miércoles, 15 de octubre de 2008

Efectos vocálicos

Pertenezco a una generación que desde hace ya algún tiempo empieza a rememorar los viejos tiempos. Una generación que empieza a emitir gruñidos cada vez que se incorpora de la cama, del sofá, del asiento del coche... En suma, cada vez que se incorpora. Tan poco tiempo pasamos de pie que no nos resultará vergonzante morir de rodillas. Pero no es de esto de lo que quería hablar...

Algo que caracteriza a la lucha intergeneracional es que la que sucede denosta a la que precede y viceversa. Y en la era y civilización en que el ocio ocupa el primer lugar en el escalón de prioridades individuales, la lucha por la primacía en cuanto a valorar los mejores logros nos remiten indefecteblimente a productos de consumo. Y es una lástima que el arte pueda considerarse como tal por mucho que eso permita vivir mejor al creador. Así que muchas de las discusiones versan en ver si se hizo mejor cine o música en tal o cual década.

Ojalá la curiosidad con el paso del tiempo no se transformara en horas delante de la televisión viendo un reality show. Así, muchos de los que podrían haber hecho la mili conmigo sino hubiese sido objetor de conciencia, podrían disfrutar de las maravillas de aquellos que empiezan a asomarse al mundo de la creación con sus nuevas ideas.

Todo esta introducción sólo sirve para hablar sobre un músico, rapero para más señas, español para los incrédulos, que ha conseguido que sus rimas sean algo más que un montón de bravatas intrascendentes. Ha conseguido que la poesía consiga por fin su hueco en este estilo de música, en lo que hasta ahora en castellano eran simples balbuceos. No quiero desmerecer a muchos de los que han precedido a Nach, pero este ha sobrepasado las espectativas que se tenían sobre dicho estilo, sobre todo entre los más descreídos de mi generación.

Es un placer ver que la música, como cualquiera de las otras artes, no deja de evolucionar y sorprender, sobre todo para emocionar. Si uno quiere divertirse, no necesita ir a Disneyworld. Basta con dejar que su curiosidad transite por los caminos por donde era niño. Y así, se puede disfrutar de canciones como la que sirve de título de este post.

martes, 14 de octubre de 2008

Recreación virtual del Apocalipsis para la Play Station

Me gustaría poder decir que es la hora de la política, pero sinceramente no creo que eso sea posible. No con los mecanismos que ahora mismo están a nuestra disposición. Tengo la honda impresión que la democracia tal y como la conocemos no sirve para hacernos mejores personas ni para vehicular las relaciones entre los individuos que componen la sociedad hacia una mejor convivencia.

El voto ya no es la expresión de la confianza del ciudadano en una o varias personas para que ejerciten la acción del buen gobierno. Tampoco tiene mucho contenido ideológico. No en el sentido clásico. Los ciudadanos votan "libremente" en razón de intereses personales, castigos hacia quienes siente que le traicionaron, alineamiento con los que uno considera como "los suyos", porque no hay nada mejor o cualquier otro argumento de índole semejante y carente de todo contenido y razonamiento político. Porque, ¿qué son y dónde están las ideas?

Creo que ahí reside el quiz de la cuestión. Por muy engorroso y aburrido que pueda parecer. Pero pararse a analizar la validez de los valores, el modo de escalarlos y las relaciones existentes entre ellos, no parece tener demasiado interés. Pienso en alguien que desee cambiar el mundo y hacerlo mucho más justo para todos, y una vez que mire a su alrededor, le durará el ímpetu de su iniciativa un par de minutos si acaso. Nietzsche declaró la muerte de dios; los últimos 100 años han sido el permanente asesinato de la utopía. La utopía por un mundo más justo y mejor. En lo que conocemos por Occidente no queda nada digno de salvarse fuera de la filosofía y el arte. Supongo que pronto llegarán los bárbaros y comenzará todo de nuevo. Y honestamente, no tengo ninguna esperanza en que lo vayan a hacer mucho mejor. Si todo el cúmulo de buenos propósitos y proyectos que la vieja Europa y su hijo bastardo llamado Estados Unidos nos han traído hasta aquí, no sé por qué quienes desconocen algunos de los más imprescindibles derechos del ser humano iban a hacerlo mucho mejor. La historia de la humanidad empieza a ser un cúmulo de oportunidades perdidas. Hastían por repetitivas y desconsuelan por parecer perpetuas. No creo que haya que darle mucho crédito a las diferentes formas del populismo ni a las sociedades venidas de oriente...

Los valores individuales han sido diluidos en los derechos. Finalmente, el poder económico los ha convertido en privilegios. Somos una nueva sociedad feudal, eso lo tengo claro. Camino por las calles de cualquier ciudad europea y sólo veo siervos. Si se me ocurre dirigirme hacia cualquiera de los otros continentes, sólo veré esclavos. Y a ninguno de ellos le alcanza la vista más allá de su ombligo. Ante tanta conciencia mínima y sorda, la desesperanza tomará la forma de ángel exterminador. Es el modo en que la naturaleza restablece los equilibrios. Lo sé, aunque no tenga memoria de ello...