martes, 21 de agosto de 2007

Raúl

En unos días comenzará una nueva temporada de la liga de fútbol español. Una más. Y el debate, como desde hace dos temporadas, tiene nombre propio: Raúl. Con los números en la mano, Raúl ya no es ese delantero efectivo que año tras año le daba gloria y títulos al Real Madrid. Pero el fútbol es algo más que un montón de estadísticas. Los intangibles tienen mucho peso en este deporte. Y Raúl tiene cualidades que no abundan entre sus compañeros de profesión. Tiene el espíritu de lucha del guerrero indómito, la fe del visionario, y una sed de victoria inversamente proporcional a su compasión por el rival. Morirá de pie y en una cancha de fútbol. Con el siete a la espalda y celebrando cada gol como una revancha. Porque Raúl lleva peleado con el mundo desde que su amigo Hierro fue despedido de su equipo de casi siempre; antes fue del atleti, de ese Atlético de Madrid al que tortura y humilla, quién sabe si por haber hecho desaparecer las categorías inferiores cuando él se dejaba el pellejo por la camiseta rojiblanca, por el escudo del oso y el madroño.
Pero a Raúl se le acaba el tiempo. Como a todos. Cuando se pasan los 30 en este fútbol nuestro no se perdona ni una. Te jubilan y adiós muy buenas. Sin partido de despedida. Es evidente que él no va a dejar el Real Madrid. O eso creo. Pero mientras eso sucede, sólo le queda una alternativa: hacerse invisible y seguir sumando, dejar que sean los otros quienes ganen, volverse contingente. Sólo así podrá mantener su status, ese en el que los intangibles cobran tanto peso que nadie quiere desprenderse de ellos. Pasar desapercibido mientras reparte consejos entre los nuevos, mientras contagia su hambre a los suyos. El papel de Raúl ya no es llevar a los suyos a la victoria, es evitar en los momentos difíciles la desbandada, reunir a los suyos en torno suya y hacerles comprender que la rendición no es una posibilidad: De aquí salen las victorias inolvidables, la épica. Pero mientras, ha de ser el volcán dormido, sumando minutos incluso en el banquillo.
Como a todo jugador grande, el fútbol le debe mucho. Como todo jugador grande, le debe mucho al fútbol. Y pocos son los que han sabido marcharse. Raúl, que siempre fue un superviviente, ¿habrá aprendido la lección?

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