Voy a tener que dejar de escuchar, ver y leer noticias en los medios de comunicación. Hay veces que a uno le dan material para hablar de lo que sea. Dan la oportunidad a despotricar contra todo y todos, de admirarse por las cosas que ocurren, de saber qué ocurre más allá del entorno de uno, de poder hablar durante las comidas sobre cualquier cosa, de...
Pero noto a veces que la realidad me satura. Eso de "así son las cosas y así se las hemos contado" me deja una sensación de vacío en el estómago. También es culpa de la gastroenteritis por la que estoy pasando estos últimos días, pero entre el primperan y el fortasec voy encontrando el camino. El hecho es que me pierdo entre tanta verdad último modelo como en la feria del automóvil. Voy a tener que cambiar el mando a distancia por un GPS, y aún así no tengo muy claro, porque esta desorientación mía no es tanto física como de otro orden. Manda carajo que ahora que cambié de trabajo, ganándome el sustento con la topografía, tenga que recurrir al "más allá". ¡Qué ironía!
Ya sé que uno no se sumerge por la cotidianeidad informativa en búsqueda de respuestas, pero uno no tiene opinión para todo. De hecho, las únicas opiniones que alguna vez me merecieron la pena fueron las de un payaso. Que por cierto, ahora que tengo un segundo y lo pienso... hace tiempo que no leo un libro. Tanto escuchar historias, y quizás lo que necesite es que alguien se invente una para que yo me la crea. Sí, creo que es eso, que entre tanto revisitar a clásicos y leer a los imprescindibles, tanta poesía y tanto ensayo, tanta información de los medios que a ello se dedican... Una novela, necesito una novela, o amenazo con escribirla. Y ya sé que sucede cuando empiezo a emborronar las primeras páginas: no se me ocurre otra cosa que no tenga la forma de astracanada.
2 comentarios:
La realidad que presentan los medios me parece más construída que la ficción y los impulsos novelescos que emanan de la blogosfera. Ahora, en Bolivia, el tema de la realidad manipulada por la tv (sobre todo), creo que puede llegar a ser la causa PRIMERA de una debacle socio-política. Así es mi patria, así son sus medios. La libertad de expresión, no lo olviden, es algo que se compra.
Saludos desde el verdadero hoyo-yo-yo
Ay Diego, hoy que hablo de los recuerdos, se me aparece uno de los del clan Loayza. No es para menos. Como bien dices, la libertad de expresión es algo que se compra, sólo que nunca lo encuentras de oferta en el supermercado. A veces te regalan muestras con los envases de colonia, pero mis pituitarias están confusas desde que descubrí que no todo son feromonas.
El hecho es que toda realidad es construida, pero Occidente cada vez se parece más a Legoland. Hemos deconstruido hasta el teatro del absurdo... La paradoja estriba en que sólo para amasar el pan se necesite carnet de manipulador de alimentos.
Un abrazo para tí y para los del botxo.
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