribió el Sabina llevó por título "Y nos dieron las diez", la de Enrique Urquijo no pudo por menos que titularse "Ojos de gata". Dos formas de ver el mundo no sé si parecidas, pero el fin residía en disfrutar de los encantos de las mujeres.
Tiempo después, Enrique apareció un día tirado cerca de la calle Ballesta. Zona de putas y heroína, donde también aquí a veces los papeles parecen cambiarse. Y así murió uno de los hermanos que encontraron amparo a su melancolía fundando "Los Secretos". Y aquellos que más que cantar imploraban, quedaron para los restos, a mayor gloria de conciertos homenaje y un sin fin de discos recopilatorios. El pop español se quedó sin el crápula de rostro amable, sin el bueno de los hermanos Dalton.
Contrariamente, aquel que se dio a conocer con un disco que pretendía ser una antología acompañado de una banda llamada "Viceversa", comenzó una carrera en solitario en la que, mientras iba perdiendo la voz, su fama alcanzaba rango de vodevil donde él siempre hacía de malo. Es el truhán simpático que le echa cojones para levantárle la mujer a Fito Páez y la mísmísima Chavela Vargas, además de las concubinas, la intocable botella de tequila... Y mientras todo el mundo le quiere, viviendo se va forjando una leyenda, una más en la que podemos verle en una fotografía imaginaria rodeado de sus amigos y admiradores, y en la que él que nunca perdió una batalla tiene la desfachatez de adoptar la pose del eterno perdedor.
No me extrañaría que un día se arrogara el papel de secuestrador en el rapto de las sabinas...

miércoles, 8 de agosto de 2007

¿Qué queremos decir...

Los viejos principios, una vez perdida su vigencia, suelen quedar como muletillas para el lenguaje coloquial. No quieras para los demás lo que no desees para tí mismo, y demás frases de la antología de como ser una buena persona o al menos parecerlo...
Son tantas veces las que se han repetido, que no sólo han perdido su sentido, sino incluso su forma original. Porque, ¿mi libertad empieza donde termina la de los demás? o realmente es ¿mi libertad termina donde empieza la de los demás? Se podría construir toda una tesis alrededor de las diferencias que hay entre una y otra, sus significados ocultos, sus implicaciones prácticas. Instaladas comodamente en el lenguaje cotidiano posmoderno, sólo les falta sofá, tele y mando a distancia... El hecho es que en ambas frases se esconde una libertad encorsetada, una libertad posibilista y pragmática. Que al elegir una u otra se retrate el liberal o el ultraliberal casi ya no importa. La verdad, es que en ellas se habla de una libertad de andar por casa en bata y zapatillas. Cuando el deber ser transfigura en un tengo que hacer, y las prisas terminan por contaminarlo todo, tiene poco sentido hablar de los viejos principios...
De hecho, creo que de los viejos principios más bien hay que hablar poco. Porque existe una necesidad convulsa en el teórico sutil de transformarse en dogmático del derecho y sin necesidad alguna de enfundarse uniforme. Porque el manoseo de las palabras por las hordas de charlatanes y expertos del "a mí me parece", sólo esconde ese miedo a dejar que campe la libertad por entre nosotros, mientras nos pensamos qué podemos hacer y qué no, esto último sin que nadie se entere.

lunes, 6 de agosto de 2007

El cambio climático

Nada hay más de actualidad. De hecho, cuando uno va de compras y paga en efectivo, la vuelta es un poco más de cambio climático. Uno, no tiene más remedio que quedarse cual pasmarote rascándose allá donde todavía le queda pelo. Será este también un efecto colateral del consumo. Y te metes un poco de borrasca en el bolsillo. Y piensas que harás bien en mutar a bolsa marsupial el día que al recibir las vueltas, contemples con horror los efectos del Niño...

