viernes, 2 de noviembre de 2007

Enola Gay


Soy un tipo permanentemente perpeplejo. De tal modo es así que finalmente dejará de ser metáfora lo de tener cara de haba. Se me escapan los mecanismos que rigen el mundo de la información. Y lo que más me preocupa, es que los titulares de hoy en los noticieros, mañana figurarán en los libros de historia. Y abunda la propaganda. Se da barniz de héroe a auténticos villanos. Y se desprestigia sin rubor alguno a quien tan sólo se limita a existir.

Hoy ha fallecido el tipo que puso el nombre de su madre al avión que tiró la primera bomba atómica. Uno pensaría que tal sujeto únicamente se limitaba a cumplir órdenes. Todos sabemos como funciona cualquier estamento militar del mundo, así que nada sorprende. Convertir en sinónimos obediencia y borreguismo nunca fue una buena cosa, pero así es desde el primer conato bélico. Pero sucede que en este caso, parece que hubo un arrepentimiento por parte del piloto, nos dijeron que abrumado por los efectos de la acción que él llevó a cabo, tomo rumbo al lugar que arrasó para ayudar a levantarlo. Así fue contado.

Hoy que a muerto, nos volvemos a enterar que en dicho sujeto jamás hubo el más mínimo atisbo de remordimiento, que en verdad, daba conferencias en los que defendía aquella actuación, de la que incluso decía sentirse orgulloso porque estaba convencido de haber evitado un mal mayor. ¿Cual es la verdad? Intuyendo, pues ya no puedo decir que sé, como son quienes pergeñan las noticias y del mundo que provienen, la última versión tiene más visos de ser cierta, por mucho que yo quisiera que fuese la primera.

Obviamente desconozco los motivos ocultos para fabricar las noticias de tal modo. Conozco sus efectos. Todo el mundo duda de todo, no al modo cartesiano, ni siguiendo el modelo del relativismo. Se duda por pura desconfianza. Se duda de hasta lo legítimo. Confusos todos, la mayoría se aferra a quien ofrece la seguridad de lo malo conocido. En el caos, los que gritan pidiendo orden se imponen.

Ante lo irremediable, sólo cabe la resistencia y el trabajo silencioso. No cabe convencer a nadie...

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