domingo, 18 de noviembre de 2007

Sin título

Ignoro como se llega a tener un modo de vida estándar. Estoy rodeado de pequeñas cosas a las que no pienso renunciar. Los días no pueden ser una sucesión de lunes-martes-miércoles-jueves... La necesidad no es algo que pueda moldear como la arcilla. Hay momentos en que la felicidad es una especie de broma de mal gusto. Tengo llaves que no abren ninguna puerta. El azar se ha cansado de ser siempre el mismo...

La belleza tiene los colores del otoño y camina despacio. A veces me sonríe, pero son las menos. No me deja comer con las manos y me pide a cada instante: acaríciame, ahora no. Parecería imposible componer música sumido en el desconcierto, pero no puedo dejar de sentir el ritmo de su respiración contaminándolo todo. Alejarme de ella ha tenido como consecuencia lo que en medicina se conoce por efecto rebote. De nada me sirve cerrar los ojos; tengo tatuada su imagen en el interior de mis párpados.

Me llama la atención una noticia en la página de sucesos. Hallan a un tipo desnudo en la bañera. Estaba entre vivo y muerto, y eligió la opción segunda. Ningún signo aparente de violencia, salvo en sus recuerdos. Y la humillación de alcanzar la fama con sólo las iniciales de sus apellidos y un nombre corriente.

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