lunes, 20 de agosto de 2007

Los misántropos no son seres detestables

La letra de una canción de Kortatu describía lo que entendemos todos por la descripción clásica de un misántropo. Los versos decían más o menos así: "Odio a todo el mundo y estoy lleno de mezquindad y rezo para que llegue una guerra nuclear". Dicho esto a ritmo de música ska le daba al asunto un toque entre trivial y divertido. Y ciertamente lo es...
Es perfectamente comprensible que la capacidad de empatía de un individuo cualquiera tiene un límite. De hecho, es tremendamente sencillo pasar del estado de tolerancia absoluta al de misántropo total. Y de sentirse incómodo y molesto ante determinadas situaciones a odiar a quienes las propician, no hay ningún obstáculo insalvable. Más bien al contrario. Así pues, en cada uno de nosotros habita un potencial Caín y no sólo por causa genética. Sin embargo, como se puede comprobar por el índice de suicidios, bien sea por una elevada autoestima o por una cierta condescendencia narcisista, la visión de nosotros mismos es el anuncio salvífico para el resto. La humanidad resiste.
Y así, se añade una paradoja más al universo de los contrasentidos. Cada uno de nosotros cual planeta señalando hacia lo desconocido, con la noble esperanza de ser diferente de lo hasta ahora conocido, de ser un hito en la historia, no importa si como hijo o profeta. Estimamos como justo, no sabríamos calificarlo de exacto, que los objetos de nuestras pasiones no son fruto de equívocos, si acaso de errores. No todos valemos lo mismo. No sé si está claro...

No hay comentarios: