domingo, 29 de junio de 2008

La fuerza del destino

De repente tuvo una intuición. Una de esas de las que pasan escasas veces en la vida de uno. De hecho, son escasas incluso entre las vidas de muchos. Rápidamente se fue hacia la cartera de su marido, en el bolsillo de los pantalones. Estaba dormido, de otro modo no se hubiese atrevido...

La abrió y entre recibos de la tarjeta de crédito encontró el boleto de la lotería. Copió los números. Y reunió el suficiente valor para al día siguiente rellenar otro boleto y guardarlo entre las páginas de un libro. Uno de esos con final feliz

Han pasado seis meses, y el marido aún se lamenta de su felicidad incompleta. No entiende como tiene que compartir su suerte con un desconocido que prefiere seguir siéndolo, para alegría de Hacienda.

viernes, 27 de junio de 2008

El día 29 España en la final

Confesar que soy un enamorado del fútbol no tiene nada de novedoso. Me gusta el fútbol porque es capaz de aunar la belleza de la poesía y la épica de la novela. Me gusta el fútbol porque en él reconozco todo lo bueno y lo malo del ser humano. Me gusta el fútbol, porque probablemente nací en un país y en una época donde el fútbol era nuestra única ventana a una realidad diferente. A pesar de las constantes derrotas...

Si Bob Dylan fuera español, sólo habría escrito una canción, quizás tan sólo un verso: parece que los tiempos están cambiando. Si Bob Dylan fuera un futbolista español, se reiría de sí mismo así como para sus adentros. Aunque finalmente, parece que la historia va camino de tomar un derrotero diferente. Si somos honestos, hemos de reconocer que ya nada será lo mismo tras esta Eurocopa. Porque para un seguidor de la selección española con una RAM de más de quince días de memoria, estamos en el probablemente momento más feliz, en ese punto en el que pareces despertar de un mal sueño.

Quizás, convenga hacer un alto ante tanta exhibición de optimismo. Ante tanta palmada en la espalda, tanto abrazo espontáneo, tanta risa fácil... O quizás no, y sólo merezca la pena disfrutar de modo pleno de este momento. Creo que haré un alto.

El fútbol tiene sus propias leyes, como todo juego. Y también tiene sus secretos, como cualquier juego. No sé si Luis Aragonés es el arcano que parece haberlos aunado todos en sus más de 70 años acumulando victorias y derrotas de modo desigual. No sé si la generación de jugadores que hoy se han juntado son la culminación de una desconocida selección genética. No sé si por fin se alinearon los doce soles de la galaxia que influye en nuestro karma. Realmente no hay una explicación certera del éxito. Quizás, el éxito resida en otra cosa. En disfrutar con lo que haces a pesar que nadie te lo reconozca. En ser honesto con uno mismo. En respetar al rival y su trabajo. En ver en el compañero alguien que te echa una mano cuando más lo necesitas. Quiero creer que ese es el éxito de la selección española. Pero no creo que ese sea el reflejo de la sociedad que representa. Honestamente, no lo creo...

Pero me da absolutamente lo mismo. El fútbol me gusta porque a pesar de parecerse mucho a la vida, es sólo un mundo paralelo. En el fútbol, hay que diferenciar a los personajes de los seres humanos. Como bien supo Cervantes, uno puede tener toda una vida de Quijote, pero quien muere, es Alonso Quijano.

Por último, se me ocurre que para que el domingo España pueda ganarle a Alemania, tiene que darle la razón a Gary Lineker. Hay que ver como me gusta el fútbol...

jueves, 5 de junio de 2008

Diario vespertino

No me gusta el periodismo que se hace hoy día. De hecho, no creo que merezca tal nombre. Hay profesiones que por mucho que los tiempos cambien, han de mantenerse fieles al sentido estricto de sus significado. Pervertir este, da lugar a una profesión diferente. Ahora hay cotillas a tiempo completo, expertos en rumores, desacreditadores de hasta de sí mismos, verborreicos incontinentes e ininteligibles, opinadores sin venir a cuento, supremos entendidos fugaces, descriptores de verdades pasajeras y de certezas multiusos, vendedores de quincalla hecha verbo, fotógrafos del mal gusto, reverberadores de la excrecencia, camarógrafos del estatismo... En fin, toda una suerte de parásitos que se reclaman como necesarios, que se postulan defensores de su sola libertad de expresión, que se otorgan un papel que nadie les ha dado, y que, sin embargo, han olvidado su verdadero propósito, su utilidad y función real: relatar hechos.

Conseguir una entrevista con el mismo Dios, no le hace a uno merecedor de ningún Pulitzer o similar. Si acaso, le convierte en pariente lejano de Moisés. Fotografiar a la misma Hécate haciendo virguerías con la guadaña, no puede ser motivo de portada, no se puede elevar la anécdota al rango de noticia, salvo que se tenga la curiosidad intelectual de una Paris Hilton borracha. Si lo importante de unas elecciones para un editorialista es que se sucedan cada cuatro años, que deje de escribir columnas y pase a dedicarse vacunar neonatos de la trivalente.

