martes, 30 de octubre de 2007

Cesc Fábregas

En el fútbol de hoy abundan los grandes nombres. Jugadores de una única temporada. Peloteros con tan sólo prestigio. Estrellas de minúsculos sistemas solares. La decadencia que se observa en el fútbol mundial desde los años noventa tiene su mejor representación en la fugacidad de sus principales valedores. No sé si el dinero lo corrompe todo, pero sí que es verdad que ha deformado absolutamente la manera de entender este deporte que amo. Aunque cada vez menos...

A día de hoy, las grandes esperanzas de este deporte están depositadas en una serie de jóvenes que en el último mundial no dieron del todo la talla. Probablemente no esté siendo muy justo, pero es un mal síntoma. Messi, Cristiano Ronaldo, Rooney o Cesc Fábregas son esos nombres. Cada uno representa una manera de entender el fútbol muy particular. A ellos podríamos unirle Alves, y ya tendríamos el repóker de ases. Si atendemos a la prensa, Messi lleva ventaja sobre todos ellos, pero la pregunta correcta es: ¿marcará alguno de ellos una época?

Personalmente soy muy escéptico, pues aunque todos tienen condiciones para ello, la dinámica en que el fútbol se mueve a día de hoy, sólo me lleva a pensar que todos serán fagocitados por el mercado. Las leyes de este, llevan a los deportistas a equipos en los que difícilmente pueden desarrollar todo su potencial. La estructura de los equipos y la escasa personalidad de los futbolistas (sometidos a los intereses de sus representantes) son el antídoto para la forja de una leyenda.

De todos modos, si alguno de ellos me merece todavía algún crédito, es el joven español del Arsenal. Las razones son las siguientes: el equipo donde milita es un equipo joven y con mucho talento en todos sus miembros; Arsene Wenger es el entrenador de ese equipo y lo ha hecho a su medida, juega tal y como él entiende el fútbol y su crédito en todos los estamentos del club es superlativo; aun habiendo salido muy joven de su ciudad y equipo natal, Cesc ha manifestado por el momento una total fidelidad al proyecto londinense; y además, Cesc no sólo es el eje sobre el cual gira todo el fútbol del Arsenal, sino que además es su capitán.

Todas esas condiciones, que no premisas pues no aseguran nada, unidas al enorme talento que atesora, a su maravillosa visión del juego, a su inteligencia para controlar el tempo de partido y encontrar la mejor de las soluciones al juego, hacen de Cesc ese jugador capaz de marcar una época. Pero no se puede olvidar que la historia suele reservar sus lugares más privilegiados a los vencedores, y que el Arsenal o la selección española cambien la dinámica de segundones en las competiciones donde participan es algo complicado. En el caso de España, dada su trayectoria no se vislumbra siquiera mejoría en el medio plazo.

Aun así, si ninguno de estos cracks último modelo consigue satisfacer los paladares de aquellos que le pedimos honestidad al juego en vez de fuegos artificiales, seguro que será reemplazada con celeridad por una nueva hornada de jugadores que llenen las portadas de la prensa deportiva. Y si Cesc representa a esa generación de españoles que ya no temen salir al exterior para triunfar, que no se conforman con ser cabeza de ratón, la actual realidad sociopolítica hispana ya tiene su estandarte: Bojan Krkic...

lunes, 29 de octubre de 2007

Cantos de sirena para cayucos

Las historias que surgen en torno a una patera no sé si han dejado ya de conmover a los oídos occidentales. Es posible que dentro de un par de decadas se cuenten en torno al fuego en los lugares de origen de los protagonistas. Tienen todos los ingredientes. Héroes y villanos se entremezclan conformando un mundo que apenas si resulta comprensible para quienes estamos habituados a una forma de vida radicalmente distinta. Y la repetición morbosa de las imágenes en los medios de comunicación termina por distorsionar nuestra percepción, insensibilizándonos al mismo tiempo.

Sin embargo, aquellos que tienen la ocasión de entrar en contacto con los supervivientes de una epopeya que supera en mucho nuestra imaginación homérica, esos que en algún momento se encuentran participando en dicha situación, quedan marcados para siempre, con la memoria comprometida y un conjunto de preguntas ante las cuales jamás nadie supo dar respuesta.

