Tenía la costumbre de madrugar desde que dijo aquello de "hágase la luz". Eso de la creación tenía un mucho de espontáneo, pero para antes del mediodía solía tenerlo todo terminado. Las tardes las dedicaba para la contemplación. Una especie de goce onanista. Se sucedía el tiempo aunque no hubiese relojes para dar constancia. Tras siete días inventó el calendario. La armonía no era una idea sino un estado de cosas. En esas estaba pensando cuando la calma se convirtió en tedio. Si se le hubiese ocurrido poner en práctica por vez primera la siesta nada de esto habría pasado. Poniendo en orden las palabras le salió un refrán. Y el primero que se le ocurrió fue ese que anuncia siempre la calma tras la tempestad. El correlato de los hechos exigía tomar una decisión, y entre tanto ir y venir lo vió claro: orden y caos debían ser sucesivos, no era posible darles la condición de perpetuos. La medida fue drástica y lo llamó castigo. ¿Hay alguien que no se sepa el resto?
Variación.
Si lo de Adán fue doble amarilla, lo de Eva era roja directa.
2 comentarios:
El bien y el mal..el amor y el desprecio, la riqueza y la pobreza..
Parece ser que de los propios sentimientos del ser humano contradictorios surgen en consecuencia situaciones opuestas.
En esta vida estamos condenados a no reconocer y apreciar las cosas verdaderamente buenas hasta que no las perdemos o pasamos por algo muy malo.
Y en eso andamos los humanos..haciendo y deshaciendo..pero nunca conformes del todo de lo que nos rodea.
en contraposicion con el deporte compètitivo esta el deporte cooperativo
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