Cuando uno disfraza, manipula, retoca o dosifica la verdad, no hace periodismo; si acaso, novela o poesía. O simplemente incluye a su yo de todos los días en parte relevante de la noticia. Poco me importan los nombres y apellidos de los que me anuncian que son las once y cuarto, que mañana hará sol, que ya van veintitrés los tipos que se cortaron las venas este verano, que hasta las prostitutas aplican la subida del IPC, que cuando el balón pasa la línea de meta por entre los tres palos podemos cantar gol...

No sé en qué va acabar todo esto. Supongo que los albañiles terminarán reformando sólo sus casas, del mismo modo que los novelistas se han convertido en los personajes de sus historias, con ese mismo transcender paradójico del filósofo sobre su propia filosofía, semejando a ese teatrillo dentro del teatro, y con el periodista tirándose a la noticia y las hermanas de esta hasta conseguir primicias.

miércoles, 4 de junio de 2008

¿Parece que los tiempos están cambiando?

Cuando George Bush se quedó paralizado al ver las imágenes de los impactos de los aviones en las Torres Gemelas, se me ocurrió pronosticar que probablemente le sucediera en el cargo para esta legislatura Hillary Clinton. Quedaban unas elecciones de por medio, pero me parecía demasiado evidente que así serían las cosas. En la historia, cuando dos dinastías se alternaban en el poder siempre evitaron pisarse los callos. Pero he de reconocer, que el hecho de ver a una mujer presidir la nación más poderosa, era un cambio en el estado de cosas lo suficientemente significativo como para despertar las esperanzas de incluso los más descreídos... Y yo, siempre presumí de contarme entre ellos.

Llegado el momento de comenzar la carrera presidencial para Hillary, llegado el momento de ver recompensados todos sus esfuerzos y el premio a tantos sinsabores con nombre de becaria, hete aquí que un advenedizo se aviene a destronar a la que sólo fue consorte por mor de ser reina. Para colmo de todos los colmos, el advenedizo es negro sí, pero no de pura raza. Ni siquiera un heredero legítimo de Martin Luther King, no digamos ya de Malcom X (sobre todo porque algún avieso desconocido dé chivatazo a la NSA).

Obama es el nombre del pérfido usurpador. ¿Cuáles son sus credenciales? Pues a pesar del bautismo lleva impregnado el pecado original de votar a favor de la invasión de Irak... Un mundo nuevo promete, un mundo más justo (paradojas de vivir en tiempos de estrecheces), un mundo en el que quepamos todos. No voy a ser yo quien le quite méritos. No seré yo quien le haga menoscabo. Pero pasar del blanco al negro no es tan difícil. Sólo depende de lo que convenga. Y parece ser que conviene a pesar del temor de sus acólitos... Nuevamente tenemos el mito del eterno retorno (menos mal que dicen que la norteamericana es una sociedad dominada por los judíos) que tan bien describieron los griegos. Obama un nuevo J.F.K., dicen... ¿Munición para que Oliver Stone haga su primer remake?

martes, 3 de junio de 2008

Persiguiendo a Amy

Hay una absurda tendencia a identificar a los ídolos como aquellos elegidos en los que se pueden observar encarnadas todas las virtudes que puedan considerarse dignas del ser humano. Se puede ser generoso y canalla al mismo tiempo, ser un buen escritor y un pésimo padre, presidir Amnistía Internacional y coleccionar multas de tráfico. El ser humano no es perfecto salvo en esto mismo; oséase que la humanidad radica en la imperfección...

El problema pues, no me parece que esté en quien elegimos admirar. El problema es que depositamos en esa persona todas nuestras esperanzas. Y no sé por qué siempre he pensado, que aquel que hace de un congénere un ídolo, tiende a escurrir el bulto de su propia responsabilidad. Se puede y se debe admirar aquellos pensamientos, palabras y acciones dignas de ser destacadas. Pero más allá de esto, no cabe deducir mucho más de aquel que las protagoniza, ni, por supuesto, otorgarle la capacidad de representar tales bondades eternamente. La ejemplaridad y la excelencia son flores de un día cuando hablamos de personas de carne y hueso.

Amy Whitehouse canta como si no fuera de carne y hueso. Canta como si sólo fuera voz. Pero no es así. De hecho, su rostro tras consumir todo tipo de drogas, no es muy diferente del de cualquier drogodependiente. De hecho puede decirse que hay momentos en los que es una yonqui antes que una persona, por mucho que todos quisieramos que fuera al revés. Quizás un día de estos, alguien le eche la culpa al éxito. Porque de todos es sabido que los ídolos no tienen culpa de nada. Hay un refrán que me gusta mucho que dice más o menos así: "entre todos la mataron y ella sola se murió". ¿Podrá Amy cambiar el destino que todos le hemos asignado? De las cosas que pueda regalarte la fama, no hay nada más terrible que verse perseguido por los fantasmas de gente que incluso ni conoces... Seguro que la Whitehouse se operaba del triunfo si pudiera.