La vida nos lleva y nos trae por caminos insospechados, y quizás la biología pueda explicar mejor ciertas cosas que la filosofía. Porque los motivos por los cuales un hombre deja todo lo que ha sido hasta entonces su existencia, para embarcarse en una nave que no merece tal nombre con la que cruzar el mar que lo separa de una vida mejor (y aquí, mejor debería ir entrecomillada siempre) difícilmente pueden resumirse en una serie de conceptos elaborados en circunstancias absolutamente diferentes. Cuando nada se tiene, uno no arriesga la vida porque sí.

Me resulta imposible valorar, medir, mensurar. No puedo decirle a nadie que semejante viaje no merece la pena. No puedo decirle a uno de esos argonautas con hambre de hambre, que aquí se dan las condiciones para sustituirla por hambre de gloria. De hecho, su aventura sólo servirá para ser comentada durante un par de días en los informativos, su nombre será tan anónimo como siempre. Y si muere, es más que probable que no haya nadie para llorarle. Y, ¿qué homenaje puede hacérsele en justicia?

Ni siquiera sé a ciencia cierta los adjetivos que habría de utilizar para describir el regusto que me dejan noticias como la última de la que he tenido conocimiento. Un único superviviente ha quedado del viaje que iniciaron, se dice que más de cincuenta. Según morían de inanición, los supervivientes los abandonaban en mitad de la nada. Y al final sólo quedó el que patroneaba la embarcación. Al único que se pudo rescatar con vida. Describirlo como un conjunto de sueños que terminaron en pesadilla, no puede en modo alguno aproximarnos a la verdad. De hecho no sé qué pensar. He perdido la referencia sobre lo que es soñar, desear, querer, anhelar. No sé si he tenido un mal día, o los tenido todos... Y ahora, ¿cómo puedo pasar a publicidad?

jueves, 25 de octubre de 2007

¿Increíble?

Tenía el don de la credulidad. Tan era así que profesaba tres o cuatro religiones y al menos el doble de herejías. No se puede decir que fuera por inocencia, sino más bien por un particular espíritu crítico. Como en la mayoría de las ocasiones carecía de datos suficientes para decidir si lo que le contaban era verdadero o falso, tendía a pensar que no había motivo alguno para que le mintieran.

Con sus relaciones amorosas le pasaba tres cuartos de lo mismo. Así las cosas, ante las infidelidades solía llevar los cuernos con desenvoltura, como si nada. No sufría de desengaños ni de traiciones, simplemente aumentaba su nivel de conocimiento. Reaccionaba con la naturalidad del que siempre está aprendiendo.

Era el perfecto alumno aventajado, el preferido de los maestros. El más útil de los empleados en una empresa de atención al cliente: siempre escuchando para no resolver nada. Sus aficiones iban de los cuentacuentos a los programas nocturnos de la radio. Visitar auditorios y colaborar en el teléfono de la esperanza.

Nunca buscó una verdad última, ya vendría ella a su encuentro. Cuando le pronosticaron que le quedaban tres meses de vida, hizo todo lo posible porque fueran exactos...

miércoles, 24 de octubre de 2007

Liberando el móvil

Hoy he tropezado con mi agenda de teléfonos. Un montón de recuerdos que apenas si ocupaban unos bytes en la tarjeta simm. Tal vez la memoria no tiene fecha de caducidad y liberar espacio del móvil no arregla los desaguisados de una vida azarosa. Pero se me hacía incómodo que el orden alfabético fuera el que dictara cuando debía recordar si tan sólo buscaba el número de alguien a quien quería llamar.

Supongo yo que hay cosas que no se pueden evitar, como por ejemplo enamorarse. El tiempo pasa, pero las huellas de los momentos vividos están incluso donde menos te lo esperas. Tal vez debiera ser educado y debiera avisar a las personas de las que he decidido prescindir como opción a llamarlas nuevamente. Tal vez debiera ser ese tipo honesto que se supone soy y reconocer que quizás me sigue doliendo también lo que no es pasado reciente. Pero hay batallas que ya no me apetece emprender, aun a sabiendas que seguiré acumulando derrotas. Hay versos que ya no me apetece escribir por muy bien que suenen.

