viernes, 30 de julio de 2010

Numero cien

No sé si es consciente o no mi actitud de llegar tarde a mis propias onomásticas. Tal vez sea un vestigio no superado de mis complejos peterpanianos. Como este de escribir mientras escucho cantar otros, mientras me dejo imbuir por los ritmos de Vetusta Morla, por el surrealismo de otros. A veces sucede que me echo de menos. No creo que dejara de ser el mismo en ningún momento. Tampoco creo ser el perfecto ejemplo para ese viejo principio aristotélico que refiere a la identidad...

Es indiscutible que me hago mayor en todos los sentidos. Por mucho que me tire al suelo a jugar con la arena. Por mucho que adorne las historias hasta convertirlas en cuentos irrepetibles, por mucho que rime palabras impronunciables, por mucho que abuse de la escatología verbal cada vez que me cabreo. Soy infantil a pesar de hacerme mayor cada vez más deprisa. Soy infantil aun a pesar de no entender las cosas a la primera...

Y ahora que me ha llegado el turno para demostrar mis dotes de alfarero, me pienso en como seré mañana, en como quiero que me vean. Por primera vez, me importa lo que piensen de mí. Anhelo el cariño y respeto que yo mismo sentí por mi padre. Ojalá pueda sentirlo de modo similar. Confuso y con las manos manchadas de barro aún, me enfrento a un futuro por construir. No tengo miedo. Siempre intenté hacerlo lo mejor que supe, por eso no me arredra el fracaso. Pero hay intangibles que no sé como se adquieren. He llegado hasta aquí con tan sólo dos o tres cosas en el zurrón y una sonrisa intermitente. Con la sensación de haber sido sobre todo feliz. Esa es toda la herencia que puedo dejar. Ese es mi único regalo. Lo mejor de mí. Y ahora que ya no me pertenece, sólo deseo que sepas disfrutarlo...

Ojalá siempre estén los mismos en mis aniversarios...

sábado, 20 de marzo de 2010

Horadado

Vamos a pasar juntos mucho tiempo. Conociéndonos. Sabiendo el uno del otro. Lo bueno de nacer es que el pasado no existe. Aunque siempre puedes acogerte al de los demás para ir construyendo parte de tu memoria. No sé si todo lo que he sido te pertenece por derecho, pero mucho de lo que soy y seré se lo debo a todo lo vivido. Hay tiempo para ir desgranando los acontecimientos que habitan en mi memoria. Hay tiempo para ir explicando cómo se construyen sentimientos, cómo se habita en los corazones de los otros, y algunas otras cuestiones a las que todavía no sabría darles nombre.

Si tuviera que decir algo de mí que quisiera que supieses desde el momento en que abandones el vientre de tu madre, es que considero que he tenido una vida feliz. He conocido la tristeza y el dolor de manera diría que incluso cruel. Echo de menos a mi padre y a mi hermano de tal modo que incluso ahora mismo lloro mientras esto escribo. Y sin embargo, observo el agua que soy capaz de coger con mis manos y me parece más que suficiente como para calmar la sed de todo lo que me reste de camino. Apuro cada oportunidad para la risa. Y contemplo a todas esas personas que están dispuestas a quererte tanto como yo pueda hacerlo, y no puedo por menos que sentirme orgulloso de mi vida. Orgulloso y afortunado como pocos hombres hayan sido. Por mucho que no deje de llorar mientras escribo. Por mucho que me resulte imposible desatar los nudos de la garganta. Por mucho que todas las lágrimas juntas no alcancen para llenar el hueco que resulta de juntar las manos….

Ojalá quienes nos faltan pudiesen haber tenido la oportunidad de sumarse al amor que vas a recibir. La recurrencia de sus nombres te será tan familiar que espero puedas hacerte una idea de lo que significan para todos nosotros. No son sólo recuerdos. Son extensos retazos de lo que somos. Inherentes a, e ineludibles en, toda explicación o biografía. Parte intrínseca de algunos silencios, de ciertas miradas. Y de tantas risas… Ojalá puedas aprender cómo echar de menos. Es una de esas cosas con las que tendrás que aprender a convivir. El hecho mismo de nacer conlleva en cierto modo algo parecido. Pero no se trata sólo de lugares, de personas o de momentos. Se trata incluso de aquello que no somos o que no podremos. Ojalá sea esta una de las cosas que sepa decir de tal modo que digas “creo que te entiendo”. Aunque asumo que no daré nunca con las palabras exactas. No todas las cosas que existen tienen modo de ser dichas… También asumo que en más de una ocasión tendré que escuchar de tus labios “papá, divagas”. Y cuando eso ocurra, sólo me quedará la posibilidad de esbozar una sonrisa por encontrarme en un lugar indefinido e indefinible en el que mi padre estuvo antes.

sábado, 6 de marzo de 2010

Hola

Hola. Por fin unas palabras. No es el día de decir todas las que faltan. Basta con un “te quiero”. Incondicional. Como de otro modo no podría ser. Voy conociéndote en la mirada de tu madre. En esos ojos azules que me seducen incluso desde la celda de sus sueños. Que me prenden y me sumen en ensoñaciones que me remiten a tu nombre. Tu nombre… Tan sólo una palabra que lo dirá todo de ti. Que no significará apenas nada fuera de este mundo recién creado. De esto que se da en llamar familia. Y que crece según te haces fuerte en el vientre de tu madre. Según te haces valer en la memoria de quienes ya anuncian que te quieren.

Cuántas certezas y cuántas dudas. El tiempo irá dilucidando unas y otras. Siempre habrá un momento para cada una de ellas. Bastará darles paso. Te voy a esperar escribiendo. Haciendo lo que mejor sé. Convertir en palabras el polvo del aire, recoger en versos lo que le robo al viento. Te espero, con o sin pan, con los brazos abiertos; no habrá hambre insoportable que no pueda redimir tus besos. “Contigo pan y cebolla” no es sólo otro descubrimiento. Otro modo de ver el mundo. Un transitar diferente por las vidas que toco y de las que jamás seré dueño. Entre afortunado y agradecido, sin tener muy claro en qué porcentaje. Evidentemente, un privilegiado.

Eso sí, sigo siendo ese convencido convicto confeso, de las luces y sombras que me definen como aquel que se pasa la vida echando a alguien de menos. Este tiempo que nos resta hasta que pueda abrigarte en mis brazos también es bienvenido. Aunque haya momentos en que me coma por dentro…