martes, 11 de septiembre de 2007

De llegadas sin fin; de mitos sin retorno

Cuando a uno le explican la diferencia entre contingente y necesario empieza a tener argumentos para convertirse en escéptico. Se pasa de imaginar que cualquier cosa es posible, a que las cosas son así pero podrían ser de otro modo. Hay una especie de fatalismo en lo que las cosas son. De hecho, si el destino es algo inevitable el único mérito del héroe reside en no salirse del guión. Pienso en todo ello y no dejo de ver la imagen del pez que se muerde la cola. Comportamiento este curioso del que no se conoce estudio alguno por parte de ningún etólogo.

Otra diferenciación impertinente es la que existe entre descubrir e inventar. Aplicada a los fundamentos de la relación entre dios y el hombre, supone algo más que una contradicción o una paradoja: herejía, herejía, herejía. No es tampoco muy grave, pues hubo quien negó tres veces y pasó a la historia como el primer papa de Roma. No hay como creer en lo creado... Las dudas nacen de lo posible; hay quienes piensan cuando todo está hecho. Del encuentro del hombre con las cosas a veces salen leyes universales, a veces resoluciones de naciones unidas.

Tiene algo de hermoso toda paradoja... Tiene algo de doloroso toda contradicción... No siempre lo confuso está contraindicado, aunque bien es cierto que apenas sirve de mucho, nunca lo tuve muy claro. Y aunque hablar así me emparenta con iluminados, escapo de toda tentación a cerrar los ojos y pronunciar otro "hágase la luz". No vayamos a empezar de nuevo...

2 comentarios:

Alvaro G. Loayza dijo...

Entre los héroes, los etólogos y el hijoputa de Pedro, me he cagado de risa. Aunque pienso, si el héroe, muy advenedizo él, se sale del guión, que tanto importa, ya que si los Griegos inventaron los héroes y aunque no sepan filosofar, tienen bien organizado el mundo de los finados, ergo, por muy peregrino que sea el héroe no se quejará de mal atendido.

Me declaro fanático de la Astracanada, de la de Iñaki por supuesto, ya que la que se ve en los telediarios de por aquí, que le den y mucho por el culo.

Un abrazo.

Iñaki Arbeloa dijo...

Este género literario que consiste en la salida de pata de banco, no es sino la continuidad de una tradición que tiene pocos más de cuatro días pero que conviene que perdure.

Y sólo puede tener fanáticos o detractores, aunque de entre los que se cuentan entre los primeros casi no se tiene constancia. Acaso sea porque los que lo rechazan abiertamiente suelen ser además francotiradores.

Un abrazo grande.