Dicen de aquellos que no saben lo que quieren que se pasan la vida buscando en vano. Creo que es una interpretación no del todo acertada. Hay cosas que a pesar que no existan es necesario empeñarse en esbozar la geografía de su desencuentro. Y de otras hay que escapar pues hacen de uno un deseo cumplido e insuficiente. Las relaciones humanas no son biyectivas ni saben de equidistancias. Tal vez por eso me parezca paradójico hablar de ciencias sociales; aunque este es otro tema.

Si me comparo con aquellos a quien conozco, mi punto de vista sobre la practicidad es cuanto menos extravagante. Así que no me sorprendería que mi número de teléfono hace mucho tiempo haya dejado de figurar en muchas agendas de teléfono. Tal vez sea más sencillo de lo que creo dejar de echar de menos a la gente. Es una obviedad decir aquello de "nadie es imprescindible". Pero ignoro cuales son los mecanismos que hacen que uno decida dejar de contar con alguien. ¿Se es libre para asumir la tortura como masoquismo? Si la memoria selectiva es propia de la condición de ser humano, tendré que plantearme nuevos modos de indexar mi agenda que me eviten retrospectivas innecesarias.

lunes, 22 de octubre de 2007

Repasando el manual de instrucciones

Voy a tener que dejar de escuchar, ver y leer noticias en los medios de comunicación. Hay veces que a uno le dan material para hablar de lo que sea. Dan la oportunidad a despotricar contra todo y todos, de admirarse por las cosas que ocurren, de saber qué ocurre más allá del entorno de uno, de poder hablar durante las comidas sobre cualquier cosa, de...

Pero noto a veces que la realidad me satura. Eso de "así son las cosas y así se las hemos contado" me deja una sensación de vacío en el estómago. También es culpa de la gastroenteritis por la que estoy pasando estos últimos días, pero entre el primperan y el fortasec voy encontrando el camino. El hecho es que me pierdo entre tanta verdad último modelo como en la feria del automóvil. Voy a tener que cambiar el mando a distancia por un GPS, y aún así no tengo muy claro, porque esta desorientación mía no es tanto física como de otro orden. Manda carajo que ahora que cambié de trabajo, ganándome el sustento con la topografía, tenga que recurrir al "más allá". ¡Qué ironía!

Ya sé que uno no se sumerge por la cotidianeidad informativa en búsqueda de respuestas, pero uno no tiene opinión para todo. De hecho, las únicas opiniones que alguna vez me merecieron la pena fueron las de un payaso. Que por cierto, ahora que tengo un segundo y lo pienso... hace tiempo que no leo un libro. Tanto escuchar historias, y quizás lo que necesite es que alguien se invente una para que yo me la crea. Sí, creo que es eso, que entre tanto revisitar a clásicos y leer a los imprescindibles, tanta poesía y tanto ensayo, tanta información de los medios que a ello se dedican... Una novela, necesito una novela, o amenazo con escribirla. Y ya sé que sucede cuando empiezo a emborronar las primeras páginas: no se me ocurre otra cosa que no tenga la forma de astracanada.

miércoles, 17 de octubre de 2007

La transición española

En la historia política española abundan los trajes a medida. Se ha legislado y gobernado mirando más al pasado reciente y al presente que con la vista puesta en el futuro que quisieramos tener. Y es por eso que siempre nos encontramos con deudas no saldadas e injusticias latentes que erosionan la vida pública del país y la confianza de los ciudadanos en el estado. En estos días se está intentando sacar adelante un proyecto de ley que al parecer de muchos reabre viejas heridas: la mal llamada memoria histórica. Los términos políticamente correctos no pueden acallar runrunes por mucho que nos empeñemos en disfrazar la realidad con palabras biensonantes.

