miércoles, 27 de mayo de 2009

Otra final de la Champions...

Hoy se juega uno de esos partidos de fútbol a los que se les espera con la ansiedad propia de los momentos importantes y que se suele bautizar con grandilocuencia: ¿cuántos encuentros no han sido ya mal llamados como "el partido del siglo"?

Es recurrente tratar de buscar en los matices, rivalidades épicas, luchas fratricidas, herencias legendarias. Es evidente que los que salgan al campo aunaran temores y deseos en la búsqueda de la victoria. Es claro que todos los tópicos se darán cita al toque de silbato del árbitro, cuando éste de inicio al juego. Es obvio que tantas miradas puestas en el evento de, quién sabe si, noventa minutos, darán lugar a opiniones tan singulares como irrelevantes.

En la pléyade de tantos nombres de prestigio, en tanto aspirante a ocupar un lugar privilegiado en la memoria del colectivo de los adictos a los dioses fugaces, en ese conjunto de jugadores que se disputan la supremacía europea anual, hay uno que en mi opinión se merece una mención especial: el galés Ryan Giggs. Este jugador desgarbado no sólo merece ser recordado por los fans de su club. Sus regates por la banda izquierda son tan impresionantes como la fidelidad que le une al equipo en el que conoció la fama. El Manchester United es grande por tenerle en sus filas, Ryan Giggs es grande por haberse mantenido al mejor nivel futbolístico en la mejor etapa de la historia del Manchester. Una simbiosis perfecta.

La discreción en el ejercicio silencioso de su profesión, con la misma dignidad y modestia que cualquier otro compañero menos reputado, es tan digna de alabanza como esa fidelidad a unos colores tan extraña en los tiempos de las grandes comisiones de representación. Ryan es un ejemplo difílcimente igualable. Siquiera entre sus compañeros de equipo se vislumbra quien pueda alcanzar sus logros tanto en lo personal como en lo deportivo. Ninguno puede exhibir la unanimidad en los reseñados elogios. Quizás, sea en el equipo rival donde podamos encontrar al ejemplo equiparable. Quizás sea el Barcelona del menudo Xabi quien pueda conciliar el mismo reconocimiento y prestigio. Es curioso que dos jugadores tan diferentes conciten sentimientos parecidos... Cabría decir incluso que si me alegrara por la victoria necesaria de uno de los dos equipos, es por, y sobre todo, uno de estos dos maravillosos jugadores que rescatan valores añejos para este, nuestro fútbol posmoderno.

martes, 26 de mayo de 2009

Desengaño

Uno nunca termina de conocer a la gente de su entorno. Es evidente que es imposible caer simpático a todo el mundo. Y que al contrastar las opiniones con el otro pueden estar en polos opuestos. No creo que eso suponga ningún problema. Es así, y es bueno que así sea. Y lo que yo escribo en este blog, supongo que en más de una ocasión puede ser causa de malestar; aunque no sean muchos los que se pasen por aquí, ni yo sea el bloguero que mejor sepa fidelizar al personal que le visita.

Lo que me resulta sorprendente es que alguien de mi entorno, alguien que quizás pueda ser de mi familia, se haya valido del recurso del anónimato y de este lugar para dejar un comentario en el que atacarme de forma personal. Se escapa a mi comprensión. Sólo decirle que ha conseguido hacerme daño. Muchas gracias. Sobre todo porque ha conseguido que se adueñe de mí la duda sobre todos ellos.

En fin...

martes, 19 de mayo de 2009

¿Quieres robar wifi?

La hipocresía lo inunda todo. Esa comunidad tan libertaria y amante de compartirlo todo que tiene por residencia habitual la red de redes, resulta que a la hora de ceder parte del ancho de banda de su conexión a internet particular es un tanto remisa. Tanto que, incluso en aquellos foros en los que los no muy avezados en como manejar un sniffer piden información sobre ello, se encuentran con el menosprecio de dicha comunidad...

Yo no sé si sorprenderme, pero va a ser que no. Oséase, que cuando se trata de usurpar los derechos de propiedad intelectual de cualquier creador, resulta que no hay ningún inconveniente en hacerse. De hecho, existen millones de enlaces y páginas web en donde te puedes descargar una obra protegida o sobre el modo de hacerlo. Algo que sucede millones de veces cada día... Sin embargo, mi conexión web, no se la cedo ni a mi padre, que para eso la pago. La conexión es algo así como eran hasta no hace mucho la moto o la mujer: Algo que no se comparte con nadie.

El personal se retrata con facilidad pasmosa. Robar a los demás está de puta madre, sobre todo a cantantes y actores, que son todos ricos. Eso sí, a mí me cuesta horrores sufragarme la conexión que contrato con cualquier operador, así que si cualquier pringado pretende robarme, lo denunciaré, le putearé si puedo y sé, y además me cagaré en sus muertos.

La sociedad tecnológica está tan putrefacta como la que le precedió. Contaminada por una doble moral ilimitada e inimitable. Escasa de recursos y argumentos. Al próximo que me hable de los ladrones de la SGAE lo mando a tomar por el culo.