No es que quiera minimizar los efectos de la acción humana sobre su entorno. Pero hastía comprobar una y otra vez que sólo se aprende bajo amenaza. Uno ya empieza a sospechar que el sentido común debe estar a la derecha de dios. Y para alguien que está viviendo los efectos ateizantes del tiempo, no es precisamente algo que le haga dar saltos de alegría. De todos modos, la climatología nunca fue una ciencia muy exacta que digamos. Una ciencia que se basa en predicciones es cuanto menos paradójica. Aunque claro, para algunos, el sólo hecho que exista algo como el principio de incertidumbre es algo que no habla muy bien de cualquiera de las ciencias. Pero lo que realmente es curioso, por calificarlo de algún modo, es ver como lo que realmente preocupa a la gente es que la lluvia le gane espacio al sol. Lo peor que le puede ocurrir a un turista es que le llueva, aunque viaje a Indochina en pleno monzón. Mi simpatía hacia el turista es más bien escasa, así que detesto a la practica totalidad del ser occidental durante al menos 30 días al año.

En fin, que es estúpido hablar de cambio climático si sólo se mencionan sus efectos cuando llueve. Y eso es lo que está en la calle. No hay nada más aburrido que un día de sol y a la gente no le emocionan las sorpresas, por eso ponen mala cara en cuanto asoma la primera nube gris. Las próximas generaciones de nórdicos o nacerán en Mallorca o mutarán uno de sus brazos a paraguas. Será divertido pasear entonces por Londres: las rubias y pelirrojas de ojos azules llevarán todas gafas de visión nocturna. Y yo que lo vea...

Quelle deception...!

Suele suceder que cuando se ponen demasiadas esperanzas en lo que los demás puedan hacer... Si algún pero tiene una promesa es que crea una espectativa no acorde con lo posible. El futuro tiene esas cosas, que no se amolda a nuestros designios. Si hay algo que caracterice nuestras vidas es que son demasiadas las ocasiones en que nos sentimos justamente defraudados. Y es imposible aprender de este error tan común, este defecto tan humano.
Pero si se analiza de modo objetivo, hasta cierto punto es bastante injusto vivir sometido por las espectativas que los demás depositan en nosotros. Y de la misma manera que esperamos que nuestros padres nos quieran y protejan por el resto de nuestros días, nos vemos impelidos a creer que eso mismo sucederá con todos aquellos que cometan la osadía de prometernos amor eterno. Pretender aprender estableciendo sólo relaciones de semejanza es como tirar piedras en el estanque: Terminas viendo olas por todas partes. No sé que dirá al respecto la novedosa Teoría de cuerdas, pero seguro que alguien vendrá a intentar explicarlo...

sábado, 4 de agosto de 2007

Nafarroa Bai

La sabiduría popular dice que que el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra. Y uno de los sabios más populares, Aristóteles, definió al hombre como animal político. Obviamente, la lógica no permite extraer una conclusión de dos premisas cualesquiera, pero del azar se puede esperar cualquier cosa, así que como quien no quiere la cosa, cualquiera podría concluir que todo político es un animal único pues es capaz de tropezar dos veces con el hombre de piedra. Y es que, ¿qué político no aspira a ser estatua?
Si los diarios de Julio Cesar fueron toda una inspiración para aquellos que querían conquistar el mundo, "El príncipe" de Maquiavelo es el manual que parece haber leído todo aquel que aspira a gobernarlo. Y en esas estamos... El arte de la prudencia convertido en tacticismo, no es sino una manera de jugar a empatar. En democracia, termina convirtiéndose en ese sistema más conocido como bipartidismo, que no es otra forma sino de poner a un lado de la raya a los que estén conmigo, y al otro lado, a los que estén contra mí. En las sociedades miedosas, unos y otros suelen aunar esfuerzos contra un tercero difuso, que es como el hijo de dios para los judíos: siempre está por llegar.
Todo esto viene a cuento de que en las últimas elecciones en Navarra, los votantes, que no es lo mismo que decir los ciudadanos, decidieron repartir de una forma un tanto caprichosa e inconveniente para los intereses de los dos grandes partidos nacionales, las cantidades de votos que dan derecho a una serie de escaños en el parlamento foral. Y a poco más... Porque una vez más, Madrid decide como se han de hacer las cosas fuera de sus confines.
Es muy posible que al votante socialista andaluz, o al extremeño, manchego, asturiano o gallego, por poner algunos ejemplos, no les guste con quien pueden pactar los socialistas en Navarra. Pero no les incumbe. Y no les incumbe, del mismo modo que al votante socialista de Navarra en particular, y al navarro en su total extensión, no les va nada en el juego el modo de hacer política de cada uno de ellos en su territorio. La solidaridad interterritorial no sirve para hacer estas cosas. Y por mucho que haya un lugar común llamado España, la prudencia, el tacticismo y el miedo no legitiman los pasos que en estos días se han dado. Porque puede sucederte que te tomen París, que te bombardeen Londres, que te lleguen hasta las mismas puertas de Stalingrado. Pero que más da... siempre habrá alguien dispuesto a transformar un bloque de granito en algo que se parezca a una cara.