Uno de esos momentos históricos que quizás más se tuvo en cuenta el pasado reciente para no mirar al futuro con el valor y el coraje necesarios fue la transición española. Ese modelo político para pasar de una dictadura hacia una democracia sin revanchismos, sólo sirvió para proteger a los usurpadores del poder legítimo popular de la acción de la justicia. Ese modelo político fue diseñado por los cómplices de aquellos y los cobardes representantes populares. Y los representados por estos, fueron asímismo igual de temerosos y tímidos en reivindicar sus derechos y una justicia digna de un nuevo orden que se decía basado en ella. Esa falacia sólo permitió que aquellos que detentaron el poder en los distintos ámbitos de la vida pública, siguieran disfrutando viejas prebendas y no perder el sitio ante las nuevas posibilidades que se abrían. Obviamente, así no se podía garantizar la igualdad de oportunidades.

Aquella generación de entonces legó para el futuro una constitución y un estado de derecho que la mayoría de la población que hoy podría decidir su futuro, no tuvo la oportunidad de hacerlo en 1978. No voy a ser generoso, porque ya ha habido suficientes exégetas de aquellos que participaron en aquel proceso constituyente. Sus virtudes y valores se conocen de sobra. Pero lo que se ha de poner ahora encima de la mesa para no perpetuar una verdad a medias, es que faltó coraje para oponerse a los herederos del anterior régimen y aplicar las medidas necesarias para restaurar la justicia. Había que reparar los daños del franquismo, no debieron conformarse con sustituir un modo de entender el estado por otro. Esto, en cierto modo suponía legitimar lo anterior, con lo que eso conllevaba. Admitir que algunas de las acciones del franquismo fueron positivas suponía y supone decir que el fin justificaba los medios. Esa herencia cultural es un lastre para cualquier democracia naciente, pues precisamente ese viejo principio maquiavélico no tiene cabida en el nuevo modelo político adoptado y aceptado por la ciudadanía de entonces. Y no cabe decir que hubo engaños o chantaje, pues quedaba la opción de negarse a participar de la pantomima, aunque eso supusiese retardar la llegada de la democracia. Tampoco cabe esgrimir un espíritu de reconciliación, pues nadie pidió perdón, las indemnizaciones no han llegado aún y todavía perviven larvadas situaciones de manifiesta injusticia y odios mal disimulados. Que los antiguos déspotas pasaran a ser los nuevos demócratas sin asunción de responsabilidades de ningún tipo es un sapo imposible de digerir para quien tiene conciencia. No sirve de argumento que hubiese una supuesta amnistía general pues aquellos que podían aspirar a ella no llegaban en las mismas condiciones. Hacer tabla rasa suponía mostrar una generosidad por parte de aquellos que habían sido maltratados por el franquismo, y que se asumió como exigencia. Esto fue y es un abuso que pervirtió los valores que se pretendían instaurar.

No me reconozco heredero de la transición. Renuncio a ella como parte de mi pasado. Quiero justicia para con las víctimas del franquismo, y la condena pública de aquellos que se beneficiaron de él. No soy quien para guardar rencor a nadie pues no soy víctima de los abusos de la dictadura. Pero no quiero como legado la transición por lo que supuso de cerrar los ojos, de tragar saliva, de encogerse de hombros, de cruzarse de brazos, de largos silencios... Si la generación involucrada no es consciente de sus errores y que estos han de ser reparados para poder afrontar con valentía el futuro, no voy a ser yo quien los condene por ello. Pero desde luego mostraré mi desafección siempre que tenga oportunidad. Si mi generación renuncia a la oportunidad de restablecer de algún modo la justicia, que en el futuro se olviden contar conmigo para cualquier otra iniciativa. Tuve la fortuna de conocer a mis abuelos, de disfrutar de su cariño y sus enseñanzas. Por todos aquellos que no tuvieron la oportunidad de hacerlo, por aquellos que fueron esquilmados de hasta el orgullo de tener unos apellidos, para todos ellos este artículo y mi más profundo respeto.

jueves, 11 de octubre de 2007

Serpenteos

Demasiadas veces empiezo a escribir y mis palabras parecen ligadas a una secuencia temporal que desconozco. Hay muchos modos de decir las cosas, pero no siempre se acierta. Busco en las miradas de los demás esa complicidad necesaria para no herir susceptibilidades. Ya no recuerdo cuando desistí de ser entendido. Es como si mis sentimientos tomaran la forma geográfica de un archipiélago cada vez que entran en contacto con los demás. No me siento incómodo por ello, pues hasta un libro abierto se interpreta como jeroglífico.

