miércoles, 18 de febrero de 2009

Frivolidad

Resulta repugnante tener que escuchar día sí y día también las opiniones "autorizadas" de ciertos personajes públicos al respecto de temas que atañen a la conformación de la moral pública. Con el amparo de una mal entendida libertad de expresión, con dosis superlativas de demagogia y, sobre todo, una osadía que no parece tener fin, se permiten amparar comportamientos escándalosos en los medios de comunicación. Estos, son los auténticos responsables de la degradación moral: por convertir la noticia en espectáculo, por prescindir de las voces autorizadas en favor de toda suerte de pavos reales que exhiben su ignorancia como su mayor virtud... Ojalá todos los días fueran acción de gracias.

El asco que me produce escuchar a todos estos voceros a los que ni siquiera permitiría subir a la cofa del barco para anunciar el avistamiento de la tierra prometida... Es tal ese asco que... En fin, no quisiera tener que verme en la tesitura de decidir qué hacer con ellos en un hipotético juicio final.

Sin embargo, no resulta fácil desmontar todo el cúmulo de patrañas y estúpideces que aventan desde su púlpito. ¿Cómo le explicas a una de estas parodias de ser humano que los derechos tienen límites? ¿que la intersección de los espacios públicos y privados no es el lugar más propio donde depositar las heces salidas de sus "cerebros"? ¿que la libertad no es palabra de la que sólo cabe acordarse cuando aparece en los crucigramas? ¿Cómo se le explica toda una suerte de conceptos básicos sobre ética y moral a alguien que cree que por recordar los nombres y apellidos de sus profesores de primaria es el depositario de todo el saber de los mismos...?

Viendo y oyendo ciertas cosas, dudo que la humanidad tenga esperanza. Dudo que haya esperanza para la justicia y para la honestidad. Dudo que seamos capaces de hacer de este mundo un lugar mejor por mucho que un día nos levantemos de la cama con la intención de votar a Obama, y así suceda... Dudo que sepamos hacer de esta tierra un lugar en el que quepamos todos, mientras haya tantos y tantos privilegiados que entiendan que su situación no pueda ser otra, que no pudo ser de otro modo... Dudo que del silencio de Europa, del silencio de su intelectualidad pueda surgir una voz legítima que muestre los logros que en algún momento nos pudieran hacer creer que tanto sufrimiento había merecido la pena.

En fin, mientras haya tantos Boris Izaguirre que crean que tiene algún sentido convertir en espéctaculo televisivo la muerte de un ser humano, tendré que seguir tarareando aquello de "hay algo aquí que va mal..."