viernes, 3 de agosto de 2007

Jugadores, mercenarios

En la Italia del Quattrocento, los condottieri adquirieron fama y prestigio entre los distintos príncipes y los pueblos regidos por estos, pues defendían las causas que se les encomendaban a cambio de grandes sumas de dinero. De hecho, incluso alguno mereció una estatua ecuestre en reconocimiento a los servicios prestados. Los condottieri son lo que hoy se conocen por mercenarios, y surgieron en los tiempos en que sólo importaba la victoria.
El fútbol moderno está lleno de condottieri. Hubo un tiempo en que un jugador podía cambiar los colores del equipo donde creció futbolísticamente si y sólo si el cambio acarreaba un aumento de prestigio. Y raramente esto sucedía pues muchos morían deportivamente en el equipo que los alumbró. Con la excusa de equilibrar el nivel de los equipos, se fueron abriendo los mercados a los jugadores foráneos: Pero los campeonatos seguían ganándolos siempre los mismos. Y así, nos hemos ido acostumbrando a ver jugadores de cualquier nacionalidad defendiendo la camiseta del equipo del que somos seguidores. Tan es así, que por momentos, nuestros prejuicios raciales se esfuman si en el marcador campa al final de los noventa minutos un raquítico 1-0, a favor nuestro. ¿Y si perdemos? Pues depende de la costumbre, pero casi siempre, cuando la derrota se torna rutina, la paciencia del forofo se agota. Y entonces nace el grito hecho clamor: Jugadores, mercenarios...
La memoria es flaca e injusta. Y la sangre del héroe es del mismo color que la del villano. ¿Alguien puede imaginar a uno de esos condottieri apodado como el "Pelusa"? Ni siquiera en Nápoles se puede encontrar a Maradona erigido en hierro o granito, mármol o madera. A lo más que puede aspirar un futbolista hoy día es a figurar en el museo de cera.

jueves, 2 de agosto de 2007

Buscando un comienzo

Un blog. ¿Por qué? No creo tener un argumento definitivo que despeje todas las dudas. Suele suceder casi siempre que se formula una pregunta, la respuesta no satisface de manera completa. Es obvio que uno se inicia en esta clase de aventuras porque cree tener algo que decir. Y con una primera intención de ser siempre sincero...
Tiene gracia. Hablar de sinceridad sintiéndome un farsante. Todo el mundo tiene un blog. Todo el mundo tiene una opinión. ¡Cómo no! Acaso valgan todas las opiniones lo mismo. Tanta razón tiene aquel que dice haber visto a dios como el que afirma que dos más dos son cuatro. He aquí la primera gran falacia. Tener una opinión no equivale en modo alguno a tener razón sobre nada. No todas las opiniones son igual de respetables por muy tolerantes que queramos ser. ¡Ah! Para los que dicen que todo es relativo, les diré que sí, que así es. Todo refiere a un contexto concreto.
No creo en este universo democrático de opiniones libres. Y aquí estoy yo. Supongo que en cierto modo me creo distinto, en cierto modo me creo mejor. Tendré que asumir que soy arrogante. Bien es cierto que nunca me tuve por modesto. Pero que nadie se frote las manos, no esde mi calidad como ser humano de lo que hablo. Tan sólo me refiero al decir, y en cuanto a esto, me niego a contribuir al papanatismo imperante de lo políticamente correcto. Voy a poner en juego los valores en los que creo. No los enumeraré, irán apareciendo. Es por eso que mis errores, mis equivocaciones, mis meteduras de pata, mis ofensas, mis blasfemias y todos mis etc, no merecen disculpa ninguna. Soy el que soy, no me importa lo que interpreten. No pido ni doy respeto. Empezamos de cero. Que ya es algo...