Nunca hasta hoy me había expuesto a la luz del sol y empiezo a sentir la fátiga. Por lo menos ahora sé que también mi sombra va por libre, aunque me resulta más familiar cuando la veo multiplicada por la luz de las farolas. Sumido entre el letargo y el desconcierto, doy pasos en la dirección del viento. Supongo que así es difícil dar con un destino, pero me despojaron de mi alma de sedentario y adaptarme a la condición de nómada requiere de nuevas paradojas y contradicciones. Supongo que no hay vida sin contraindicaciones, así que en vez de coleccionista de amantes voy cogiendo complejo de farmacia.

Si al menos supiera cumplir una promesa... Si los demás no lo vieran como una tara, seguro que me arriesgaría a cumplir alguna espectativa. Debajo del embozo tras el que me oculto, no hay sino un hombre desnudo. Si me barnizo es para seguir siendo. Supongo que el temor debe ser recíproco y quien más quien menos tiene pesadillas con espátulas. Tal vez porque nadie es del todo un boleto de rasca y gana. Pocos son los que se arriesgan a perderlo todo...

miércoles, 10 de octubre de 2007

La ínsula de Barataria existe

Parece ser que la idea que tenían los creadores de Youtube con este portal, era poner a disposición de sus usuarios de un lugar donde colgar vídeos y creaciones para compartir entre ellos. La motivación, divertirse, como todo en esta nuestra cultura del ocio. Bien es cierto, que cada uno lo entiende de modo diferente, pero siempre hay alguien dispuesto a abusar de las oportunidades que otros le conceden.

La noticia de los últimos días, ha sido la de un padre jubilado dispuesto a todo con tal de salvar el honor de su hijo: un enfermo mental, objeto de burlas por parte de unos desalmados, que no contentos con ello, colgaron su obra en el famoso portal. El buen señor, con tan sólo su sentido común intentó convencer a distintas entidades y personas para que esos vídeos fueran retirados. Todo resultó en vano, hasta que un medio de comunicación se hizo eco de la noticia y entonces saltó la espoleta de la indignación popular. A raíz de ahí, se han ido sucediendo las reacciones y todos aquellos que debieron actuar desde un principio se han dispuesto a hacer lo que corresponde. Para lavar su imagen, porque dudo tengan conciencia.

Al bautizado como nuevo "padre coraje", le han preguntado por supuestas exclusivas y los abogados gratis con posterior reparto de la indemnización se le presentaban a su puerta. Que hay gente mezquina no supone sorpresa alguna, pero uno no puede dejar de asombrarse de los sujetos que así actúan. Como no todos somos iguales, y hay gente decente y honesta por más que nos empeñemos en que pase inadvertida, este hombre que dignifica la condición de ser humano, se ha negado a sacar tajada del asunto, ha sido capaz de acordarse de quienes todavía están más indefensos que él o su hijo, y "tan sólo" aspira a que los culpables se avergüencen de sus "gestas".

Los señores de Youtube, después de mucho tiempo mirando hacia otro lado, en vez de hacer sincera autocrítica, acusan al que protesta de no seguir sus protocolos. Cuanto menos es paradójico, porque hasta donde tengo entendido, los derechos de cualquier ciudadano están unos cuantos peldaños por encima de cualquier decálogo o pauta de conducta empresarial. Probablemente, la noticia se agote en pocos días. Todo quedará olvidado. La tierra seguirá rotando sobre su eje y los de Youtube ganando dinero, así como aquellos que compren sus acciones. Hacerse rico no es censurable, el problema es el cómo. Y si así es como esa gran empresa trata a un individuo cualesquiera, sea usuario suyo o no, tenga por seguro que tarde o temprano perderá su credibilidad.

