martes, 4 de septiembre de 2007

Cuentacuentos a tiempo parcial

Supongo que ya es tarde para corregir ciertos usos y costumbres del periodismo. De todos modos, los temas sobre los que se tratará en el futuro más próximo se harán en formatos diferentes a los hasta ahora conocidos. Sin embargo, sí que sería conveniente señalarlos, no porque crea que resuelva nada, sino para dejar constancia del engaño.

Porque en suma, es en eso en lo que se puede concluir: En un burdo intento de engaño al que pretende estar informado. La noticia, ahora se presenta con todo un aparataje, en que lo que menos importa es el hecho relatado. Este ya viene contaminado por la opinión del que nos lo ofrece. No niego a este su capacidad de interpretación, pero ha de estar subordinada a aquello sobre lo que nos quiere contar. Invertir esa relación, le convierte en otra cosa muy distinta del periodista. Otro de los envoltorios en el que se nos sirve la noticia, es la profusión de datos que de ningún modo pueden ser contrastados. O que nos llevan a esa disyuntiva en la que concluimos que "tiene que ser verdad porque lo cuenta todo con pelos y señales"; la información presentada así no deja de ser otro acto de fe. Pero quizás el argumento más perverso sea esa media verdad que dice que la imposibilidad de informar de todo, obliga a imponerse criterios sobre aquello que es noticiable. Esto se traduce en algo muy simple: el comunicador es quien decide la noticia. Esta es una forma de "educar" en valores a aquel que simplemente desea saber qué ocurre.

Pero, en estos tiempos en los que un falso relativismo nos ofrece una verdad fragmentaria, y algunas de las características, como la rapidez, el sincretismo y el anonimato, que presenta el mundo de internet, no son precisamente las premisas necesarias que coadyuven la objetividad. No son los mejores ingredientes para conseguir tal guiso. Se echa de menos la sencillez (que no es lo mismo que simplicidad), el discurso directo (que no es lo mismo que el slogan). Pero para que las cosas se mantengan más o menos como están, es necesaria una dieta rica en adoctrinimiento. Aquel que se atreve a pensar, sólo le queda clamar en el desierto.


2 comentarios:

Meri dijo...

Saltanto de blog en blog he caido en tu casa.

La verdad es que me sorprende que no tengas más comentarios porque tratas temas interesantes que hacen reflexionar.

De pequeños nos decian que el medio de comunicación por el cual las personas se enteran de las cosas que pasan en el mundo es el telediario de la TV o los periodicos como 'El país' 'El mundo' etc.

Despues con lo años te vas dando cuenta de que esos medios convencionales son de empresas privadas con unos intereses y que las opiniones que vuelcan en ellos acaban creando opiniones en la gente. Es decir, una noticia nunca puede ser objetiva porque por mucho que diga y aunque las cosas que digan esten contrastadas, en los medios convencionales no es importante lo que dicen, sino lo que NO DICEN. Eso es lo peligroso, porque si dijeran todo muchas personas se rebelarian en contra de cosas del sistema y eso no interesa.

Después intentas informarte a través de medios alternativos, como internet por ejemplo. Y aqui, pues hay muchas noticias de personas que están dispuesta a informar de cosas..pero claro siempre bajo su punto de vista subjetivo y muchas veces sin contrastar la información que dan..

Yo admito que me informo más por internet que por los medios convencionales..pero intento no hacer caso al pie de la letra de todo lo que leo y asi entre unos y otros voy formando mi propia opinión tan subjetiva como las demás.

Enhorabuena por tu página..Volvere por aquí a ver las actualizaciones.

Iñaki Arbeloa dijo...

Lo primero, gracias por tu comentario. Estamos empezando esta nueva aventura y las palabras de ánimo siempre son bienvenidas.

Con respecto a lo que dices,aquellos que no tenemos contacto directo con la noticia, tal vez lo que tengamos que hacer es recibirla por distintas fuentes no dejando de ser un poco incrédulos. Las opiniones que nos hagamos siempre tendrán un matiz subjetivo, pero si prescindimos incluso del interés de estar en posesión de la verdad, tal vez nos sorprendamos encontrándonos con ella, y de paso, con la credibilidad.
Un saludo...