Pero lo importante de la noticia no son los desalmados ni los mezquinos. Tan sólo son decorado. Lo único digno de mención es este señor y sus principios. Personas así le reconcilian a uno con el mundo. No hace falta que le pongan tu nombre a una plaza o a una calle para ser alguien realmente importante.

lunes, 8 de octubre de 2007

El conseguidor


Tenía ese don que consiste en que nada más abres la boca, lo tienes todo. Se podría pensar que eso le abocaba a una vida resuelta. Sin necesidad de genios ni de lámparas tenía una capacidad ilimitada para alcanzar sus deseos. Era de esos tipos que se dice que nacen con el pie derecho. De facto, desconocía el significado de la palabra imposible. De tan lejos que pudo llegar se pensó en redefinir conceptos como plusmarca o infinito. Nunca necesitó dejar nada para el día siguiente...

Vistas así las cosas, sucedió que a su alrededor sólo había interés por lo que podía ofrecer. Dejó su trabajo de intermediario porque le auguraron un gran futuro como negociador. Sus amigos le decían que para él no habría día del juicio final. Su mujer le dejó por no poder llevar los pantalones en casa. Su hija cambió su nombre por el de Electra.

Falleció el día que se agotó su capacidad de sorpresa. Para los que sostienen que no hay victorias sin derrotas, alegrías sin tristezas, en una especie de balanza cósmica, ese día será recordado porque muerto el hombre más feliz, como una especie de paradoja, en vez de reordenarse el orden natural y ocupar aquel lugar privilegiado entre muchos de los que estaban en el platillo fatídico, ese día nacieron los que luego fueron recordados como toda una generación de desgraciados...

domingo, 7 de octubre de 2007

No existe la sangre azul

Europa está llena de anacronismos. Que una sociedad que se predica como la más avanzada siga manteniendo ciertos tics y arraigos sin apenas cuestionárselos no deja de sorprender a aquellos que creemos que lo único que le queda a esta civilización son sus valores. La lucha por la supremacía económica o militar está más que perdida aun con la incorporación de Rusia.

Personalmente, uno de los anacronismos que a mí más me deja fuera de sitio es esa institución llamada monarquía. Parece de todo punto incomprensible que una vez proclamada la igualdad de todos los ciudadanos, haya unos privilegiados que hereden un cargo tan relevante como es el de la jefatura del estado. ¿De veras que son ellos los que queremos que nos representen? Porque si es así, parece un absoluto contrasentido. Fuera ya del oportunismo político como transición hacia otro modelo de estado tratando de aunar todo tipo de sensibilidades, una vez logrado ese primer objetivo, la monarquía carece de sentido. ¿Qué clase de pacto político es ese en el que el poder popular cede en condiciones que van más allá incluso del usufructo, su representación e interlocución a quien su único mérito es pertenecer a una estirpe, llevar unos determinados apellidos?

No se puede hablar de derechos reales. Es un eufemismo de lo que en verdad son auténticos privilegios. ¿Acaso no entra esto en contradicción con la tan manoseada igualdad? De hecho, cuestionar su posición, se llega a considerar como un ataque al estado de derecho. Tal barbaridad no merece respuesta alguna de la opinión pública, hoy más domesticada que nunca. El europeo de hoy recurre a verdaderos actos de fe para transigir a las constantes agresiones contra su integridad de deberes y derechos. La monarquía no puede siquiera ser un símbolo que represente una sociedad moderna, ni su evolución. La monarquía jamás estuvo del lado del pueblo.

No creo que deba durar mucho más esta situación más que anómala. Y por encima de toda consideración, sobre todo injusta. Creo que el modo de resolverse más sencillo es que renuncien por propia voluntad. No sería extraño que algunos de ellos contemplaran tal posibilidad. Pero es esta sociedad europea la que debe cuestionarse si de verdad está dando los pasos en la adecuada dirección para que se tornen reales todo ese conjunto de derechos que nos reconocimos como tales. El silencio no es ninguna forma de autocrítica. Y no hacer nada en cierto modo es hacer algo en contra de nuestros propios principios. Sobre todo en este caso. A mí, un rey no me representa, y aunque nada tengo en contra de la persona que sustenta el cargo, no le reconozco ni me interesa. Si hay que tomar postura, prefiero la reoública.

miércoles, 3 de octubre de 2007

Raymond Carver


Si hay un género literario que ha alcanzado cotas de brillantez en el s. XX, es el del cuento. La lista de autores se haría interminable y, por ende, la de relatos. Pero de todos los narradores, del que me siento más cercano es de ese diseccionador de lo que se conoce por americano medio, uno de esos yankees vestido con tejanos y camisa a cuadros al cual le suceden cosas corrientes en un mundo monótono y pequeño. Raymond Carver es ese escritor que fue capaz de dotar de poesía a la pesca del salmón, a los paseos por entre aserraderos, a las cafeterías donde sólo sirven pastel de manzana, a los que beben whisky para poder ir al tajo.

Carver modela un mundo que conoce a la perfección, da voz a la cotidianeidad, a todo un elenco de personajes comunes que siempre habían pasado despaercibidos, vidas sin ningún interés nos cuentan sus pequeñas epopeyas... Por fin el coro cobra protagonismo. Lo ordinario se despoja de sus mejores galas y muestra la hermosura de su sencillez. A diferencia de Quevedo o Chejov, como ejemplos de escritores que rescatan lugares y personajes comunes, Carver no pone énfasis alguno en lo extrardinario, en aquello que podría llamar la atención por no ser el pan nuestro de cada día. Tal vez, lo que Ray consigue es rescatar a los sentimientos de sus corsés. Nos revela que no hay esquemas, que ante situaciones similares, la peculiaridad de cada cual le hace reaccionar de modo distinto, que nadie es dueño absoluto de la alegría o la tristeza, que no hay patrones ni arquetipos... Consigue el milagro de mostrar la complejidad del ser humano, de las circunstancias de cada cual, poniendo en el centro de la acción a tipos anónimos sin sacarlos de su anonimato. Carver le niega al hombre corriente el minuto de gloria de Warhol. Por eso nos resulta creíble, por eso se le califica de auténtico, por eso se le incluye en el realismo sucio...

Una cosa más. En la escritura de Carver está la clave de por qué es inimitable: No hay modelos de vida a seguir, los caminos están por hacerse, todo futuro por muy previsible que sea es impredecible... Todo yo sale de un ellos cualesquiera.

lunes, 1 de octubre de 2007

Pasados lejanos, futuros inciertos


Hay amaneceres que parecen anunciar apocalipsis. De las nubes cuelgan jirones naranjas y la mañana se intuye pálida. Sería un buen momento para hacer con los recuerdos una especie de efecto túnel. Siempre será más fácil que salir de un supermercado sin pasar por caja. La miseria de la memoria apenas si permite recoger las llaves de casa. Cuando uno se encuentra perdido siempre termina por acordarse de Ítaca. Todos a mi alrededor tienen mi mismo rostro confuso. Extraño éxodo este en el que cada cual tiene un camino diferente...

Cada día tengo un proyecto nuevo que por la noche olvido a propósito en el desván. Antes de acostarme miro por la claraboya de este, pero apenas sí sé distinguir una estrella de un cometa. Supongo que es una manera excéntrica más de perder el tiempo, sobre todo porque dejo al hombre que todos imaginan en mí en un extremo de la habitación. Pienso en todos aquellos que echo de menos mientras me enciendo un cigarro. Las volutas de humo a veces simulan figuras fantasmagóricas, pero el azar jamás devuelve los pasos perdidos.

A veces quisiera poder dar respuesta a mi dolor en forma de lágrimas, pero las cosas que nadie ve dicen que no existen. Ojalá la vida fuera como un problema de álgebra. Ojalá el amor fuera cosa de la estadística. Hoy, como siempre, los cantos de las sirenas anuncian una tragedia, sólo que ahora suele hacerse un atestado. En esta tela de araña no faltan las moscas suicidas. El tiempo se debate entre el génesis y el hastío. Se podría decir que he tenido días mejores...